Calle Real de la Cárcel (II)

Altiva y plebeya, burguesa y bullanguera, la calle de La Mar fue coronada cuando un ramalazo regio recorrió España. Atrás quedaba la cultura musulmana y comenzaba un nuevo imperio.

Antonio Sevillano

04 de septiembre 2016 - 10:00

QUEDÁBAMOS ayer en los alrededores de la Puerta del Mar, abierta en el lienzo meridional amurallado de Jayrán-Zuhair, frente a la actual fuente de Perceval-Langle y el primitivo alfolí de la sal; en la cercanía de las atarazanas califales y el (posterior) baluarte de La Trinidad. En el embrión abigarrado de la que sería destacada arteria urbana, peatonal y abierta al tráfico rodado; rodeada de gremios y comercios, mesones y casas de putas en el s.XV-XVII. En el Libro del Repartimiento, rescatado en el AMAL por Cristina Segura, son 17 las citas sobre la mancebía Nueva (de la Vizcaína, mujer de Pero de la Puebla) y Vieja (de Sanjuán), ambas en las feligresías de Sta. María, san Juan y san Pedro y san Pablo:

-Diéronse a Pedro Oropesa un solar a espaldas de la casa de la Vizcaína y un Mesón que fue de Fernando de Xerez, en la calle Real cerca de la Puerta de la Mar…

-Diéronsele unas casas en la colación de San Pero y San Pablo, en la calle que va a la mancebía vieja que alindan con unas tiendas que son del Rey…

-Diéronse unas casas en la calle que va a la mancebía, que fue primero de Sanjuán, hombre de la mar…

En un serio trabajo sobre la prostitución veríamos que esta era la zona "caliente", común a las ciudades portuarias, para clientes propios y marinería ajena. De aquí fueron desplazadas calle Real arriba hasta al sórdido barrio chino de Las Perchas, con un pronunciado intermedio temporal en la plaza del Lugarico (Masnóu); domicilio de canónigos; del cantaor-trovero-guitarrista Francisco Segura "Ciego de Playa" y el bar La Macarena, del rejoneador Fermín Cañadas: punto tradicional del cante por saetas y declarado "casa non sancta" por la cofradía de La Soledad. Procedente de la Plaza Vieja otro establecimiento escasamente recomendable: el calabozo del Cabildo trasladado a este tramo (XV) y que al ser reformado, al finiquitar el XVII, se convirtió en Cárcel del Partido, dando nombre a la totalidad de la calle. Dado su estado ruinoso, habilitaron otro en el solar contiguo -obra en 1789 del acreditado arquitecto Juan Antº Munar- que, al cerrarse en los años veinte, ocupa la posterior bodega El Patio, también clausurada. Mientras, en la primitiva se instaló un picadero de caballos.

POSADAS Y ERMITAS

Perteneciente a las parroquias de Santa María (catedral), san Juan y san Pedro y san Pablo, la presencia (e influencia) de la Iglesia es más que notable. Relacionamos, de abajo a arriba, los espacios abiertos al culto. Aunque antes, valgan unas líneas para recordar un establecimiento hostelero de reconocida modernidad en su época: Posada de la Mar, a expensas de Diego de Entrena Cejalvo, gobernador Político y marqués de La Puebla de los Valles. Tal rezaba la leyenda en piedra surmontando la puerta central: "Posada de los Condes de la Puebla de los Valles, Gobernador y natural de esta ciudad: 1784". Y esto lo manifestado al conde de Floridablanca dando cuenta de sus logros en el cargo: "Y últimamente construido una posada a mis expensas de tanta extensión y comodidad que con dificultad habrá otra en todo el Reino".

Pues bien, con total desprecio e impunidad el inmueble fue derribado y la ornamentación desaparecida. Adosada a la monumental Puerta del Mar de tres arcos, se alzaba la ermita de san Francisco de Paula, oratorio público propiedad de José Leal de Ibarra, vendida en 1842 para aprovechar sus descombros. Huyendo de los ataques berberiscos, en la segunda mitad del s.XVI, aquí se vinieron desde san Sebastián extramuros los frailes de la Trinidad; orden masculina (con dominicos y franciscanos) de fundación real tras la "conquista". En la esquina con la hoy c/.Gerona edificaron convento e iglesia. En el primer tercio del XIX sufrió la desamortización gubernamental de Mendizábal-Madoz (salvo una huerta aledaña con condición de realenga). La obra de fábrica la vendieron al mejor postor, mientras que imágenes y enseres litúrgicos fueron trasladados a distintos lugares de culto.

El 8-V-1842 el jefe Político y Militar, Gerónimo Muñoz, incoó el expediente "Sobre quitar de las calles las efigies de varias imágenes para evitar los desacatos consiguientes", expediente del que me ocupé en su momento. Entre ellas se hallaba la hornacina que presidía las Cuatro Calles, esquina a Eduardo Pérez. Propiedad de José Belver, su albacea, José Vilches, fue conminado por el Ayuntamiento a ocultarla en el plazo de ocho días.

Tras superar las tres fachadas (Real, Infantas, Campomanes) de las Religiosas del Servicio Doméstico -pared con pared al Archivo Histórico- y el oratorio del Cristo del Portal (patrón de los carboneros), llegamos a la ermita de San Gabriel, la de mayor veneración entre las capas populares junto a San Antón, Puerta del Sol y San Cristóbal. Ya citada en el Libro de Repartimientos, su privilegiada ubicación en el cruce de las calles Real y Tiendas, hito divisorio de tres parroquias (San Juan, Santiago y San Pedro), se configuró como la genuina ermita a intramuros. Por aquí discurría la procesión del Corpus -entoldado el altar para la custodia y alfombrada la calzada de romero, albahaca y mastranzo- y Entierro de Cristo, no en vano se trataba de la antigua "estación" o carrera oficial. De vecino tenía al convento de Las Claras, al que volveremos al historiar la calle de Las Tiendas-Jovellanos.

En su solar, frente a Casa Puga, edificaron a finales del s.XIX el edificio en cuyos bajos abrió sucesivamente Papelería de los Ferrocarriles, Confecciones Blanco y Negro e Isla de Cuba (sucedido por Tejidos Alacid). Propiedad antaño del bodeguero Manuel Aranda, ahora lo es de Francisco Gómez, ocupándolo los bares de tapas EntreMares y La Plazuela. La demolición de San Gabriel fue adjudicada (marzo, 1842) a Cristóbal Rodríguez en 4.300 reales. Varias son las rutas temáticas con la calle Real como destino: personajes, edificios públicos y privados, librerías y periódicos, comercios, etc. Y es que hasta que el eje Puerta de Purchena-Paseo no le restó protagonismo, era la zona comercial por excelencia. He aquí algunos nombres y enriquezcan ustedes el listado: La Merced, El Siglo, París-Madrid, Las Filipinas, Las Carolinas, Olga, librerías de Mariano Álvarez, Cordero y Leseduarte, Confitería la Sevillana, Droguería Toro… Reseñados ayer distintos mesones, añadimos otros del ramo: Fonda el Malagueño, Cervecería Inglesa, Casa Joaquín, La Marina, Bodeguilla de Pepe, El Arco, Los Andes, La uva de Oro, Lupión, etcétera.

La cercanía al Hospital Provincial propició asimismo la apertura de consulta de numerosos médicos, entre ellos el director de la institución, Antonio Villaespesa Quintana. Frente a su portal, el almacén de Medicamentos y Drogas de José Mª Molina Sánchez y, más o menos cercanos, dos boticas clásicas: Juan Salvador Martos (Cuatro Calles) y Farmacia el Globo (Central), hoy responsabilidad de nuevos licenciados.

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