Análisis de Tormented Souls 2, el necesario adalid de los survival horror clásicos

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La nueva aventura de Caroline Walker reafirma sus señas de identidad con una secuela más sólida, más oscura y más segura de sí misma

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Volvemos a encarnar a Caroline Walker.

Sin hacer mucho ruido pero con la clara convicción de que hay hueco para él. Así se ha presentado Tormented Souls 2, el título de Dual Effect y PQube con el que homenajean a los juegos survival horror de hace un par de décadas, ahora más pulido y coherente. No hay nostalgia impostada ni intentos de modernizar a la fuerza lo que ya funciona. Hay convicción. Lo nuevo de Caroline Walker es una experiencia que entiende perfectamente qué es el miedo: no solo lo que se ve, sino lo que se intuye en los márgenes de la oscuridad.

El juego arranca con un viaje familiar que pronto se tuerce. Caroline acompaña a su hermana Anna a un convento remoto, donde la terapia se transforma en pesadilla. Cuando Caroline despierta, Anna ha desaparecido y el silencio del lugar comienza a deformarse. A partir de ahí, Tormented Souls 2 nos sumerge en un descenso controlado hacia lo desconocido, estructurado con el ritmo y la precisión de los clásicos.

La cámara fija y el movimiento más fluido de Caroline, en comparación con la primera entrega, aportan un equilibrio entre lo antiguo y lo nuevo. Los cambios de ángulo de la cámara siguen siendo parte del lenguaje del juego —a veces incómodos, otras intencionadamente confusos—, pero esa incomodidad forma parte de la propuesta: recordar al jugador que no tiene el control absoluto. La tensión, como en los viejos tiempos, se construye desde la fragilidad.

Los enfrentamientos son angustiosos.

En lo jugable, Tormented Souls 2 introduce pequeñas mejoras sin traicionar la fórmula. El sistema de acceso rápido a las armas, añade agilidad a los enfrentamientos. Los puzles regresan con fuerza: algunos simples, otros elaborados hasta la exasperación. Cada uno rompe el ritmo justo lo necesario para obligar a pensar con calma, en contraste con la urgencia que imponen los enemigos y la escasez de recursos.

La gestión del guardado mantiene la filosofía clásica. En el modo de dificultad Normal no hay salvación fácil: las cintas, necesarias para guardar la partida, son limitadas y los puntos seguros escasos. El miedo a morir y perder el progreso vuelve a ser un elemento real del diseño, no una simple amenaza narrativa. Es un detalle que define la experiencia y la alinea con su legado.

Visualmente, Tormented Souls 2 no busca el impacto técnico, aunque mejora la primera entrega, sino la coherencia estética. No es un título de gran presupuesto, pero su ambientación compensa cualquier carencia. El convento, con sus pasillos sombríos y sótanos repletos de instrumentos de tortura, está diseñado con precisión artesanal. La iluminación, dominada por velas y destellos tenues, genera una sensación constante de vulnerabilidad. No hay filtros innecesarios: solo oscuridad y silencio.

A nivel de rendimiento, el juego se mantiene estable y fluido, sin opción de alternar entre modos gráficos de calidad o rendimiento, pero sin caídas perceptibles excepto en algún pasillo de transición entre escenarios que no afecta a la jugabilidad. Es un producto técnicamente correcto y, sobre todo, consciente de lo que quiere ser: un survival clásico que apuesta por la inmersión sobre la espectacularidad.

Los puzles son una constante en el título.

Más allá de su solidez técnica, Tormented Souls 2 brilla por su atmósfera. Villa Hess y sus alrededores respiran una identidad propia, entre lo religioso y lo decadente. Los nuevos enemigos —la Dama de Hierro, con su máscara acorazada, o el Cosechador, un cuerpo de acero y carne abrasada— son representaciones físicas del fanatismo y la culpa que recorren toda la historia. No son solo jefes finales, sino símbolos de un mundo donde la fe se ha corrompido en violencia.

En conjunto, esta secuela se siente más refinada que su predecesora. Mantiene la esencia de la primera entrega, pero con una dirección más clara, una ambientación más rica y un control más fluido. No busca reinventar nada, y precisamente por eso funciona: porque confía en su identidad.

Tormented Souls 2 no es un título para impacientes ni para quienes esperan acción continua. Es una experiencia lenta, meticulosa y exigente, diseñada para quienes disfrutan de la tensión sostenida y los silencios largos. Una obra que confirma que el Survival Horror clásico no ha muerto, solo estaba esperando a que alguien lo tratara con respeto.

Hemos podido realizar esta reseña gracias a una clave de Tormented Souls 2 para Playstation 5 que nos ha remitido Meridiem Games.

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