Rienda suelta a la cultura gitana
La tradición ecuestre lleva a que los establos de la capital cuenten con más de 200 caballos · Algunas familias siguen viviendo de la cría, doma y negocio con animales desde hace varias generaciones
Lejos del pasado nómada que acompañó a sus ancestros de reino en reino junto a sus bestias, el gitano que lleva desde hace muchas generaciones considerándose como almeriense toma las riendas de una tradición arraigada a los lomos de sus caballos.
La capital cuenta en la actualidad con más de dos centenares de ejemplares de caballos en los distintos barrios, en las cuadras que todos los días arreglan los gitanos más comprometidos con la cultura ecuestre. Es la estimación que realiza Rafael Cortés, uno de los más reconocidos domadores de la ciudad, en cuyos cercados se acogen una treintena de animales, propiedad de varias familias que diariamente se desplazan para arreglar a los animales. "El mercado, el comprar y el vender, también las bestias, forman parte de nuestra cultura y por ello la importancia del caballo en la cultura gitana", señala el domador quien reconoce que su vinculación con el mundo ecuestre le viene de cuna, algo que ha intentado inculcar a sus hijos y a sus nietos con la finalidad de que nunca se pierda esta tradición.
A sus 59 años ha dedicado toda su vida al cuidado y doma de animales; de hecho, en la actualidad, con la crisis, se ha convertido en prácticamente la única fuente de ingresos de toda su familia. Quizá por ello ha sido el momento elegido para reavivar esta tradición gitana a través de una asociación equina que englobe a todos los caballistas, también a los del futuro. De hecho, para implicar a los más pequeños, no sólo se les da clases cada tarde, sino que también se les encarga del arreglo de los animales desde que son potros.
Rodeados de caballos de pura raza española desde su tierna infancia, los gitanos se convierten en los más entendidos en la cría del caballo, por lo que hasta sus caballerizas le llevan animales tanto gitanos como payos para que les domen a sus animales o monten a sus yeguas.
Más de un años de trabajo conlleva prepara a un caballo de pura sangre para que pueda participar en concursos a nivel nacional. Muchos ganadores han salido ya de Almería y otros aún están afinando sus pasos y tablas para que se incluyan entre los más preciados y envidiados ejemplares entre los entendidos.
Con los aparejos colgados, los caballos esperan su turno para demostrar la valía de las horas de entrenamiento. La doma clásica es un bien cultural pero que necesita del hacer de quienes han crecido en un mundo unido al caballo y que están dispuestos a engrandecer este arte y ofrecerle mayor proyección y alcance para que los caballos nunca dejen de lucirse paso a paso, no sólo en competición, sobre todo, día a día, en los tranquilos paseos por los campos de Almería.
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