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Feria 1910, Palha y Relampaguito

Feria 1910, Palha y Relampaguito

30 de octubre 2010 - 01:00

SALVO invitaciones muy concretas o institucionales, hace tiempo que deserté de saraos y cuchipandas en favor de este o de aquel, con méritos o sin ellos; en ocasiones inducidos por el propio homenajeado. En el caso de la cena-convocatoria (previo preceptivo pago de su importe) de la almeriense Asociación de Amigos de Palhas, liderada por el entusiasta Antonio Berenguel, era distinto. El pasado día 9 reconocía el compromiso de Diario de Almería por la información taurina continuada, sin cicatería de espacio y alejada de los ecos de sociedad. Entre los galardonados se encontraban, además, los amigos Benjamín H. Montanari y Baltasar Gálvez, crítico, fotógrafo y compañeros en este medio. No podía faltar a la cita y no falté. Allí supe de un éxito del paisano Relampaguito para mí un tanto confuso: el corte de una oreja a "Cucharero", en la segunda de la Feria-1910. La redonda onomástica -un siglo- me dicta la crónica de hoy.

DIANA Y TRACA

Braulio Moreno Gallego -alcalde que dio nombre al tramo que discurre del Arco de la calle Real al Hospital Provincial- firmó el programa de la Feria de 1910 a desarrollar del 18 al 30 de agosto. La carestía de vida, analfabetismo, paro y emigración -preferentemente a Orán, Brasil y Argentina- se heredaba año tras año. No obstante, proseguía la exportación minera (hacía un lustro largo de la inauguración del Cable Inglés), el embarque de uva y una leve reactivación de las obras públicas, amén de remitir el conflicto con las kábilas rifeñas que hicieron suspender prácticamente los festejos del año anterior. Sí hubo en cambio que lamentar días antes el hundimiento, por colisión, del vapor "Martos" -a la altura de Gibraltar-, con numerosos pasajeros almerienses desaparecidos.

En este marco de tranquilidad y desazón a la par, sesenta mil capitalinos censados dispusieron de atrayentes actos y espectáculos. Sufragadas unas por el Ayuntamiento y otras por la Junta de Defensa del Comercio local: funciones religiosas en honor de la Virgen del Mar y ofrenda laica a los Mártires de la Libertad; fuegos artificiales y sesiones cinematográficas en el cauce seco de la Rambla; cucañas, remo y natación en la Bahía; verbenas en el Barrio Alto y Plaza Pavía, fútbol en el andén de Costa… En cualquier caso, las más concurridas resultaron los Juegos Florales con Álvaro de Albornoz de mantenedor (fue Presidente del Gobierno republicano en el exilio); unos novedosos "Juegos Olímpicos" a cargo de atletas del Oranesado francés en la plaza de toros y la presencia -concurso incluido- de cinco experimentadas bandas de música: la Municipal, la militar del Regimiento Córdoba, dos civiles y una de trompetas de Orán. Estas acompañaron a los deportistas y concejales del Municipio norteafricano que, en visita de cortesía, desembarcaron del vapor de línea; ediles a los que debemos sumar varios miles de forasteros llegados asimismo en trenes "botijo" de Granada. No es de extrañar que los dos fines de semana feriados el Real se viese concurridísimo alrededor de las casetas distribuidas por el Paseo, Bulevar, Conde Ofalia (tiovivos, voladoras y "cacharricos" para niños) y conciertos musicales en el Malecón de San Luis (a espaldas del Hospital). Y claro, la ansiada doble ración doble taurina.

CAMPO BRAVO LUSO

La antigüedad de la cabaña brava en el campo lusitano se remonta al primer tercio del siglo XIX, tras el regalo de Fernando VII a su sobrino Miguel I, rey de Portugal, de cincuenta vacas y dos sementales. Vacada formada con sangre Vistahermosa y Cañadas, es decir, de casta y origen vazqueño que pastoreaban en el Real Sitio de Aranjuez. Tras la pérdida de la tutela regia, donaciones y otras vicisitudes, un lote llegó, por compra en 1848, a manos de Antonio J. Pereira Palha. No obstante, sería su hijo, José Pereira Palha Blanco, casado con una malagueña, quien daría antigüedad formal en 1871 a la prestigiosa ganadería. Aunque su padre ya había lidiado en Madrid, él tienta, selecciona y reduce drásticamente las 500 cabezas heredadas, para posteriormente añadir nuevas hembras vazqueñas.

Existe abundante bibliografía al respecto a disposición del aficionado, incluido el Cossío ("caracterizada por la dureza y trapío de sus toros, ha mantenido un cartel bien alto a lo largo de todo el siglo"); en mi caso, y gracias a los buenos oficios del amigo Antonio Berenguel, he seguido la documentadísima obra ("Alquimia de la Bravura") de Pierre Dupuy. En la actualidad Joâo Folque de Mendoça es propietario de las reses (dos líneas genéticas, en la que sobresale la originaria de Pinto Barreiros) que pastan en la finca Heredade de Adema, en Porto Alto (Santarem, Portugal).

Tras los festejos que ahora cumplen su centenario (un artístico mosaico de los seguidores de Palha lo recuerda unido al 50º aniversario del fallecimiento de Relampaguito), el legendario hierro no regresó a Almería hasta la 2ª de Feria de 2007: encierro serio, complicado y con trapío, lidiado por Ruiz Manuel (una oreja), López Chaves y Fernando Cruz.

DOS CORRIDAS, DOS

Con ellos se las vieron figuras del escalafón (Joselito el Gallo entre otros) y esforzados diestros de menor relumbrón, caso de nuestros paisanos Julio Gómez Cañete (Almería, 1886-1947), Francisco Ferrer "Pastoret" (Orán, 1884-Ávila, 1927) y Octavio Martínez "Nacional" (Almería, 1929-Madrid, 1996). Este último, con sorna y mala leche contenida, contestaba a un gacetillero madrileño: "En la puerta de mi casa voy a poner una placa, como los médicos, que después de mi nombre diga: "Matador de toros. Especialista en Palhas".

El 27 de agosto de 1910 en el coso de Vílches comparecieron Gallito (Rafael), Cocherito de Bilbao y Relampaguito ante reses de Carlos Conradi, de Sevilla, y al siguiente día idéntica terna con astados de Palha, divisa azul y blanca.

Rebosante de expectante público al conjuro de los "portugueses" -aunque luego, todo hay que contarlo, fueron un mayúsculo fiasco por su escasa presencia y mansedumbre- y bellamente adornada, la plaza presentaba un magnífico aspecto. De los cuatro diarios existentes, La Crónica Meridional y La Independencia respetaron el "descanso dominical" y no se publicaron el día 29. El Popular, firmado por su crítico Onselipe, omite la concesión de la oreja a Relámpago -de grana y oro- en su primero, motivo en su momento de nuestras dudas: "… Hace una inteligente y superior faena de muleta, que por ello resultó pesadillo, porque el toro no igualaba… junto al cuatro señaló un gran pinchazo en su sitio, citando a ley y saliendo con soltura y desahogo". El Radical nos los aclara tras ponderar la magnífica faena con capote y muleta: "… Ovación, oreja, música y vuelta al ruedo recogiendo sombreros y puros". El finiquitado Cucharero lucía en el costillar el nº 59, castaño, bragado, ojo de perdiz, "más chico y con peores intenciones que los primeros". La revista madrileña Sol y Sombra, en crónica de P.P. Lozano -quien luego firmaría en La Independencia como Daniel de Nájera- lo corrobora: "… Ovación muy justa y oreja". Asunto aclarado ante una futura biografía. Salud.

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