El Loot de Txeron

El Valhalla es terrenal

  • Análisis. La nueva ración de Assassins Creed refina la fórmula de mundo abierto, acción y rol con la Gran Bretaña del siglo IX como emplazamiento y los vikingos como directores de orquesta

El Valhalla es terrenal

El Valhalla es terrenal

Nuestro pasado, la Historia en mayúsculas, los acontecimientos que nos precedieron hace un siglo o veinte, se han convertido en una fuente inagotable de inspiración para los desarrolladores de videojuegos como es el caso de la saga Assassin´s Creed, una de las que mejor ejemplifican que la fidelidad histórica siempre es una apuesta segura para construir una experiencia jugable con empaque, rigor y credibilidad .

Su última entrega, Valhalla, ha aterrizado hace escasos dos meses tanto en las consolas de pasada como de nueva generación y PC y supone un nuevo reto para los amantes de los juegos de acción y rol en mundo abierto. Apostando por la fórmula que tan buenas críticas se granjeó Origins en el reboot de la saga en 2017 y en la que el rol ocupa un buen espacio en su morfología y siguiendo con la mejora en el combate y el desarrollo argumental que se alcanzaron en Odyssey hace dos años, Valhalla se erige como la culminación de una idea en la que los vikingos y su marcada personalidad confluyen para ofrecernos un título que no es transgresor ni revolucionario pero sí consistente, divertido y, sobre todo, visceral. Porque si eres un vikingo y viajas a Inglaterra para saquear todo lo que se te ponga por delante, el “por favor” y el “gracias” no entran en tu código deontológico.

La recreación de la Gran Bretaña del siglo IX es soberbia. La recreación de la Gran Bretaña del siglo IX es soberbia.

La recreación de la Gran Bretaña del siglo IX es soberbia.

Y entrados en el meollo de la cuestión, si algo ofrece Valhalla sin miramientos y concesiones es la crudeza de la guerra vista desde los ojos de Eivor, nuestro personaje en esta aventura ambientada en el siglo IX, en una Gran Bretaña sumida en el caos e invadida por los vikingos. Aunque su prometedor arranque argumental tiene lugar en nuestra Noruega natal en la que la nieve y el frío se convierten en el mejor emplazamiento para ponernos en contexto a modo de tutorial encubierto de qué nos vamos a encontrar durante las más de 60 horas que nos llevará acabar el juego (siempre y cuando no seas completista porque si no apunta los tres dígitos), la historia transcurre principalmente en las islas inglesas en una invasión que nos obligará, como hilo conductor, a pactar con los diferentes clanes que ya campan a sus anchas allí para conseguir nuestro objetivo. Algo, que a la larga, a los más puristas puede llevar al hastío porque en cierto modo se estira como un chicle una historia que podría haber sido más comedida.

Acudiendo al símil, Valhalla es una especie de Juego de Tronos en el que las venganzas y las traiciones se alternan mientras profundizamos en el sino de Eivor (que puede ser hombre o mujer) y vamos progresando en su especialización y progresión con un amplio y variado abanico de habilidades y equipamiento que iremos mejorando a medida que cumplamos objetivos en el caso del primero y farmeemos en el caso del segundo (¡viva el Loot!).

Los combates son sangrientos y viscerales. Los combates son sangrientos y viscerales.

Los combates son sangrientos y viscerales.

Unos condimentos que casan a la perfección y que nos van a mantener pegados al mando y a la pantalla multitud de horas porque en Gran Bretaña hay mucho culo que patear y tesoro que saquear. Signo inequívoco de que no hay espacio para el aburrimiento.

Y hablando del emplazamiento, como ya es marca de la casa, Ubisoft apuesta por una representación gráfica de nueva generación con un mimo por el detalle obsceno y la recreación de lugares y ciudades hiperrealistas. Simplemente viajar a lomos de nuestro caballo por la angosta y lluviosa Gran Bretaña es una delicia visual. Todo ello siempre desde una vista en tercera persona para potenciar esa sensación de grandeza y por otro lado para no perder detalle de todo lo que acontece a nuestro alrededor.

Y es que perderse en sus parajes será una obligación si quieres disfrutar del gran número de misiones secundarias y actividades por hacer que van desde jugar a los dados, pasando por batallas dialécticas rimas mediante, hasta acabar con poderosos animales mitológicos. Un sinfín de tareas que pondrán a prueba tus dotes de explorador y que te sumergirán, de un plumazo, en la siempre idílica y desconocida mitología nórdica.

Si a eso se le añade una banda sonora de tintes épicos, un doblaje al español exquisito y una progresión de nuestro personaje convincente y satisfactoria unida a la de nuestro asentamiento (novedad en la franquicia), está claro que el cóctel es cuanto menos embriagador. Y siendo vikingo, lo de emborracharse va intrínseco en su ADN.

No faltará nuestro drakar para llevar a cabo incursiones y saqueos. No faltará nuestro drakar para llevar a cabo incursiones y saqueos.

No faltará nuestro drakar para llevar a cabo incursiones y saqueos.

Conclusión

Nuestro viaje al Valhalla ya tiene nombre y apellidos y es terrenal. Ubisoft ha dado en la tecla con un título que cierra la trilogía iniciada en Egipto con Bayek y culmina una fórmula que, pese a ser muy actual, ya comienza a mostrar signos de desgaste. Con Eivor, la firma gala ha trazado las líneas maestras de por dónde debe proseguir la hermandad de los asesinos tras recuperar el sigilo y potenciar su uso. Todo ello con un acabado visual que en el caso de la versión de PS5 donde hemos podido probar el juego, se mueve a unos deliciosos 60fps a una resolución 4K dinámica. Un espectáculo audiovisual en toda regla que asienta las bases de futuras entregas cuyo resultado, teniendo en cuenta el presente, es muy prometedor. Apostar por una narrativa más directa y superar el hecho de que siempre más no es mejor, son sus asingaturas pendientes. Afila tu hacha, vikingo. Gran Bretaña y sus tesoros te esperan. 

Hemos podido realizar el análisis de Assassin´s Creed Valhalla gracias a una clave que nos ha remitido Ubisoft España para Playstation 5.

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