Gimnasia en casa

Eva Nasarre y cómo reunía ante el televisor a los españoles con calentadores

Eva Nasarre en una foto promocional a mediados de los 80

Eva Nasarre en una foto promocional a mediados de los 80

Hasta octubre de 1983 en TVE nunca hubo un programa de ejercicios que animara y orientara a los espectadores para ponerse en forma. En un país por entonces con poca presencia deportiva más allá del fútbol, el boxeo o el baloncesto lo de dedicar un espacio por la tarde al aeróbic, en la Segunda Cadena era casi una excentricidad cuca. De la curiosidad por la hora ampliada de programación, el UHF pasaba de comenzar de las ocho a las siete de la tarde, y en pocas semanas se convirtió en fenómeno. 

Puesta a punto, que se emitía pasadas las siete, ya de noche, en el otoño de 1983, colocaba los maillots, las medias de colores y los calentadores en la pantalla y aunque fuera por el efecto imitación e ir a la moda llevó a mucha gente a los gimnasios. Lo de buscar un hueco para hacer gimnasia delante del televisor, por la hora y cuando ni siquiera estaba difundido el vídeo para grabar, ya era algo más complicado. Aunque fuera como espectáculo, sólo había dos cadenas, había muchos espectadores que contemplaban Puesta a punto como si fueran coreografías. Era un espacio de aspecto moderno y eso ya era un atractivo. RTVE rescató el programa en confinamiento de 2020 y lo reencontraron muchos de sus antiguos seguidores ya entrados en años.

En esa hora de ampliación vespertina TVE había colocado el informativo diario para sordomudos, Hablamos, y junto a la gimnasia, el curso de ingles Follow me, un breve espacio de efemérides y agenda y el espacio Teledeporte

Al éxito y el efecto llamada que tuvo el aeróbic contribuyó la sonrisa de la monitora, la catalana Eva Nasarre, con una elasticidad que por entonces sólo se había visto en los participantes del Ballet Zoom y su dulce conducción mostraba cómo hacer los estiramientos, las repeticiones, para ir subiendo de intensidad. Y si no se podía seguir el ritmo, no pasaba nada, tal como comentaba ella incluso a sus estilizados acompañantes con cintas en la frente y bigotes recortaditos, pero todos risueños, que venían a representar ese ánimo de ponerse en forma en compañía.

Los diez minutos de rutina terminaban con música disco, con la sesión ya continuada de los ejercicios anteriores. Esta versión española de la gimnasia de Jane Fonda, en un decorado blanco desnudo, sin distracciones, fue un hallazgo para la audiencia, poniéndose en valor la Segunda Cadena con contenidos así más interactivos y de evidente servicio público. Puesta a punto era además un espacio con público, el más visto del UHF, aunque no hubiera audímetros, pero apuesten que la mayor parte de su audiencia se dedicaba a contemplar más que a  ejercitar.

Eva Nasarre había debutado en Puesta a punto por casualidad. En el primer programa de estas rutinas en mallas habla que sustituía por lesión a la monitora inicialmente prevista, Sagrario Aguado, campeona de España de salto de altura, introductora en nuestro país del estilo Fosbury. Y la chica de los rizos terminó siendo la titular y el rostro del programa que le sirvió para hacer publicidad (como la bebida Tab) y editar vídeos y libros.

 

La ilerdense se ganó por profesionalidad y simpatía su reconocimiento y Puesta a punto terminaría en su sitio más idóneo, en la franja matinal abierta en TVE en 1986, en la Primera Cadena. La actualidad, con el espacio de Jesús Hermida Por la mañana, dejaría sin parcela al aeróbic y a Eva Nasarre sin programa de televisión. Su nombre reaparecería con los años en los espacios del corazón, por el divorcio con su pareja, y una grave enfermedad degenerativa ha marcado su madurez.

En las últimas semana ha reaparecido en los magacines por su reclamación para tener una plaza personalizada de minusválidos en el municipio donde vive, el madrileño Tres Cantos.

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