Docuserie '¿Dónde está Marta?'

Las mentiras de los acusados por el crimen de Marta del Castillo

Imágenes del documental de Paula Cons '¿Dónde está Marta?'

Imágenes del documental de Paula Cons '¿Dónde está Marta?' / Netflix

El segundo capítulo de la docuserie de Paula Cons ¿Dónde está Marta? se titula muy acertadamente Red de mentiras y en él espectador contempla, con una mezcla de incredulidad, pavor e indignación, cómo los investigados mienten a la cara a policías, a medios (Samuel Benítez en Canal Sur, participando en la búsqueda, una intervención que Antonio del Castillo no duda en calificar de "deleznable") y, más adelante, a jueces, abogados y fiscales.

De la versión del cenicero a la de la navaja y la violación (introducida para evitar ser juzgados por un tribunal popular), de la huida con el cadáver en la moto al coche, las bolsas de basura, la silla de ruedas... De ahí a la búsqueda en el río, en el vertedero, en Camas...

A la detención de Miguel Carcaño siguieron la de Samuel Benítez, el Cuco y Francisco Javier Delgado, el hermano de Carcaño. Y, tres meses después de la desaparición de Marta, la de María García Mendaro, novia de Delgado, lo que lleva a otra de las incógnitas del caso: ¿por qué se la detiene tan tarde? ¿Por qué nunca llega a entrar en prisión? Aquí vuelven a surgir los rumores de entonces, que su trato diferente se debió a su parentesco con una política andaluza.

Casi todos los supuestamente implicados fueron cambiando su historia conforme avanzaba la investigación, la instrucción y los juicios, el del Cuco como menor y el de los cuatro adultos (estos cuatro se acogieron a su derecho a no declarar en el proceso al menor).

Todos menos uno, que sigue hoy en día manteniendo lo mismo que declaró la primera vez: Francisco Javier Delgado siempre ha negado tener nada que ver con lo que ocurrió con Marta, pese a las pruebas que suscitan dudas sobre dónde estaba aquella tarde-noche y su papel en el suceso.

La presión social

Mientras el camino judicial avanzaba, la familia de Marta del Castillo no cejó en su lucha por que no sólo no se olvidase la muerte de su hija, sino para que su tragedia sirviese para evitar que algo así volviera a suceder. Manifestaciones por toda España, recogidas de firmas por la cadena perpetua, reuniones en la Moncloa con el entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero y en su propia casa con Mariano Rajoy, Javier Arenas y Juan Ignacio Zoido...

La presión social de la familia Del Castillo-Casanueva consigue, por un lado, que Interior dé la orden de que la búsqueda de los menores comience en el mismo instante de la desaparición y, por otro, que en el Parlamento se debata tanto la cadena perpetua como el endurecimiento de las penas para los culpables de crímenes similares al de su hija (entonces -como ahora, con el asesinato del niño de La Rioja- desde los estamentos políticos y judiciales se insistió sobre la inconveniencia de legislar en caliente).

"Me hubiera dado igual"

A la espera de que comenzasen los dos juicios, el caso seguía ocupando titulares en los medios. Carcaño se intenta suicidar en la cárcel ("no te voy a mentir: si se hubiera suicidado... está muy feo decirlo, pero me hubiera dado igual", admite Antonio del Castillo), su hermano queda en libertad y la entonces novia de Carcaño introduce un nuevo punto donde buscar, una escombrera en Camas, donde tampoco se encuentra nada.

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