El Almería corrige el rumbo desde la defensa

UD ALMERÍA | ANÁLISIS

La solidez atrás se ha convertido en el punto de inflexión del equipo: de doce tantos encajados en cinco jornadas a solo seis en las siete más recientes

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Federico Bonini, con los puños en alto tras el tanto de Álex Muñoz en el duelo ante el Eibar.
Federico Bonini, con los puños en alto tras el tanto de Álex Muñoz en el duelo ante el Eibar. / Javier Alonso

La incertidumbre generada en las primeras semanas de competición por la continuidad de una línea negativa en el plano defensivo ya forma parte del pasado para la Unión Deportiva Almería. El equipo dirigido por Joan Francesc Ferrer Sicilia 'Rubi' ha encontrado en la estabilidad en el área propia la base para mejorar colectivamente. La fragilidad atrás de las cinco jornadas iniciales, en las que el conjunto almeriense encajó doce tantos (2,4 de media), ha dado paso a una retaguardia que solo ha recibido seis goles en los últimos siete compromisos ligueros (0,85 de media).

Ese paso adelante se ha conseguido gracias a la consolidación de una línea de cuatro en la zaga de total garantías, el mayor compromiso del bloque en fase defensiva y la mejor organización sin balón. La primera tarea se cumplió con la recuperación de Nelson Monte, que sufrió un fuerte esguince en el tobillo en el duelo amistoso contra el Águilas y se perdió el arranque del equipo. El central luso fue la pieza que completó un puzle en el que Federico Bonini se iba asentando en la retaguardia. El ‘matrimonio perfecto’ formado por el italiano y el portugués ha sido fundamental para entender este crecimiento, al igual que la regularidad de Álex Muñoz en el carril izquierdo y el asentamiento en el once de Daijiro Chirino en el lateral derecho.

Daijiro Chirino, una de las revelaciones del equipo unionista en este primer tramo de la temporada.
Daijiro Chirino, una de las revelaciones del equipo unionista en este primer tramo de la temporada. / Javier Alonso

Un entramado defensivo que cuenta con la seguridad y la veteranía de un perfil como Andrés Fernández en la portería. Desde la perspectiva del cancerbero murciano se entiende la segunda cuenta pendiente del cuadro indálico: el orden como equilibrador de un conjunto marcado por un fuerte carácter ofensivo. En esas primeras cinco jornadas, los rivales dispararon entre palos en veintinueve ocasiones (5,8 por partido) y consiguieron superar al experimentado portero en doce intentos (41,3% de eficacia). Además, el guardameta solo salvó el 62,9 por ciento de esos remates. Unos guarismos difícilmente prolongables en el tiempo para uno de los favoritos al ascenso de categoría.

“Tenemos presente el dato de los goles esperados encajados. No es un dato para estar excesivamente contentos, pero realmente nos han golpeado más duro de lo que hemos trabajado sobre el terreno de juego. Hemos cometido errores individuales y colectivos, pero la eficacia de los rivales en esos errores ha sido altísima. Es imposible seguir así. Estamos trabajando para mejorar por lo menos el dato de los goles encajados. Soy un defensor de que últimamente nos ha penalizado momentos muy puntuales de partido”, señaló públicamente el técnico catalán.

Un pronóstico que acabó cumpliéndose tras la derrota ante el Real Valladolid (3-1), ya que, en los siguientes siete encuentros, los rojiblancos han recibido prácticamente los mismos disparos (31; 4,4 de media), pero solo han encajado seis tantos (19,35% de efectividad). Andrés Fernández, por lo tanto, ha completado 25 paradas en este tramo del curso, con más de un ochenta por ciento de intervenciones exitosas (80,64%).

Limitación al peligro rival

De la misma forma que los contrarios estaban infligiendo mucho más daño al Almería del merecido por las ocasiones generadas, la escuadra urcitana también ha conseguido reducir el número de llegadas de los rivales. En tres de las primeras cinco semanas de la competición, el conjunto almeriense recibió más de cinco remates a portería (Cultural Leonesa, 6; Real Racing Club, 7; y Real Valladolid, 8). En los sucesivos siete duelos, la UDA no ha concedido más de cinco disparos entre palos en ninguna contienda.

“Nuestra intención es la de ser el equipo que tome la iniciativa, aunque fuera de casa nos costó más el pasado curso. Los partidos los empezábamos muy condicionados desde los minutos iniciales. La idea es ser un equipo rocoso desde la solidaridad y la unión para no permitir ese 1-0”, destacó el entrenador de Vilassar de Mar en una de sus ruedas de prensa de la actual campaña.

Por último, para solucionar la configuración táctica en la fase defensiva eran imprescindibles dos cuestiones capitales: la estabilidad en la medular y las ayudas de los extremos. En el centro del campo, Dion Lopy sigue asumiendo un rol principal, pero la inestimable colaboración de Gui Guedes, Stefan Dzodic, Iddrisu Baba y André Horta han supuesto un alivio para el cuerpo técnico, que también disfruta de una mayor actividad de los atacantes en el repliegue. Nico Melamed, Leo Baptistao, Adrián Embarba o Arnau Puigmal son buena prueba de ello, en la consagración definitiva de un colectivo que, esta temporada sí, funciona y rinde en las dos áreas.

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