Luces para Ana
Ale-hop hace sonreír a una niña para la que su escaparate es señal de vida en un contexto marcado por la COVID
Seguramente el pequeño gesto que aquí se narra no se publique en la memoria de responsabilidad social corporativa de la empresa protagonista, pero acciones así, desinteresadas y sin altavoz salvo que circunstancias de la vida den lugar a ello, pueden suponer parte de la felicidad de una persona.
Ana es una niña muy especial por diversos motivos, uno de ellos es que son los detalles, que para muchos pasan desapercibidos, los que le hacen feliz. Este contexto, generado por la crisis sanitaria y por las medidas adoptadas por las distintas administraciones para frenar la expansión de la COVID-19, ha privado, en determinados momentos, a esta niña de apenas 13 años, para la que la rutina también es fundamental en su desarrollo debido a su discapacidad, de sus grandes pasiones: los parques y la piscina. Otra de las cosas que fascina a Ana son las luces. En su camino de vuelta a casa estos días se detenía en los luminosos de los escaparates de uno de los establecimientos de Ale-hop en Almería, concretamente en el ubicado en el paseo marítimo. Con el adelanto del cierre de los comercios, que hasta días atrás podían abrir hasta las 18:00 horas, la cadena, como muchas otras tiendas, adelantó el apagado de luces. Esto entristeció a Ana, que volvía a pasar delante del escaparate pero ya no veía esas luces. Si Ana es especial, también lo son sus padres, la suerte es recíproca. Así, sin nada que perder y sólo con la posibilidad de ganar la sonrisa de su hija, su madre contactó con Ale-hop. No esperaba mucho, si bien la reacción fue inmediata. La marca reprogramó las luces para que Ana pudiese disfrutar de ellas.
Su madre lo describe así: “Qué bonito es poder ver algo positivo en medio de esta situación tan dolorosa que está viviendo el mundo”. Para Ana, las pantallas de esta tienda han supuesto mucho durante estos meses, ya que cuando, en el confinamiento, la dejaban salir un poco a la calle, el escaparate de Ale-hop era lo único que le hacía pensar que existía algo de vida fuera de casa. Ahora, la vaca (emblema de esta tienda) le vuelve a hacer un guiño. “Esto demuestra que el poder y el dinero es compatible con la buena voluntad”, dice la mamá de Ana.
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