El arado no es un lápiz

Anuario Agricultura & Alimentación 2023

Gracias a los agricultores y ganaderos, contamos con productos frescos para alimentarnos, sin importar cuáles son las circunstancias

Recogida de aceituna.
Recogida de aceituna. / Rafael González
Juan Ignacio Zoido
- Portavoz del Partido Popular Europeo en la Comisión de Agricultura

02 de octubre 2023 - 21:00

Cuando el Parlamento Europeo aprobó por un estrecho margen la Ley de la Restauración de la Naturaleza, que tanto daño va a hacer a los productores agroalimentarios, recordé una vez más la célebre frase de Dwight Eisenhower, esa que señala que “la agricultura se ve fácil cuando el arado es un lápiz y se está a mil millas del campo de maíz”. Porque sin duda es uno de los errores más comunes que cometen algunos políticos, legislar ideológicamente sobre el campo desde la lejanía de un cómodo despacho de una gran ciudad, sin haber pisado jamás el terreno.

Los agricultores y ganaderos han soportado tradicionalmente sobre sus hombros la pesada carga de estar al albur de circunstancias exógenas que condicionan, habitualmente de manera negativa, su labor. En los últimos años, esta servidumbre se ha agudizado de manera exponencial. Una terrible pandemia, las consecuencias de una dramática guerra, una inflación disparada y una sequía pertinaz han ido añadiendo más y más losas a un lastre que resulta imposible de llevar.

Los costes de producción se han disparado hasta límites inasumibles, ya que los precios de las materias primas y los suministros han experimentado un crecimiento desorbitado debido a la inflación. Con respecto a 2022, los fertilizantes cuestan un 170% más; los cereales, un 130% y la energía, un 50%. La subida del precio de los insumos, los materiales de envase y la mano de obra es otra pieza que sumar a un complicado puzle que provoca que a los agricultores y ganaderos no les salgan las cuentas.

Y mientras esta tormenta perfecta se cierne sobre el campo, el calendario y los plazos marcados para el cumplimiento del Pacto Verde Europeo y el Plan Estratégico de la PAC permanecen no sólo inalterables, sino inflexibles, y cada vez se imponen más requisitos medioambientales estrictos. Es urgente adaptar las aspiraciones teóricas a la cruda realidad del mundo rural porque de lo contrario vamos a asfixiarlo y no estaremos en condiciones de garantizar el suministro alimentario.

Siempre digo que necesitamos producciones agrícolas modernas, competitivas, sostenibles, innovadoras y con una elevada capacidad de producción. Y mucho más aún en coyunturas complicadas y de crisis como las que estamos viviendo. No es justo afrontar una carrera de obstáculos con los pies atados, no podemos condenar a nuestros agricultores y ganaderos a intentar ser competitivos y viables atenazados por unas exigencias fuera de lugar. No pueden afrontar el reto de ser la despensa de Europa obligados a hacerlo con granjas de juguete.

Ahora es más necesario que nunca apostar por políticas de consenso, escuchar la voz de quienes más saben sobre la agricultura, y sobre todo tener en cuenta su opinión. No hay un sector más comprometido con la sostenibilidad medioambiental, la innovación y el respeto al medio rural, por lo que no es útil, ni justo, imponerles una realidad deformada y diferente a la que viven a diario con conocimiento de causa. Por eso su resignación ha llegado a tal punto que ya no piden ayudas, sino que no les pongan más trabas para hacer su necesario trabajo.

Gracias a los agricultores y ganaderos, contamos con productos frescos y de calidad para alimentarnos, sin importar cuáles son las circunstancias. Nuestro agradecimiento hacia ellos debe ser permanente. El reconocimiento es necesario y un acto de justicia, aunque la mejor manera de demostrarles nuestro respeto y gratitud es contribuir, cada uno desde su parcela, a que el trabajo que realizan no sólo sea noble, primordial y vocacional, sino sobre todo productivo, viable y sostenible.

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