Sporting 1-0 UD Almería | El Acta de Vivancos

Toca pisar tierra firme

  • Ni se desbordó en ataque ni se creó el suficiente peligro para acertar en alguna ocasión

  • Con el transcurso de los minutos no apareció la magia que todo equipo que pretende algo precisa

Rioja intenta marcharse en velocidad de un rival

Rioja intenta marcharse en velocidad de un rival / Xurde Margaride (Gijón)

Me da la impresión de que una victoria dejó de tener valor entre gran parte de la afición almeriense. Durante los días previos al choque en El Molinón, numerosas opiniones con supino optimismo se vertieron acerca del desenlace de la supuesta quinta victoria consecutiva de la UDA.

Casi nadie tenía en cuenta el modo de vencer en Zaragoza, casi sin merecerlo, pese al indudable esfuerzo de un conjunto que se merece todos los elogios habidos y por haber. Se infravaloraba el sacrificio de un nuevo éxito ante un histórico, como si fuera coser y cantar a la espera del duelo en el Mediterráneo ante el Granada, que a buen seguro resultaría clave en el asalto al sexto puesto.

Hasta ahí todo de color de rosa, o de rojiblanco, pero la cruda realidad se impuso como casi siempre en un deporte en el que solo una competición de eliminatorias puede falsear la realidad. Un servidor no pretende ser ventajista tras ver lo acontecido, pero advertí entre mis allegados de la diferencia entre el Zaragoza y el Sporting, contando con ese Almería combativo y ordenado de Fran Fernández.

A fuerza de ser muy básico, y sin ahondar en detalles, el encuentro ante el Sporting prometía ser de lo más reñido ante un conjunto como el gijonés, venido a menos, pero bastante peleón. Por lo tanto, una de las virtudes de los de FF, presumiblemente se igualaría. Repito, este puede parecer un argumento más elemental que el funcionamiento de un pato de goma, pero conviene partir de ahí para entender que se necesitaba excelencia futbolística si se pretendía doblegar en su estadio a un equipo tan voraz, pese a su reciente mala racha casera.

Con el transcurso de los minutos no apareció la magia que todo conjunto que pretende algo grande precisa, pese a las pretensiones iniciales de una plantilla modesta. Ni se desbordó en ataque ni se creó el suficiente peligro para acertar en alguna ocasión. Tuvo razón Fran Fernández al término del choque cuando lamentó el momento de encajar el gol. Puede que sus pupilos estuvieran dominando en ese tramo del partido, pero no es menos cierta la escasa malicia ofensiva de los suyos.

Por el contrario, un despiste a la limón de René, por no salir, y de Saveljich, por dejar rematar a Álex Alegría sin que ni siquiera fuera su intención, puso en un compromiso a unos jugadores que según gran parte de su afición podían con casi todo, pero que en realidad cuentan con sus limitaciones.

De hecho, no lo pudo dejar más claro su propio técnico al aludir al peso futbolístico de su rival y el de su entorno, frente a su equipo, el rojiblanco, que cada vez se encuentra más cerca del objetivo real de la salvación. Expresiones de un entrenador que suele ser un dechado de sinceridad a la hora de examinar los partidos y la propia situación de su club.

Desconozco si por todo esto el técnico almeriense no es del extremo agrado del presidente. De vuelta al análisis, denuncio una vez más el escaso concurso de Chema, al que se le suele exigir cambiar el rumbo en un instante. A veces hasta lo consigue, pero ayer con solo diez minutos, lo tuvo complicado. Sin pensar en más metas, paso a paso y a disfrutar del derbi ante el Granada.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios