Félix Grande, la palabra silenciada 5302

Flamenco. Un abuelo guitarrista y su origen y crianza en la periferia andaluza (Extremadura y La Mancha) explican la pasión por el Arte Andaluz del poeta, narrador y ensayista fallecido

Félix Grande, la palabra silenciada 5302
Antonio Sevillano

08 de febrero 2014 - 01:00

NO logró amordazarle la censura ni tronchar su discurso el gremio de envidiosos. Ha tenido que ser un maldito cáncer de páncreas quien acallara una prosa brillante, un poemario tierno y áspero a la vez; un ideario reivindicativo, comprometido con la verdad de quienes se alinean con los desfavorecidos. Un cáncer finiquitó a Félix Grande Lara nacido en Extremadura (Mérida, febrero de 1937) cuando las tropas franquistas aún no habían alcanzado la raya de Portugal. Extremeño de origen, pero recriado bajo el manto nada protector de la penuria y escasez de la posguerra en Tomelloso, en La Mancha vinatera y parda de molinos y sarmientos. Una infancia de cabrerillo pareja a la de su admirado Miguel Hernández, más "pastor que él", decía, pero "menos poeta"

Su biografía humana y literaria (poesía, teatro, narrativa) está profusamente contada desde Las piedras y Taranto (Homenaje a César Vallejo) hasta La cabellera de la Shoa. Y cantados sus premios Adonais (1964), Nacional de Poesía (1978), Nacional de las Letras Españolas (2004) y la dirección de Cuadernos Hispanoamericanos. Y, quizás menos, los títulos que colmaban su pasión irrenunciable: Memoria del Flamenco (Premio Nacional de Flamencología, 1978), Agenda Flamenca, Once artistas y un dios, Paco de Lucia y Camarón de la Isla, etcétera.

Que yo sepa, solo José L. Masegosa y Pura López han tenido el gesto de recordar su figura en la prensa local. Pero ningún "flamencólogo" -a él tampoco le agradaba el epíteto puesto en circulación por González Climent- de los que abundan en Almería se ha dignado reunir unas palabras de reconocimiento a su entrega sincera a la causa flamenca. En fin, ca uno es ca uno.

La primera vez que Félix Grande vino a Almería, creo, fue el 11 mayo de 1984 a pronunciar el pregón con el que la peña El Taranto abría su XIII Semana Flamenca. Entonces yo no era socio (ahora he dejado de serlo) y del contenido de su prédica solo supe el título ("El Flamenco: más junto que una lágrima") y lo que en esencia resumió Equipo Alfredo en Diario Ideal: "El tema central de la charla fue la petición de que se supere la vieja polémica sobre el papel de los gitanos en la gestación del Flamenco".

Su siguiente visita se demoraría hasta marzo de 2007, invitado a la conferencia inaugural ("El cancionero anónimo olvidado") de las jornadas del III Festival de Poesía del Mediterráneo. Poesía y Flamenco", organizadas por la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco en el salón noble de la Delegación de Gobierno de la Junta (antiguo Casino Cultural) y clausuradas con un recital de Lebrijano y la guitarra de su sobrino Pedro Mª Peña. Ahí tuve el placer de presentarlo y departir amplia y amablemente con el poeta, amén de acompañarle durante su estancia en Almería. A esta le siguió una charla en el Aula de Literatura de Roquetas de Mar, auspiciada por la concejalía de Cultural del Ayuntamiento de la localidad a principios de junio de 2011. Aún pude saludarle en su última visita a la ciudad el 4 de octubre del mismo año. En esta ocasión la invitación partió de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UAL. Con una versión corregida y aumentada de la antedicha "El cancionero anónimo olvidado", volvió a reclamar la importancia capital de la poesía en las coplas flamencas, a veces "ninguneadas por los flamencólogos".

MEMORIA DEL FLAMENCO

Lo conocí al año siguiente de fallecer Camarón. Fue en una de las legendarias veladas ("Por tarantos de Almería en Madrid") organizadas en el Colegio Mayor "San Juan Evangelista", el viejo Jhony, por el paisano y amigo Alejandro Reyes. Era la época en que la viuda del cantaor de la Isla mantenía agria disputa crematística con el entorno familiar de Paco de Lucía, a quien Félix Grande idolatraba.

La siguiente tuvo a Sevilla como marco y a su Universidad y al Centro Andaluz de Flamenco (con sede en Jerez y dirigido por Calixto Sánchez) de anfitrión. Coordinada por la antropóloga Cristina Cruces Roldán, se celebró en noviembre de 1997 las Primeras Jornadas sobre Bibliografía Flamenca; en ellas nueve investigadores del fenómeno jondo analizamos y debatimos las, a nuestro juicio, las catorce obras publicadas más influyentes de todos los tiempos, desde "Escenas andaluzas", de Serafín Estébanez Calderón, a "Flamenco de ida y vuelta", de Miguel Espín y Romualdo Molina. Todos los títulos, análisis y conclusiones están recogidos en el libro "La Bibliografía Flamenca, a debate" (1998) y en él se incluye, naturalmente, "Memoria del flamenco", glosada por la citada Cruces Roldán

PERSECUCIÓN

Los gitanillos del Puerto

Fueron los más desgraciados

Que a las minas del azogue

Se los llevan sentenciados…

Libre como el aire, libre como el viento, como las estrellas en el firmamento… El ancestral grito de libertad lanzado allá por el lejano siglo XV, cuando el pueblo gitano expulsado de Europa puso sus pies en la península Ibérica, aún no ha obtenido la aceptación reclamada a una sociedad occidental que se autocalifica de civilizada. Pregunten si no lo que ocurre en Francia, Italia o Bélgica. O en la misma España sin ir más lejos, aunque menos. Y esto desde los ínclitos Reyes Católicos (¿por qué llaman catolicismo a lo que solo fue genocidio?) y su maldita pragmática de expulsión o esclavitud dictada en 1499 en Medina del Campo, a las que seguirían otras aún más crueles y que incluían la pena de muerte. A partir de aquellas leyes despiadadas, Félix Grande elaboró el más hermoso alegato literario a favor del gitano. El más lacerante relato de los sufrimientos padecidos por la etnia calé. Seis páginas en forma del libreto que acompañan y justifican a "Persecución", disco grabado por un pletórico Juan Peña "El Lebrijano", con las guitarras de Enrique de Marchena -Philips, 1976- y Pedro Peña.

Un elepé revolucionario en el mundillo del vinilo tanto por la temática -condena a galeras y a la esclavitud en las minas de azogue de Almadén- como por el intento de incorporar dos nuevos "palos" -Caravanas y Galeras-, a los estilos flamencos ya existentes. Quince temas iniciado con la voz narradora del propio autor (Canto anónimo) que acompaña todo el L.P. y al que siguen bulerías, tientos, romance, tangos, toná, seguiriya y dos tarantas: Libres como el viento, Sangre, sangre; No le temblaron las manos, Mando que en sesenta días, Finales del siglo XV, Mi condena, ¡Ay!, canalla Miguel Rodríguez, Que dolor, que dolor; A veinticinco mineros, En el siglo dieciocho, Seguiriya coral y Me viene siguiendo.

Sus letras y el contenido histórico que lo sustenta debieran ser de lectura obligada en cualquier centro educativo andaluz, en especial los que acogen en sus aulas a chicos y chicas gitanas. A título de sugerencia, sería igualmente de desear su divulgación por el Secretariado Gitano de nuestra ciudad como ejercicio de memoria colectiva, de conocimiento de sus raíces y de respeto, admiración y pleitesía a sus primeros ascendientes. Yo no tendría tampoco inconveniente en publicar en estas páginas su contenido, debidamente resumido dado lo extenso del riguroso y poético texto.

Ilustraciones:

1ª) La delegada de Cultura, Félix Grande y el que esto suscribe

(Fotografía Fernando Díaz)

2ª) Carátula del disco "Persecución"

Antonio Sevillano

Diario de Almería, sábado 8 de febrero 2014

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