Atada en un arcén, amarrada al cariño

Ángela se juró no volver a tener perro hasta que se encontró con 'Lola' Ella camina siempre al lado de Ángela, por nada del mundo aguantaría otro abandono

'Lola' en los brazos de Ángela.
Ricardo Alba Mojácar

06 de enero 2015 - 01:00

Si no fuera porque el borreguito lleva ahí puesto desde el año 1944, 'Lola' podría ser la estampa en los envases de la marca Norit. Parece tejida con lana blanca blanqueada de blanco recién escarmenada. Ángela no quería perros en casa, pero que no le toquen a su 'Lola'. ¿Y a qué es debido el nombre, 'Lola'? Ángela aparta la vista y las manos de los bolillos, cesa el clic-clic-clic-clic que acompaña la conversación. Es el instante en que uno se pregunta por qué ha hecho la pregunta. ¿O es que Charo, la del Torreón, no le puso 'López' a su perrazo porque le dio la gana? Pues ya está.

El veterinario le dijo que el animal, o sea, 'Lola', tenía dos años aproximadamente cuando la recogió. Estaba atada al quitamiedos de la carretera. "Debió pasar un infierno de malos tratos; al principio no se comportaba normalmente, cuando caminábamos no se despegaba de mí, venía detrás, nunca delante. Oía una voz de hombre y 'Lola' se encogía, esperaba el golpe. Ahora ha tomado ya confianza aunque si me alejo un par de pasos no me quita ojo, va detrás de mí donde yo vaya, si me levanto viene a mi lado, no se me despega". Cuenta su madre que cuando Ángela sale de casa 'Lola' se queda detrás de la puerta. Ni, golosinas, ni caricias, nada, pegada a la puerta, regresa Ángela y 'Lola' revive, se relaja.

La vivienda de Ángela tiene acceso directo a un espacioso jardín comunitario, el trecho que la separa de la playa de Mojácar. 'Lola' no pisa el césped si antes Ángela no se lo permite. Una vez que patea la hierba, esta mascota peluda que ha permanecido quieta a los pies de su salvadora, brinca que da gusto. Ángela le tira una pelota de tenis para las fotos. 'Lola' corre veloz y vuelve con ella en la boca. Una de las veces tardó más de la cuenta en volver, se entretuvo en perseguir a un gato que se curvó erizado antes de salir escopeteado como una bala. 'Lola' se revuelca sobre la hierba, rueda y rueda sobre su lomo, señal, dicen los expertos, de que se encuentra segura y en armonía. Ángela, una caridad, ¿esta perrita de qué marca es? "'Lola' no tiene marca, ¿qué te crees que es un coche? Es una cruza de caniche con perro de agua español, una raza con el pelo largo estilo afro, muy rizado". Pero, ¿cómo va a venir del caniche? "Ay, la ignorancia, hay caniches así de altos", Ángela levanta el brazo hasta su cintura.

'Lola' es sociable, mucho, "se relaciona estupendamente con los perros, no les ladra, no llevo miedo con ella de que les vaya a gruñir o a ladrar sean del tamaño que sean. Y con las personas igual, ella se acerca a saludar y si ve que no, que no hay respuesta, se aparta y ya está, no molesta. Además, no se le ocurre subirse al sofá, a la cama, ni pide a la gente que come en la mesa". Tiene una debilidad: el jamón. Es percibir el afilar el jamonero y se pone debajo a coger las migajas, que de tonta ni un pelo de la pelambrera rizada que tiene. "Y ahí donde la ves, se ha hecho andando desde la Cala de San Pedro hasta Las Negras, ida y vuelta". Dos horas y media de caminata, aunque la buena se la metió entre pecho y espalda haciendo el camino de Santiago, "a trozos andando y a trozos en vehículo", puntualiza Ángela.

Tal vez, cualquiera sabe, allí, en la plaza del Obradoiro, 'Lola' habrá cumplido la promesa de cuando se vio atada al quitamiedos de la carretera, de cuando pasó todo el pánico del mundo, de cuando sintió lo que es ser abandonado, porque lo sintió como hay un dios de los perros, de las mascotas, como hay un infierno para quien maltrata a un ser vivo.

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