Rubio Melero, boxeador almeriense fallece en el ring

K.O. de muerte

  • La semana pasada se cumplieron 41 años de la trágica muerte del joven deportista por las lesiones sufridas durante un combate

Rubio Melero, tercero por la izquierda

Rubio Melero, tercero por la izquierda

El pasado 22 de febrero se cumplieron cuarenta y un años de la trágica muerte en el ring del boxeador almeriense Juan Jesús Rubio Melero, fallecido en 1978, tras permanecer cinco días en estado de coma profundo a consecuencia de las lesiones sufridas durante su combate con el púgil canario Francis Rodríguez celebrado en el Palacio de los Deportes de Madrid. Al púgil almeriense noqueado en la velada se le practicó entre la vida y la muerte una compleja operación donde se le extrajo parte del tejido cerebral dañado. Las lesiones eran irreversibles y no se pudo salvar su vida.

Juan Rubio Melero pertenecía a una familia modesta. El padre, carpintero de profesión no tenia empleo fijo en aquellos años y sus otros tres hermanos estaban vinculados al boxeo amateur aunque se ganaban la vida trabajando en la construcción. Juan Rubio Melero, tenia solo veintitrés años y buscaba en el boxeo mejorar su vida económica. Con la ayuda de su padre, muy aficionado al boxeo, comenzó a frecuentar los gimnasios de Almería siendo apenas un niño debutando como aficionado a los catorce años. Almería en esos años era una gran cantera de boxeadores. A la sombra de Juan Francisco Rodríguez o Barrilado, surgieron grandes púgiles como Manuel Alcalá, García Requena, García I y los Zaragata. Rubio Melero muy pronto se hizo un hueco en el mundillo boxístico de la ciudad.

La continua progresión del almeriense le llevó a disputar la final del Campeonato de España de aficionados llegando a formar parte de la selección nacional de su categoría. El infortunio, en forma de muerte, truncó la carrera del joven púgil a quien el promotor de boxeo, el recientemente fallecido Martín Berrocal le había causado una gran impresión y tenia la firme intención de incorporarlo a su “cuadra”.

Cuando se presentó en Madrid, Rubio Melero militaba en el peso medio y ya se había pasado al campo profesional donde había conseguido seis victorias y una sola derrota. Esa noche aciaga se enfrentaba a Francis, un boxeador canario campeón de España y con mas experiencia. Juan Rubio había dejado la tercera serie para pasar a la segunda a primeros de ese mismo año. Pero los mentores de Rubio confiaban en el mal momento que atravesaba el boxeador canario, campeón de España y pensaban que era el mejor momento para lanzar a la promesa almeriense.

Esa noche aciaga se enfrentaba a Francis, un boxeador canario campeón de España y con mas experiencia

Esa trágica noche Juan Rubio no estuvo a su altura sin llegar a coger nunca el sitio y los golpes del campeón le demolieron. El arbitro de la pela, Ezquerra, y el manager del boxeador, José María Martín "Búfalo" no interrumpieron a tiempo la pelea.

En el séptimo asalto -a falta de sólo uno para el final del combate- y cuando ya había sido contado una vez por caída, Francis le alcanzó con un golpe fortísimo, que Juan Rubio encajó ya inconsciente. El impacto, según contaba el periodista Alfredo Relaño en su crónica, le impulsó la cabeza hacia atrás con tal fuerza que oprimió el tronco del encéfalo contra la cervical y paralizó sus funciones. Una lesión similar a la que sufre una persona sentada en su coche cuando éste recibe un fuerte impacto por detrás.

Rubio Melero, superselección española Rubio Melero, superselección española

Rubio Melero, superselección española

La gravedad de la lesión de Rubio Melero puso entonces al descubierto la increíble falta de material sanitario del Palacio de los Deportes de Madrid. Ni oxígeno, ni medicamentos elementales para reanimación, ni ambulancia. Durante más de veinte minutos se tuvo que esperar a que la Cruz Roja enviara un vehículo y trasladar al púgil a un centro sanitario donde pudiese ser atendido. Algunos médicos- quizás curándose en salud- manifestaron posteriormente que ni la falta de oxígeno ni la de un traslado más rápido a la Residencia Sanitaria Francisco Franco -donde fue internado- agravaron su estado.

La duda siempre la tuvo la familia. El trágico desenlace provocó que Francis, su rival, anunciara dejar el boxeo. "Búfalo", el manager, del malogrado púgil sufrió un duro golpe. Roberto Duque, en aquellas fechas presidente de la Federación Española de Boxeo, culpó veladamente al árbitro de la pelea por no parar el combate y anunció una investigación para aclarar las causas.

Unos meses mas tarde, el padre del infortunado púgil tuvo duras acusaciones contra los responsables de la velada ante los medios de comunicación.«Desde que ocurrió el percance, nadie, absolutamente nadie, me ha preguntado nada, ni se han puesto en contacto conmigo. Mucho prometer muchas cosas, pero nadie ha dicho nada. De Berrocal- el promotor de la velada- no he sabido nada desde entonces».

La familia estaba totalmente rota. "La tragedia de mi hijo se podía haber evitado"

. Yo no sé como fue, porque no estuve allí. Pero me han escrito cartas, y la madre del jefe de protocolo de Pío Cabanillas, que vio la pelea en primera fila, me dijo que fue un crimen y que me espera en Madrid para ayudarme.». El padre del malogrado púgil no dejó títere con cabeza«Si, Búfalo -el manager- dijo delante de mi mujer que iba a declarar la verdad, porque Francis había golpeado a mi hijo en la nuca cuando estaba de rodillas. Pero lo cogieron en la Federación, Berrocal y toda la mafia, y le hicieron cambiar de opinión. Con Carrizo, que fue quien durmió la noche antes con mi hijo, ocurrió lo mismo.»

Referente a la cantidad que le dieron por la trágica pelea, declaró: «A mi mujer le dieron 60.000 ¡pesetas con engaños. Primero me las dieron a mí en el aeropuerto y no las quise, hasta ver el contrato que había firmado mi hijo. Por otra parte, ayer me llegó la factura del nicho, y menos mal que Rafael de la Haza, presidente de la Federación de Almería está ayudándome y el Ayuntamiento me ha dicho que no tendré que pagar nada”. Almería vivió intensamente la tragedia del boxeador y fueron miles los almerienses que se dieron cita para asistir a sus funerales en la parroquia del Puche.

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