Hosteleros, fin de la tregua en el aceite

Tienen hasta el 28 de febrero para adaptarse a la nueva normativa y eliminar los envases rellenables y sin etiquetar La mayoría asegura que la medida les "perjudica"

Antonio Lorente, gerente de Grupo Lamarca.
María José Uroz

24 de febrero 2014 - 01:00

El Gobierno ha prohibido el uso de aceiteras rellenables en restaurantes y otros locales de restauración. Desde el 1 de enero de 2014 el aceite de oliva que se debía servir a los consumidores tendría que estar envasado en un recipiente cerrado y etiquetado. Sin embargo, la realidad es bien distinta. Puede ser porque muchos aún desconocen la normativa, o también porque en Andalucía hay una tregua hasta el día 28 de este mes para adaptarse. La normativa dice que las aceiteras deben ser irrellenables. Es decir, que si se abre, el tapón no podrá volver a ponerse y el bote no podrá rellenarse con más aceite de oliva.

El objetivo de esta medida es "continuar avanzando en la garantía de la calidad y autenticidad de los aceites", según el Gobierno. Pero la mayoría de los hosteleros lo tienen bien claro y aseguran que no es más que "una medida para contentar a las empresas de envasado de aceite de oliva". Aseguran que con la iniciativa, que puede ser muy recomendable por el hecho de la calidad en el sector, perjudica a los hosteleros porque "una vez más vamos a tener que asumir nosotros la subida de los precios, porque tal y como está la situación es prácticamente insostenible que subamos a la tostada cincuenta céntimos más, porque el consumidor no lo podría asumir y no estamos para perder clientes", explicó a Diario de Almería el propietario de la cafetería Barea de la capital. La mayoría de los hosteleros de la provincia comparten opinión y muchos ni siquiera se han planteado aún cómo se van a adaptar, o lo que es más sorprendente, si lo van a llegar a hacer.

Los que sí se han puesto las pilas con esta normativa son las empresas de aceite de la provincia, que desde el día siguiente a la aprobación de la Ley se pusieron en contacto con los establecimientos a los que proveen para enviarle muestras de envases no rellenables totalmente gratuitos para que los prueben y después hagan los pedidos. Concretamente, el propietario de la confitería La Dulce Alianza mostró a este periódico las cápsulas de aceite de oliva que ha tiene en su establecimiento desde principios de enero. Asegura que la iniciativa es buena, principalmente para garantizar a los consumidores que el producto que toman es de calidad. Sin embargo, según su experiencia, son muchos los clientes que rechazan las cápsulas irrellenables y solicitan una aceitera grande para poder servirse la cantidad a su gusto. Opina que esta normativa a quien más favorece es a las empresas aceiteras y que una vez más el Gobierno ha desfavorecido a los hosteleros como cuando se aprobó la ley antitabaco del 50% y se tuvieron que hacer reformas que después no han servido para nada porque se prohibió al 100% en interiores.

La Federación Española de Hostelería (FEHR), de la que es miembro la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería de Almería (ASHAL), valora negativamente la imposición del uso de aceiteras irrellenables en hostelería, según aprobó el Consejo de Ministros el pasado 15 de noviembre a propuesta del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente y el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Considera que esta prohibición tendrá una serie de consecuencias para el sector como principalmente el temor de que los nuevos formatos supongan un incremento de los precios del aceite de oliva. Aseguran que la medida repercute en aspectos medioambientales puesto que producirá un incremento del volumen de envases, plásticos y vidrios, que no tiene justificación práctica y de gran impacto medioambiental; que no se ha realizado estudio de las nuevas necesidades logísticas, de ubicación del producto y de espacio que harán que el aceite pueda desaparecer de muchas ubicaciones y ser sustituido por condimentos y aliños diferentes, más cómodos, sencillos, económicos y no sujetos a normativas tan estrictas como la que se pretende imponer al aceite de oliva; que no se ha valorado el impacto de desplazamiento de la demanda que producirá una multiplicación de entre cinco y siete veces el precio del producto; que no se ha valorado el desperdicio alimentario que producirán unos envases, por ejemplo de 20 cl, que en casi ningún caso se agotan en el uso monodosis y que sin embargo se convierte en residuo y por tanto derroche alimentario (incompatible con criterios de racionalidad en base a la estrategia de reducción de desperdicio alimentario). Los hosteleros están convencidos de que produce un perjuicio de pérdida de personalización de los establecimientos, no pudiendo utilizar sus propios dispensadores. Además se rechaza de plano la asociación de aceitera rellenable con la de envase de poca calidad o producto de mala calidad. Insisten en que si el producto no tiene etiqueta cuando está en la mesa del restaurante o la barra del bar no es una pérdida de información al consumidor, ya que se dispone de cartas, paneles y lo que es más importante el conocimiento y atención de nuestro personal de sala y barra, al tiempo que aseguran que los establecimientos de hostelería no son supermercados y por ello el no tener la etiqueta no es sinónimo de desinformación. ¿O es que cuando uno pide un café, una ensalada o un pescado, está informado de la denominación de origen y de la calidad con una etiqueta en el plato o la taza?, se pregunta el propietario de un restaurante de la comarca del Almanzora.

Desde la Federación Española de Hostelería se ha mostrado en todo momento, tanto al sector del aceite de oliva, como al MAGRAMA, una abierta disposición a colaborar y plantear acciones en positivo, como alternativa a una medida restrictiva. Sin embargo, el Gobierno ha sacado adelante la normativa y en cuestión de días todos los hosteleros tendrán que adaptarse si no quieren ser sancionados.

La polémica está servida y los mecanismos de inspección de la Junta de Andalucía, que es el organismo competente para llevar el control del cumplimiento de la normativa, también están preparados. Pero tranquilos hosteleros, que Los saleros, pimenteros y vinagreras se podrán seguir rellenando, "algo que demuestra la palmada en la espalda del Gobierno a un sector en concreto", como opinan muchos profesionales del sector.

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