Tertulias y más tertulias, de sol a sol
Como la ardilla de la Antigüedad que podía ir de árbol en árbol sin pisar España, un espectador español puede surfear la programación pasando de tertulia en tertulia desde que sale el sol hasta bien entrada la madrugada. El aserto puede dar que pensar ¿Acaso la televisión ha imitado los comportamientos de la radio de un tiempo a esta parte? Porque evidentemente al obrar así está invirtiendo menos dinero del que le costaría producir programas más elaborados.
Salvando los paralelismos con la radio, lo cierto es que un espectador televisivo se levanta literalmente con la tertulia como fondo de sus quehaceres cotidianos, y si así lo desea, puede continuar siendo acompañado durante toda la jornada por contertulios de cabecera que le lleven hasta el final de la misma.
En un primer momento, y hay que reconocérselo, fue La Sexta quien se lanzó al ruedo con esta forma de obrar. Pero en vista del resultado (la variable calidad/precio era muy rentable) pronto comenzaron a imitarles otras.
En la actualidad es digna de admiración la fe que pone en el empeño TVE, que tras dar los buenos días con La Hora de La 1, sus cuatro horas de Mañaneros dan el testigo a Directo al grano que a su vez lo pasan a Malas lenguas, que para colmo tiene una bifurcación a media tarde pasando de La 2 a La 1, antes del colofón final que pone Xabier Fortes con La noche en 24.
Cada cadena hace otro tanto, y muy famosas son las tardes de Risto Mejide con Todo es mentira, las citas con Sonsoles Onega, Susanna Griso o Ana Rosa Quintana.
Son horas y horas diarias desgranando la actualidad; en ocasiones esperando que esta se produzca; conjeturando que ocurrirá en el territorio político. Pero mirando las audiencias se constata que todas tienen muy buena aceptación por parte del espectador.
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