Historia y tradición droguera
Desde 1942, año en que Manuel Soler comenzó su andadura al frente del establecimiento Puerta del Sol, dos generaciones han participado de esta historia · Hoy buscan quien quiera comprar el establecimiento
Almería en blanco y negro. Revelado en cuarto oscuro. Carrete de fotos. 1942. Manuel Soler Asensio tiene una idea. Ha vivido siempre en rebotica, en Santo Domingo, frente al Santuario. Con botes de pastillas y geles, se encendió dentro de él la bombilla que marca el eureka. María Soler, su hija, la niña que comenzó a cobrar subida a un taburete de la antigua caja registradora recuerda sentada en una silla al lado de decenas de botes de suavizante, cómo comenzó todo. Lejos del orden y el abanico de colores que hoy puede verse tras el mostrador de la droguería Puerta del Sol, en aquella época todo estaba suelto. Aromas, texturas... desorden en un pequeño establecimiento que comenzaba.
"Venían los clientes, nos pedían jabón de palo, aguafuerte, colonias", afirma. Mira hacia la habitación de dentro donde se guardan las fotografías y los recuerdos. "Nos decían... por favor, ¿me daría usted una peseta de brillantina? O Zotal... sí, compraban mucho el Zotal", asiente.
Han pasado los años, pero para ella, en muchas ocasiones, el hoy se entremezcla con el ayer. Carmen Lozano, su tía, se apoya en el mostrador. También quedan pendientes muchas historias. Soler continúa con sus momentos. "Yo estaba muy agusto, entré a ayudar con 15 años, me colocaron de cajera y como apenas llegaba tenía que subirme a un taburete". Además de ella, había contratados algunos dependientes. "Eran muy buenos", destaca. "Nunca hemos cerrado, han sido muchos años". Deja de hablar un momento y comienza a calcular. 68 años. Ha llovido desde entonces. Por aquella época, había puertas de madera, que se convirtieron en ceniza con el incendio de 1969. "Nos dieron aviso los taxistas", manifiesta", inmediatamente estaban en la droguería. "Fue por la noche, estaba mi padre por aquel entonces y perdimos todo el género... hubo que comenzar de cero".
Entra en la habitación de al lado. Busca algunas fotografías pero sólo encuentra una. "Esta es la fachada que teníamos hace unos años, es muy parecida a la que tenemos ahora, pero bueno, se aprecia la diferencia".
De esos momentos que penden en su memoria pasa al día a día. Y vuelve a encontrarse de golpe, en pleno siglo XXI. Crisis y promesas de que todo se arreglará, de que queda poco. Pero ellos no se lo creen. "Claro que se nota en las ventas", afirma Marcos González, "vendemos menos que en otras ocasiones". Aún así, cuentan con una importante baza. "Somos especialistas en productos químicos, y conscientes de que lo que nosotros ofrecemos, en Almería no lo van a encontrar en ningún otro lao". Asienten al mismo tiempo. Como los doctos, acaba de sentar cátedra. "Hubo una temporada en la que otra gente nos pedían cosas, pero bueno, eso ya pasó". Lo cierto es que en este momento quieren traspasar el negocio. Piden a la vida una tregua laboral porque ya son muchos años. "Estamos ofreciendo sólo horario de media jornada", afirma Soler. Otra de sus especialidades, de la que Marcos González habla con mucho orgullo, es de los utensilios vitícolas. "Tenemos muchas cosas de las necesarias para manejar el vino", resalta.
Colonias, barras de labios y perfumes de todo tipo, lo más tradicional detrás del mostrador. Frente a él, al mando, los años de experiencia y el peso de una historia que va camino de los 70 años. "No es que seamos de los más antiguos, somos los más veteranos", dice. Respecto a los clientes, señala que "viene el mismo número de hombres que de mujeres... nosotros les tenemos mucho cariño".
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