Juan Pedro Miravete: “La ganadería de Los Vélez puede desaparecer en un lustro”
La entrevista
Su pasión por el campo le viene como herencia familiar pero teme que las nuevas generaciones se olviden del oficio
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Miravete, de nombre Juan Pedro, es un ganadero que vive preocupado por el futuro. Lleva toda la vida en la comarca de Los Vélez, que ha visto crecer y, como cuenta ahora, apagarse. Su trabajo es una pasión que lleva por bandera y para la que no cuenta las horas. Una vocación heredada de las generaciones anteriores que teme que acabe con él. En la entrevista contará su pánico ante la posibilidad de que la comarca que le ha visto crecer y hacerse un referente se pueda quedar sin el sector ganadero que le da la vida.
–¿Cuándo empezó usted a vivir del sector ganadero?
–Yo empecé por una herencia, toda mi familia estuvo metido en ello pero claro era otro mundo. Mi padre me la dejó y se podía vivir, se ahorraba dinero incluso y hoy tenemos que ir muy finos para que no nos cueste el dinero. Con la sequía ya nos pasa, tenemos que poner dinero. Esto es imposible ya
–La de imposible es una palabra que tiene una contundencia especial, ¿es tan dramática la situación?
–La sequía afecta de lleno a la ganadería, una vez que tienes que echar de comer al ganado ya afecta a todos, porque nos cuesta mucho. En las fechas que estamos, a principios de noviembre, ya sabemos que el otoño lo perdemos. Lo peor es que en las próximas semanas empieza el frío y la comida no va a llegar a tiempo como debería.
Tendría que haber empezado a llover a finales de septiembre. En las zonas más cálidas de la provincia aún se pueden recuperar pero en Los Vélez empieza el frío prácticamente ya y es verdad que sale comida, no sale la hierba, que se pone verde pero ya no sirve. Ya, con las fechas en las que estamos y la situación que hay, vamos tarde.
–¿No ha llovido nada?
–Ha caído algo en las últimas semanas pero no es lo suficiente. Me acuerdo cuandofue la DANA de primeros de septiembre, que llovió pero no era nada, eran chispeos.
Hubo un poco de humedad pero no hizo nada. Han caído diez o doce litros en dos meses, pero eso no es nada, nosotros necesitamos como poco cincuenta para poder funcionar con normalidad.
–Es verdad que este año está lloviendo poco, se quejan todos, y los temporales que ha habido no están trayendo agua en la provincia
–Esto es algo que ha pasado más años pero siempre cae algo y hay algún beneficio. Es verdad que el otoño pasado también fue malo, reclamamos pero nada, otros han sido mejores pero este año va de una manera peligrosa. Las borrascas solo secan con el viento, el aire es peor. Está rompiendo nuestro campo, parecía que se lo llevaba todo. El mal tiempo de estos días no está ayudando en nada.
–¿Tienen ya estimado cómo va a afectar al campo la falta de lluvia? Algunos agricultores sí han hecho ya sus predicciones para la campaña que acaba de empezar
–Si no llueve hay que estudiarlo pero la producción tiene que caer, podríamos hablar de un 50% en los últimos tiempos, pero hay que ver las cifras. Afecta a todo, no solo a la ganadería, afecta al campo.
Los almendros necesitan agua y los olivos, también. Eso va en perdidas para la cosecha siguiente. Si sigue así, las perdidas serán para la próxima cosecha. Nunca se acaba de recuperar uno si tiene una cosecha mala y eso va lastrando las siguientes. No es solo cuando hay una campaña mala, son las siguientes también.
–¿Cómo se resiste sin tirar la toalla ante esta situación que describís de una forma tan terrible?
–Hay gente que ya piensa en irse a probar en otras cosas. Nosotros vemos que en la ganadería afecta aún más que en la agricultura, la ganadería puede desaparecer, yo creo que, tirando por lo alto, en cinco o seis años no queda nadie aquí en la comarca de Los Vélez donde estoy. La gente que se va a jubilar, gente que lo vende... En la comarca es desesperante, ya hemos perdido un 70%. Es dramático. Quedamos pocos ganaderos.
Los Vélez tenía fácilmente 15.000, me lo han contado, y no quedarán ni 5.000. Es un tercio nada más.
Ahora mismo tengo junto a mi hermano 800 pero he llegado a tener casi 1.500. Vamos hacia atrás y pensamos ya en quitarnos. Si nos cuesta el dinero, nos tenemos que ir. Eso es algo que se cae por su propio peso.
Entre compañeros me quedo de piedra. Hay ganaderos jóvenes, uno tiene 1.200 y las tiene en venta, casi vendidas ya. Me dijo que hay gente igual que él. En nada nos quedamos sin ganadería. Nadie quiere empezar en la ganadería. Si fuera rentable, habría gente nueva que se sumaría,
aunque es un mundo muy esclavo. Habría jóvenes que querrían pero no es rentable.
–Dice usted que se trata el de ganadero de un trabajo “esclavo”. ¿Cuántas horas se puede echar en el campo?
–Ahora hay mucha comunidad y el ganado intensivo está mejor regulado, una jornada laboral normal, de siete u ocho horas, siempre que no estén criando. Se pueden echar doce o catorce horas si hay crías. El ganado extensivo no tiene horas, hay que dedicarle más. Doce si hace falta.
–Esto, me imagino, no es lo que buscan las nuevas generaciones. El apelativo “esclavo” le viene bien
–Tengo dos sobrinos y lo están intentando por otro lado. Esto se pierde, muere con nuestra generación. Da mucha pena. Con esto de la sequía tenemos que los que quedamos poder mantenernos, ya no pensando en nuevas generaciones, sino en aguantar un tiempo más. No se mantiene, sigue cayendo en picado.
–La gente está cabreada con el precio de la carne. ¿Lo entiende?
–La carne no puede estar más cara, hay gente que le cuesta mucho comprarla. Si hubiera ayudas, no habría que poner la carne tan cara. No hay nada. Solo hay inspecciones, esto de momento va al revés de
cómo tendría que ir. Es lamentable que esto ocurra así.
Los ganados se están vendiendo muy baratos, por unos sesenta euros. Así se venden, la compran empresas grandes con muchos y pueden comprar porque lo pueden mantener. Las empresas se hacen hasta sus piensos, eso nosotros no podemos. Pueden trabajar de otra forma. Es rentable.
Un ganadero que no pierde la esperanza por la crisis del agua
“Hace tiempo que vivo con esperanza pero se está haciendo muy largo. La estoy perdiendo. A la velocidad que baja el censo pensaba que ya iba a estar cortado”, cuenta Miravete, que tiene un toque amargo que impregna la larga conversación. No entiende la situación actual y no teme en dejar grabada en tinta su duda sobre lo que viene. “Se ha perdido mucho ganado en España”, explica, añadiendo, como voz de alarma, “que no se puede comer solo carne importada”. “Tienen que tomar medidas, no sé a dónde podemos llegar”, resume, haciendo un llamamiento a todas las autoridades.
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