Ciudades cenicero
El gesto de arrojar colillas al suelo no está castigado por la sociedad, aunque sí existen sanciones administrativas en municipios como la capital La escasez de multas contribuye a su fomento
No es nuevo. Almería, como el resto de las ciudades de España, está plagada de colillas. Bien lo sabe el que las tira, pero mejor aún el que las recoge. Una ciudad como Almería puede retirar del suelo más de 30 kilogramos de colillas al día. Así que hay que juntar muchas para llegar a ese peso. Pero no es un problema municipal, los servicios de limpieza de las grandes ciudades de Almería realizan su trabajo, es de conciencia social, del poco o nulo castigo que existe a fumar en la calle y de la escasez de sanciones por arrojar esta parte del cigarro al suelo. En la teoría, sí que se penaliza administrativamente y bajo sanción económica, pero en la práctica, eso apenas sucede.
La ordenanza municipal de Medio Ambiente de la capital almeriense establece en su artículo 8 que se prohíbe arrojar a la vía pública todo tipo de residuos como colillas, cáscaras, papeles o cualquier otro desperdicio similar. Quienes transiten por las calles, plazas, jardines y otros espacios libres públicos y quisieran desprenderse de residuos de pequeña entidad, como los anteriormente mencionados, utilizarán las papeleras instaladas a tal fin. Las multas van desde los 36 euros hasta los 90, aunque, en este caso, el objetivo es disuasorio, invitar al infractor a que no se realice este tipo de comportamiento, que no solo afea a las ciudades, sino que también puede llegar a contaminarlas.
De hecho, en 2001, el Área de Medio Ambiente repartió miles de ceniceros ecológicos de bolsillo para contribuir al mantenimiento y limpieza de las calles de la capital. Se trataba de unos ceniceros cuyo interior está recubierto de una capa ignífuga que permitía a los fumadores depositar dentro las colillas y que puede ser reutilizado tantas veces como sea necesario.
Pero eso tampoco ha funcionado. No hace falta que el Ayuntamiento los reparta para ser consecuentes con la limpieza y el cuidado del entorno, pues también pueden ser adquiridos en cualquier establecimiento dedicado a la venta de productos para fumadores.
El fumador que no encuentra en la calle un cenicero comunitario (y el que lo encuentra) tira la colilla al suelo. La imagen no se concentra en un único punto exclusivo de la ciudad, pues fumarse se fuma en todos los lugares. ESo sí, hay puntos donde las cantidades son mayores, algo que también depende del día de la semana. Recoger las colillas en las cuatro calles un domingo por la mañana implica un mayor esfuerzo, ya no solo porque hay más, sino porque va acompañada de chicles, vasos e incluso botellas. De todo un poco. Es decir, la práctica de fumar, en muchos casos, va acompañada de otras actividades que ensucian. Por eso, mentalizar a la población de no llevar a cabo un determinado uso de su estilo de vida, puede afectar también al resto, estilo castillo de naipes. Pero no, de momento, en España, en Almería, eso no se ha conseguido. No está penado socialmente y tampoco en forma de multas. Así que se hace y se seguirá haciendo.
Pero, sin duda, el elemento que más trabajo da a los operarios de limpieza son los chicles. El Ayuntamiento de Almería posee máquinas hidrolimpiadora que funciona con agua a presión a una temperatura de 80 grados. una limpiadora de alta presión que gracias a la temperatura a la que sale el agua se está utilizando para eliminar los restos de cera que han quedado sobre la calzada y aceras tras la celebración de la Semana Santa. Una vez finalizadas estas labores, la máquina hidrolimpiadora se utilizará también para la eliminación de chicles y para la limpieza de cualquier suciedad resistente que las máquinas convencionales no hayan logrado eliminar. La máquina hidrolimpiadora dispone de una manguera de alta presión de diez metros y cuenta además con un brazo giratorio que alcanza un rendimiento de superficie de hasta 10 veces mayor que con métodos convencionales. El Gumwand se compone de un pequeño recipiente de LPG, de un depósito para el líquido limpiador, de una batería recargable y de una pequeña bomba de limpieza. Convierte de manera instantánea el chicle en partículas de polvo, las cuales son eliminadas sin dejar residuos y sin derrochar agua. Otra de las cualidades de este aspirador que ha convencido al Ayuntamiento es que no genera ruido por lo que puede ser empleado incluso durante las horas de descanso sin temor a recibir quejas vecinales.
Un trabajador de la limpieza comentaba a Diario de Almería que a pesar de que las calles cuentan con muchas papeleras, la gente "casi que no las utiliza para tirar los chicles sin saber el trabajo que cuesta después quitarlos del suelo".
Más Almería a ras de suelo: las cacas de perro. El Ayuntamiento lanzó una campaña de concienciación porque se estaba alcanzando un punto de casi no retorno, donde los escrementos se contaban por losas. En la campaña se informaba de las multas, entre 75 y 500 euros que puede imponer a los propietarios de perros que infrinjan la ordenanza. El objetivo no era multar, la Policía Local comenzó actuando apercibiendo a los infractores y tomando los datos personales al objeto, en el caso de reincidir, de proceder a la imposición de multas.
Hay puntos de la capital, caso de El Zapillo, en el que los propios vecinos se han mostrado en varias ocasiones cansados de encontrarse extrementos por la calle. Incluso se han creado paneles invitando a los dueños de perros a recogerlas. Piensan que esto puede influir en el turismo. El motivo principal son los excrementos de aquellos perros que sus dueños no recogen.
Almería ha sido varias veces premiada por ser limpia, pero los premios deberían ser destinados al civismo.
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