UD almería-UCAM Murcia

Francisco acaba con el sorianismo (2-3)

  • Día de carnaval en el Mediterráneo con la grada pidiendo la destitución del técnico tras el 0-1, remontada local devuelta por los visitantes y Pozo fallando un penalti que pudo ser el 3-3 en el 87'. Soriano, destituido 

En plena jornada de carnaval el estadio Mediterráneo fue una auténtica chirigota. De carácter funesto, habría que añadir. Soriano encaraba la cita con el ultimátum de Alfonso García pesando sobre su cabeza y no pudo eludirlo en un partido que tuvo todos los ingredientes para ponerle picante a tamaño aquelarre.

Ironías del destino, iba a ser un almeriense y exrojiblanco, Francisco, en su condición de técnico del UCAM Murcia, quien pondría fin a la trayectoria del maño al frente del Almería tras 32 partidos al frente, 4 del curso pasado logrando la salvación in extremis, y 28 del presente (Copa incluida), dejando al equipo colista a 4 puntos de la permanencia.

Lejos de ejercer la autocrítica, Soriano dijo adiós apuntando a un entorno hostil que provocó al equipo sentirse "presionado para desarrollar todo lo que es". Ni rastro o alusión a la pírrica cifra de 25 puntos obtenidos en 27 jornadas disputadas o los 4 sobre 24 sumados desde que arrancó el 2017, contando ya con muchos de los refuerzos que solicitó en el mercado invernal.

En su corolario final, Soriano insinuó para quien venga a sustituirlo que tiene la salvación a tiro de piedra. Lo cierto es que deja un plantel construido a su imagen y semejanza, pues en enero depuró a quienes no comulgaban con su filosofía futbolística, por lo que es una auténtica incógnita lo que pueda ocurrir en adelante, si el equipo reaccionará o quedará atrapado en la tela de araña, sumido en la nostalgia.

Fue un punto final con crueldad intolerable por el propio desarrollo del encuentro. El cabreo de los aficionados había llegado a tal calibre que muchos peñistas no accedieron al graderío hasta el minuto 12 en señal de protesta y no eran pocos los abonados que públicamente expresaban el deseo de una victoria del UCAM si como consecuencia suponía la destitución del técnico local.

Ese grado de paroxismo alcanzó la confianza sin fisuras depositada por el presidente sobre el banquillo, cuando en etapas anteriores no pestañeó para fulminar al entrenador de turno, algo que Francisco, de la tierra y de la casa, sufrió en carne propia en el vuelo que devolvía al equipo desde Eibar.

En Murcia debieron frotarse las manos cuando Alfonso ratificó a Soriano en Tenerife para, acto seguido, darle el ultimátum, generando el caldo de cultivo propicio para asaltar el Mediterráneo con un plantel que vive de un pedazo de 9 como Jona, ese que busca sin éxito el Almería (te esperamos, Kalu), y del trabajo estajanovista del resto de jugadores.

Todo salió como pudo imaginar y planear Francisco y su cuerpo técnico. Tras unos minutos de tanteo con el Almería bien posicionado en la cancha y conducido de forma magistral por un Corona que ofreció su mejor versión de la temporada (balón de Fidel al larguero incluido en un libre directo), el UCAM iba a asestar el primer zarpazo. Fue un desborde en velocidad de Collantes rebasando a Ximo para buscar en el área a Jona y éste a su vez ponerla atrás para la llegada desde segunda línea de Basha, que fusiló a Casto sin contemplaciones desde el punto de penalti.

Los cánticos de ¡Soriano, vete ya! empezaban a arreciar desde un sector de la grada, pero el Almería todavía no había dicho la última palabra y en un arranque de amor propio no visto hasta la fecha, lograba la igualada antes del descanso en un saque de esquina ensayado que Fidel envía al segundo palo para una volea inapelable de Ximo, enmendando así su fallo en el 0-1.

Con empate y expulsión perdonada a Corona por una falta merecedora de segunda amarilla de la que el árbitro se desentendió, se alcanzó el tiempo de descanso. Los rojiblancos salieron enchufados tras la reanudación y Fidel volteaba el marcador a las primeras de cambio al definir bien por bajo ante la salida de Biel Ribas una asistencia de Quique, que había arrastrado hasta a tres zagueros universitarios en su maniobra.

Lo más complicado estaba hecho, pero una vez más de tantas, el Almería se durmió en los laureles y se dejó remontar. El 2-2 llegó en una rápida transición visitante culminada con un magistral control de Jona al borde del área para asistir a Ibán Salvador, que definía sin pensárselo con un zurdazo inapelable. Minutos después, un córner pésimamente defendido permitía al recién ingresado Tito empalar un balón suelto para batir a Casto.Todavía tuvo el Almería la opción de poner el 3-3 al disponer de un claro penalti cometido sobre Juanjo, pero Pozo (irónicamente el sospechoso habitual de Soriano) asumió la responsabilidad tras los fallos previos de Quique y Fidel desde los once metros y Biel adivinó el disparo del malagueño.

Corría el minuto 88 y en los instantes finales la afición le dedicó una retahíla de olés al UCAM de Francisco, dándole la puntilla con dicho gesto al inquilino del banquillo unionista. Lo que aconteció tras el pitido final fue sintomático. Solo ocho futbolistas rojiblancos quedaron sobre el terreno de juego para despedir a los seguidores, uno era el meta suplente y otros tres recién llegados.

El sorianismo, caracterizado por la indolencia del equipo en manos de un técnico que como jugador fue un purasangre, muere como doctrina futbolística y deja un erial tras de sí. La herencia es tremenda: nunca la fractura social fue tan grande ni nunca la situación deportiva fue peor. Paradojas de la vida, quien fue encumbrado un día, se va por la puerta de atrás.

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