Así eran las casas de los "almerienses" de hace 4.000 años
Historia
El Ayuntamiento de Antas ha recreado tres viviendas argáricas con todo lujo de detalles para saber cómo se vivía en la Edad de Bronce
¿Cuándo nació el asentamiento de El Argar en Antas?
¿Qué comían en El Argar hace 4.000 años?
En una meseta, junto a un río que por aquel entonces debía ser caudaloso, prosperó una cultura que fue la más prominente de la península ibérica durante unos seis siglos: El Argar. Era la Edad del Bronce, hace unos 4.000 años. Esos terrenos de lo que hoy es el municipio de Antas esconde bajo tierra aún muchos misterios, a pesar de que a finales del siglo XIX fueran excavados por Luis Siret.
Esos "almerienses" de hace cuatro milenios vivían en casas no muy diferentes de las construcciones tradicionales de hace apenas unas décadas. Eran rectangulares y estaban hechas con un zócalo de piedra y un alzado de cañas atadas con cuerdas de esparto y recubiertas de mortero. El techo era de vigas de madera y cañas. Tres ejemplos de ellas se pueden ver en Antas, a los pues del yacimiento de El Argar. Este viernes se inauguraron para hacerlas visitables al público y contar así cómo era la vida en la Edad del Bronce.
Enterrados en las propias casas
En esta sociedad existía una fuerte relación entre la vida y la muerte. Esto se evidencia en las viviendas, donde "convivían" los vivos y sus fallecidos. A diferencia de sus antecesores, por ejemplo los habitantes de Los Millares (Santa Fe de Mondújar), no había una zona diferenciada para la necrópolis, sino que los enterramientos se hacían bajo las casas o en las mismas paredes.
Estos enterramientos demuestran que la sociedad argárica estaba fuertemente jerarquizada y que la casta (o familia) era muy importante. La división en clases sociales se evidencia también en los ajuares funerarios, que podían ser mínimos o albergar decenas o cientos de piezas.
Había dos tipos de enterramientos: en cistas (enterraban el cuerpo entre cuatro piedras planas formando un rectángulo que sellaban con una piedra encima) y en tinajas (enormes vasijas de barro donde introducían los cuerpos). Los cadáveres se colocaban en posición decúbito supino, los hombres mirando hacia el lado izquierdo; las mujeres hacia el lado derecho.
¿Cómo podían convivir con el olor de los cadáveres? Según la arqueóloga Auxilio Moreno, en algunas tumbas se han encontrado ramilletes de plantas aromáticas, como lavanda u hojas de sauce.
Cereales, metales y tejidos
Volvamos a las viviendas. En las recreaciones que se han hecho en Antas se pueden apreciar las diferentes labores cotidianas que realizaban sus moradores, desde la alfarería a la metalurgia, pasando por el trabajo de las pieles y los tejidos. Auxilio Moreno es una de las arqueólogas de la Universidad de Granada que han colaborado en las recreaciones. Explica que "se han hecho con los mismos sistemas de construcción que hace 4.000 años, usando un mortero que las mimetiza con el terreno".
En la primera de las viviendas —es de un tamaño más grande de lo normal en la época, para poder acoger hasta 30 personas durante las visitas guiadas— se han recreado los utensilios que usaban para la moltura de cereales. Hay un banco de molienda, donde las mujeres se arrodillaban para moler el grano, y varios molinos de mano, formados por dos piedras y que podían mover a otra parte. El grano se guardaba en grandes vasijas, como las utilizadas para los enterramientos.
También hay molinos de minerales, pues en época argárica era muy importante la metalurgia. Ya apenas se usaban utensilios de sílex, sino que la batería doméstica y los útiles para los trabajos se hacían con metal: primero con cobre arsenizado y luego con bronce (una aleación de estaño y cobre).
En otra de las casas se ven los utensilios destinados a la metalurgia. Crisoles (cuencos con pico vertedero) donde se derretía el mineral y se vertían en los moldes, normalmente hechos con piedra de arenisca, que es más compacta y aguanta las altas temperaturas del metal. Pero en las casas argáricas recreadas en Antas también se pueden ver moldes de cerámica, que se usaban para hacer lingotes. "Normalmente se comercializaban los lingotes, más que las piezas, porque así otros pueblos podían elaborar lo que necesitasen", explica Moreno.
Hachas planas, puñales, punzones y alabardas son algunas de las herramientas que se pueden ver. Estas últimas, las alabardas, están consideradas como las primeras armas de la historia, pues se cree que fueron concebidas con fines bélicos (atacar a personas), algo que no se da con anterioridad en la historia.
En las tres viviendas recreadas en Antas hay telares, con los que estos antepasados de hace 4.000 años elaboraban tejidos. Se pueden ver utensilios como agujas, piedras de telar, peines y punzones metálicos. "Las mujeres se enterraban con punzones en su ajuar, pero los hombres no", aclara la arqueóloga.
Cada detalle de las casas argáricas inauguradas este viernes está cuidado al detalle. Hay repisas que cuelgan atadas del techo o están encajadas en las paredes —Moreno asegura que saben de su existencia por los derrumbes encontrados en las excavaciones—, plantas medicinales (importantísimas para una población como aquella que tenía una altísima mortalidad infantil), y cientos de detalles más que hacen que merezca la pena visitarlas.
Junto a las viviendas había establos, porque estos "almerienses" ya eran ganaderos. Los restos hallados en las excavaciones muestran que había animales ovicápridos, bóvidos, conejos y fauna salvaje como ciervos y jabalís.
Ya es posible saber más de la vida de los argáricos hace 4.000 años gracias a la recreación de estas tres viviendas y del futuro Centro de Interpretación de El Argar que abrirá el Ayuntamiento de Antas en unos meses. Se ha abierto una puerta a la prehistoria de Almería.
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