Por montera
Mariló Montero
Vox y Quasimodo
L Salud pública
Aunque la conocida Ley Antibotellón de la Junta de Andalucía tiene ya bastantes primaveras (entró en vigor en diciembre de 2006) y es conocida, si no por todos, por la mayoría de la población, aún hay jóvenes que se resisten a la prohibición de consumir alcohol en la vía pública. Con la llegada de la temporada de verano y la avalancha de turistas, Aguadulce y Mojácar se convierten en capitales reducto de los macrobotellones.
Se celebran prácticamente a diario, pero son las noches de los fines de semana en las que la juerga invita a centenares de jóvenes a reunirse entorno de la botellona, so pena de sanciones económicas que pueden llegar hasta multas de 600 euros. Ni Roquetas de Mar ni Mojácar dejaron escapar la oportunidad que brindó la Junta de Andalucía de aplicar la prohibición de consumir alcohol en la vía pública con una ley, no exenta en su momento de polémica, que ha dado buenos resultados en otros municipios, como en Almería capital.
Sin embargo, en la zona costera de Aguadulce (Roquetas de Mar), son numerosos los jóvenes los que se dan cita en la rambla situada junto al centro comercial 501, un espacio éste cuyos locales está ocupados en su mayoría por bares de copas y tapas. Es la zona de marcha de moda, que ha ido desbancando en las últimas temporadas estivales al Puerto, otro punto de referencia que ha sufrido años atrás los macrobotellones.
Más de un centenar de jóvenes no tiene reparo alguno en secundar las concentraciones en la mencionada rambla, jalonada no sólo por negocios de hostelería, sino también por viviendas, cuyos propietarios sufren las molestas consecuencias: noches de ruido y mañanas de suciedad y orines.
Los propietarios de los locales intentan como pueden contrarrestar la economía de la bolsa de plástico cargada de bebidas alcohólicas y refrescos. Se las ingenian para captar clientes y restar adeptos al macrobotellón con el reparto de tarjetas en las que se ofrecen las copas a un precio más bajo que suele rondar los cuatro euros. La crisis económica y también la Ley Antitabaco ha hecho resugir con fuerza este fenómeno, que está volviendo a descontrolarse pese a la legislación vigente, ordenanzas municipales y bandos de alcaldías.
En el caso del Ayuntamiento de Roquetas, la Policía Local hace por su parte lo que puede, teniendo la potestad legal de imponer multas que oscilan entre los 60 y 600 euros para los jóvenes infractores. La Ley andaluza también permite penalizar hasta los 60.000 euros e incluso con el cese de actividad a aquellos establecimientos que expendan bebidas alcohólicas una vez pasadas las diez de la noche.
El Ayuntamiento de Roquetas, que asegura no haber recibido quejas todavía por parte de los residentes en la zona también conocida como las fases, contabiliza 30 multas impuestas a jóvenes en lo que va de verano por consumir alcohol en la vía pública. Entre los sancionados, los hay menores de edad cuyos padres serán informados de la actividad de sus hijos, debiendo hacerse cargo del pago de la multa.
Los macrobotellones también sobreviven en Mojácar. "Viernes: llegada e instalación. Paseíto panorámico por los alrededores, cervecitas, cena y botellón". "Tenemos 18 años. Queremos y vamos a ir con muchas ganas de fiesta. Poner sitios donde vaya mucha peña a hacer el botellón y movidas de estas".
"Sólo puedo decir una cosa: Nunca más. Este apartahotel estaba lleno de adolescentes y post-adolescentes descerebrados haciendo botellón en las habitaciones hasta altas horas de la madrugada. Los únicos mayores de 30 años éramos nosotros y un matrimonio con una niña pequeña. El resto (y el hotel estaba completo) estaba literalmente ocupado por grupos de despedidas de solteros/as y de fin de curso. El alboroto que había a las dos o tres de la mañana era el mismo que se oye al pasar por un colegio a la hora del recreo. Gritos sin parar, gente ligando de balcón a balcón, portazos a mansalva. Indescriptible. Nos quejamos en recepción, pero fue inútil. Cuando sobre las 03:00 horas o así estos grupos ya habían decidido que era hora de marcharse con la música a otra parte, te dejaban un ratito de relativa tranquilidad para luego volver a partir de las 06:30 horas por tandas y gracias al alcohol más ruidosos, si es que esto era posible, así que de nuevo voces, risas, portazos, muebles arrastrados, en fin, una auténtica pesadilla. Además, las habitaciones dan a los pasillos comunes de entrada, por lo que es imposible no oír a la gente entrar y salir".
Cualquier parecido con la realidad de los anteriores comentarios es absolutamente cierto. No hay más que entrar en internet y comprobarlo. Mojácar, a pesar de las ordenanzas, de las actuaciones policiales, es el botellódromo de la comarca del Levante almeriense. Según testimonio de residentes y turistas. "Éste llamado turismo económico se reduce simplemente a turismo de borrachera procedente de localidades vecinas y no tan vecinas: desplazamientos cortos y nulo gasto hotelero y comercial. Mojácar tiene unos hoteles con excelentes instalaciones y a precios muy competitivos, es muy triste para los que han apostado por Mojácar, tanto por su trabajo como con su dinero o como su lugar de retiro o residencia, ver como todo se derrumba". Sobran más comentarios.
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