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UD ALMERÍA | LA CONTRACRÓNICA
Luces, cámara y acción. El Almería debutó en la competición liguera en un western con la firma de Quentin Tarantino, en la que los guionistas de este largometraje de más de cien minutos se encargaron de dejarles a los 15.119 espectadores un memorable duelo en la tierra del cine. No hubo tiempo para rodeos. En la primera escena, los locales encajaron para recordar viejos fantasmas del curso pasado. Una jugada mal defendida, de principio a fin. Un aviso a navegantes con el recuerdo de la previa, en la que Rubi aseguró que se iba a ver a un equipo “más rocoso y compacto” esta temporada.
La zozobra inicial llegó a su fin cuando Embarba, pistolero de larga distancia, se inventó una falta que despertó al público y neutralizó la ventaja visitante. Un golpe letal con la precisión de la hoja afilada de Aldo Raine ‘El Apache’. El guionista de esta particular historia se sacó de la chistera una versión de Almería eléctrica, vibrante y frenética, en la que Sergio Arribas dirigió las principales acciones ofensivas. El madrileño tiró de ingenio para protagonizar los mejores minutos de los rojiblancos, pero sin fortuna de cara a portería para darle la vuelta al marcador.
Dion Lopy encarnó el papel de Beatrix Kiddo en KillBill para ser ‘La Mamba Negra’ y estrenarse como goleador en este curso. El senegalés festejó el tanto con la grada del Estadio de los Juegos Mediterráneos con su forma única de conectar con la hinchada. Pero esto no había hecho más que empezar. El conjunto almeriense adoleció de carácter competitivo en el único momento en el que estuvo por delante en el electrónico. Con oportunidades para sentenciar la contienda, el Albacete aprovechó el cortocircuito de los locales para dar no solo uno, sino dos golpes en el mentón a lo Bud Spencer.
Sesenta segundos. Lo que le duró el empate al Almería tras el penalti transformado por Sergio Arribas. Un contragolpe, una persecución de Dion Lopy a Morcillo y un nuevo errore defensivo entre Andrés Fernández y Álex Muñoz. Cuatro tantos en contra con solo cinco remates de los visitantes. Nadie quiere mirar al pasado, pero la situación comienza a parecerse demasiado a la anterior precuela.
El equilibrio vuelve a ser la cuenta pendiente de la UDA, que terminó empatando el partido con el tanto de Leo Baptistao. Sin embargo, el equipo generó 31 remates (11 de ellos a portería), 17 saques de esquina a favor y obligó a Diego Mariño a intervenir hasta en siete ocasiones. La eficiencia ofensiva, al igual que la parcela defensiva, también es mejorable de cara a este curso, en el que la contratación de un par de actores protagonistas puede ser la solución para que esta película termine con un final feliz. A por la obra maestra.
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