Andaluces en el vuelo maldito

Dos familias completas, una malagueña y otra jiennense, desaparecen en el accidente del JK5022 · Huelva también está de luto por la muerte de Gabriel Guerrero, auxiliar de vuelo

Una prima del matrimonio jiennense fallecido en el accidente junto con su hija.
Una prima del matrimonio jiennense fallecido en el accidente junto con su hija.
Redacción

22 de agosto 2008 - 01:00

Antonia Martínez Jiménez, 27 años, natural de Úbeda, podrá contar el horror que se cernió minutos antes de las tres de la tarde sobre el vuelo de Spanair en el aeropuerto de Barajas. Ella tiene la suerte de engrosar la nómina de supervivientes. Esta auxiliar de vuelo, procedente de la base operativa en Barcelona, y que se encontraba en tránsito, tuvo más suerte que otros paisanos suyos. Ahora se encuentra internada en el hospital La Princesa de Madrid con quemaduras en el rostro y un brazo roto, así como varias costillas lesionadas. Aunque su pronóstico es grave, evoluciona favorablemente.

No podrán decir lo mismo dos familias completas de Málaga y Jaén, que perdieron la vida en la catástrofe. La primera estaba compuesta por Alejandro Villanueva, de 38 años, que falleció junto a su esposa, la canaria Carmen Isabel Santana, y sus tres hijos de 4, 10 y 12 años.

La pareja se había conocido en Málaga cuando la esposa estudiaba Magisterio. Hace 14 años se afincaron en Las Palmas, donde ella era maestra y él trabajaba en una empresa de mantenimiento de piscinas. La familia se mantenía unida a Málaga, a donde acudían a visitar a sus familiares cada año. El miércoles volaban de regreso a Las Palmas después de un periodo de descanso que habían aprovechado para visitar parte del centro y norte de España.

La segunda familia andaluza que ha desaparecido por completo en la tragedia de Barajas era la compuesta por Juan Muriana López, de 36 años, Mercedes Martínez Conde, de 34, y su hija Mercedes, de seis años, que viajaban a Canarias de vacaciones. Naturales del municipio jiennese de La Guardia, el el teniente de alcalde de la localidad, Antonio Godino, señaló que en el pueblo, "una vez que se conocieron los primeros datos sobre el vuelo, aumentó la preocupación, ya que sus familiares sabían que habían embarcado en el avión".

Godino comentó que se trataba de una familia "muy conocida" en el pueblo, ya que Mercedes Martínez regentaba una peluquería desde hacía quince años, mientras que su marido era electricista y "había trabajado en un buen número de casas del pueblo"

Y en Huelva lloran la pérdida de Gabriel Guerrero Durán, un joven onubense de 32 años que también figura en la escalofriante lista de víctimas. Su nombre no aparecía en el listado de pasajeros. Tampoco formaba parte de la tripulación oficial del fatídico vuelo. Gabriel, auxiliar de vuelo, viajaba en el JK5022 porque le correspondía trabajar en el trayecto de vuelta a la península, confirmó una tía paterna del fallecido, Angélica Guerrero.

Antes de que la catástrofe conmocionara a Huelva -la constatación del fallecimiento del joven se producía en la mañana de ayer-, la desgracia golpeaba con toda su dureza un domicilio del Pasaje Manuel Machado, donde viven sus padres y hermanos. El dolor impactó al grupo Scout Saltés, al que estaba vinculado Gabriel Guerrero y toda su familia, y al Colegio Santo Ángel, en el que su madre trabaja como profesora.

Los familiares del joven onubense no tendrán que esperar las huellas de ADN para identificar su cuerpo. Tras la noche más dolorosa de su vida, el propio padre de Gabriel, Vicente Guerrero, tuvo que enfrentarse ayer al momento más duro: reconocer el cadáver de su hijo. El rostro de Gabriel, presentaba arañazos pero "no estaba deteriorado y su padre lo reconoció fácilmente", explica su tía entre sollozos y apenas sin voz. Los restos mortales del joven auxiliar de vuelo serán incinerados hoy mismo en Madrid, mientras en su ciudad, Huelva, las banderas a media asta del Ayuntamiento anuncian duelo en su memoria desde el mismo momento de la confirmación de su fallecimiento en el accidente del JK5022.

Gabriel era el segundo de cuatro hermanos y trabajaba para Spanair desde hace algo más de dos años, cuando dio un giro a su trayectoria profesional porque, según su entorno, "le atraía y gustaba eso de volar". Se dio de baja en el padrón de Huelva en 2002 para trasladarse a Coslada (Madrid) y, en los últimos meses, tenía base en Barcelona.

Hasta el momento en el que decidió formarse como auxiliar de vuelo, trabajó en temas informáticos (estudió Ciencias Electrónicas en La Rábida) en Madrid y también en Irlanda durante un año aproximadamente, destino que eligió para perfeccionar el idioma al mismo tiempo.

"Activo y una fantástica persona", como lo definen quienes lo conocían, Gabriel era un joven polifacético. A lo largo de 2006, estuvo trabajando como disc jockey en El Buda de Aqualón, al que regresó alguna que otra vez para pinchar porque le gustaba la música.

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