Rubi pierde el aura
UD ALMERÍA | Contracrónica
La afición indálica señala al técnico de Vilassar tras la remontada del Racing
El equipo ha concedido siete goles en dos partidos en casa
Rubi: "El fútbol ha sido muy cruel con nosotros"
Ver a Rubi ponerse a la defensiva en una rueda de prensa porque un periodista le pregunta por su intención con los cambios es mal síntoma y peor presagio. Evidencia que el nerviosismo se ha instalado en la persona menos indicada para caer en un estado de excitación cuando las cosas no marchan como estaban planificadas. El técnico de Vilassar es una persona metódica e inteligente y es de esperar que pronto cambie el chip, por su bien y por el del equipo.
La remontada del Racing ha dejado muchos interrogantes. ¿Cómo puede pasar un equipo de jugar de forma excelsa en la primera mitad a vulgarizarse en la segunda?, ¿por qué optó por Clua en lugar de por Horta tras el descanso para paliar la expulsión de Lopy?, ¿es sostenible que un conjunto llamado al ascenso haya encajado nueve goles en cuatro jornadas y siete hayan sido en su propio feudo?
Vamos a procurar responder a estas cuestiones. El Almería esculpió 45 minutos de fútbol de muchos quilates, impropios de una categoría de plata donde suele primar el juego directo. La grada se divertía y la comunión era total, pero llegó la roja a Lopy. Enredarnos en si fue o no expulsión no solventa ya nada. El senegalés entró a destiempo a la altura del talón de Aquiles a un rival en una zona intrascendente del campo. La interpretación arbitral hizo el resto, pero es labor de Rubi tener una charla con el bueno de Dion y hacerle ver que no puede salir a tarjeta por partido y debe bajar revoluciones en determinadas acciones. Esa también es su competencia como técnico.
El equipo, con todo, aguantó un cuarto de hora más en inferioridad sometiendo al Racing y antes del descanso Baptistao tuvo en sus botas un 3-0 que pudo ser la puntilla, pero el meta Ezkieta sacó su disparo. El escenario cambió diametralmente en el segundo acto coincidiendo con el triple cambio introducido por José Alberto (la entrada del bigoleador Jeremy iba a resultar clave) y particularmente con el movimiento realizado por Rubi al retirar a Melamed para dar entrada a Selvi Clua.
Pocos entendieron la elección. Tenía tres alternativas sobre la mesa: introducir a Chirino como central para adelantar a Baba como mediocentro junto a Gui, optar por Horta para intentar mantener la posesión del esférico o decantarse por Clua para formar a priori un doble pivote más físico en la zona ancha junto con Gui (el luso se marcó un partidazo opacado por el resultado final) y eligió la más lesiva porque su equipo perdió el control del juego. Es una realidad de la que Rubi no puede escapar porque la vio todo el Estadio y las críticas luego han resultado abrumadoramente coincidentes.
Por eso no se comprende que en el discurso de su posterior comparecencia ante los medios no ejerciese la autocrítica de una forma honesta, asumiendo el fallo en la lectura de partido. La afición indálica, a buen seguro, se lo habría perdonado. Al contrario, con esta salida de tiesto únicamente se granjea nuevos adeptos a la corriente crítica. A estas alturas no es temerario asegurar que Rubi ha perdido el aura que tenía entre el aficionado indálico, esa que se ganó a pulso con un ascenso y una sufrida permanencia y que empezó a desgastar en la recta final de la campaña pasada.
Está a tiempo de recuperarla, pero para ello también tiene que convencer a una directiva que empieza a dudar. Mohamed Al-Khereiji estuvo presente en el palco al igual que en la primera jornada ante el Albacete y este periódico puede constatar que el mosqueo en la cúpula es sideral. No se comprende que habiendo invertido 12 millones de euros en fichajes (de largo el que más gastó en Segunda), de los cuales la mitad se destinaron a reforzar la zaga con seis nuevas incorporaciones más un portero, el equipo siga mostrando la misma debilidad en el sistema defensivo, hiriente a la hora de despejar centros laterales.
Los números son impropios de una aspirante al ascenso. El equipo encaja más de dos dianas por partido y, lo que genera mayor inquietud, siete de los nueve tantos los ha recibido en el Estadio de los Juegos Mediterráneos, recinto en el que Rubi forjó el ascenso de 2022, la permanencia de 2023 y el play-off de este 2025. Todo ello en el marco de un calendario endiablado durante el mes de septiembre, en el que todavía debe medirse a otros candidatos a Primera como Real Valladolid, Sporting de Gijón, Las Palmas o Deportivo de la Coruña. Palabras mayores.
Es de esperar que una vez el club inscriba a Aridane y pueda contar con Nelson Monte recuperado al cien por cien de su lesión, el engranaje defensivo global del equipo (no específicamente de la zaga) mejore sus prestaciones, ya que Bonini ha dado muestras esperanzadoras de la jerarquía que venía demandándose en la demarcación.
Eso, unido a la progresiva entrada en el once de jugadores que deben ser diferenciales como Horta (nadie comprende que haya jugado dos ratos ante Albacete y Real B sin mayor continuidad) y Thalys (con 2-2 en casa e inferioridad numérica era el marco ideal para hacerlo debutar, pero optó por darse el enésimo tiro en el pie con Lázaro) hace que puedan disiparse los nubarrones que ya se atisban en el horizonte. Todo depende de Rubi, de que deje de ver fantasmas donde no los hay y se ponga manos a la obra porque en trabajo y conocimientos pocos compañeros de profesión lo pueden igualar.
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