¿Por qué no se hace una historia de todos nosotros a través de la televisión?
Los programas dedicados al sabroso trastero de RTVE nacieron un poco de relleno navideño. Cachitos (de hierro y cromo), heredero del concepto de Guillermo Summers, rescata retazos de la memoria sentimental de la música; y Cómo nos reímos, que cumple este sábado 200 entregas, hace un refrito de la memoria del humor, con grandes y menores nombres que están unidos a la ahora más que nunca a la cadena gubernamental (ya no es cadena pública).
Viaje al centro de la tele, recurso cascabelero cuando el prime time se tuerce, regresó con sus nuevas entregas este verano por el fiasco de un desguace simplón de los archivos, La Garita. Viaje, “con la voz de Santiago Segura” como se anuncia, es una evolución cachitera. Ahí es donde se percibe lo desaprovechado del archivo. La necesidad de formatos que rescaten los instantes de la memoria colectiva más allá de las anécdotas. En una corporación a punto de cumplir los 69 años, redondos 70 en 2026, hay almacén de sobra para docuseries de su memoria, que a fin de cuentas es la de todos.
No hablamos solo del repaso romántico y simpático por los espacios de entretenimiento, playbacks y resbalones, sino de recorridos de profundidad. Una nostalgia que dibuje cómo hemos sido las generaciones que poblamos este país.
Al igual que Victoria Prego con un montaje a escondidas sacó partido a La Transición, la historia reciente, los personajes que aparecieron en informativos y programas, lo qué había detrás de ellos, dan para muchas horas entre el recuerdo y la reflexión.
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