Pilar Cernuda
La mayor corrupción jamás conocida
Fuimos amigos. Manolo y yo fuimos amigos: ...Una mañana, al principio de esta amistad nuestra y en su casa de la C/ Granada, Abril de 1972, tuve el privilegio de que me leyera alguno de sus poemas; luego, yo sentiría pudor, -el lógico-, al pedirme él que leyera alguno de los míos. También recuerdo, -como merced en exclusiva-, su manera de acariciar el piano al interpretar sus propias composiciones, alegres todas y de gran delicadeza. …Manolo es un ser joven… Sé que, mientras permaneció a nuestro lado, nunca aceptó razones para la senectud, porque, sin lugar a dudas, no las tuvo; y su círculo de jóvenes amistades no decrece sino que, en su firmeza, lo evidencia. Con criaturas de este calibre parece ser que no pasa la vida, sino que con gozo se detiene; así recuerdo a este amigo, músico, poeta…
Y así, puntualizado este delicioso recuerdo de adhesión inicial, se entenderá mi convencimiento de que nada podría resultar hoy más oportuno, para la renovación y continuidad de aquel lejano inicio, que celebrar con albura de corazón este reencuentro de humanidad y poesía vivida desde su exquisita aunque justa producción. Dos sentidos poemas titulados "Manuel me llamo" y "Ser libre" darán opción a mi apertura en el homenaje del día 13 de junio: "Manuel me llamo, mi nombre, /mi viejo nombre es Manuel, /que suena a cruces y olivos, /a mar en calma y a miel…" Desde esta elegíaca canción de cuna, a través de la herida del poeta respiran atardeceres tempranos -de tan íntima sangre como la del padre-, latidos maternales que configuran y crean y perseveran en el clamor de la vida a pesar de no haberlos conocido: la luz, el dolor, la nieve, y, no obstante, la paz. "Algo hay que en mí hace/ sentirme superior…", -afirma Manuel del Águila-, cuando decide saberse libre y quedar convencido de que en él "Ser libre", segundo poema de mi elección para ese día del homenaje, constituye la más hermosa realidad, si es que ser libre equilibra con dar realidad al deseo, o si ser libre equivale a "escuchar el silencio o el silbo de los vientos /apoyado en un árbol, /mirando el horizonte /o cerrando los ojos..." Pero él, su madurez o sueño o espejismo, desconfía del propio pensamiento, porque, sospecha de sí, a la vez que se pregunta por el hecho de que la libertad nuble su propia realidad… "La quiero ciertamente, si me regala horas /y me dice esto es tuyo, este es tu pensamiento, /tu emoción tu palabra… /Allí está en duermevela el lejano recuerdo /de haber sido antes flor." Dos sentidas, tal vez estremecedoras composiciones de fugaces y calmos latidos, convencido también de que la poesía, -el arte-, inequivale a lo que estamos viendo, porque en definitiva, con lo que más ciertamente se corresponde es con la luz que nos permite ver…
Llega este encuentro con Manolo, ya casi verano, como sonrisa "fever tree", árbol de fiebre con lima, enebro, cardamomo y hielo en técnica de 'Gin'. Y así caemos en que junto a Manuel del Águila la vida continúa, y que continúa encendida, y continúa... No resultaría fácil apagarla.
De tal manera que Manolo y yo fuimos, somos amigos: Desde aquella mañana de Abril, continúa la fortuna de nuestra amistad.
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