Los Schlegel paran en Almería en su aventura contra los transgénicos
En un carro tirado por dos caballos, María y Markus Schlegel recorrerán 8.000 kilómetros por Europa en 15 meses para denunciar la producción incontrolada de alimentos con técnicas genéticas
"Somos una pareja inglesa que vamos a recorrer 8.000 kilómetros por Europa en un carro tirado por dos caballos. No es un viaje de placer, ni tampoco una aventura vacacional a través del soleado sur. Nuestra intención es conocer la situación actual de la agricultura en Europa, cada vez más deteriorada por la producción industrial, por las técnicas genéticas".
Apenas han transcurrido dos semanas desde que partieron del Lago Constanza y ayer, tras descansar durante toda la noche en Rioja, se detuvieron en el Cable Inglés de la capital. Allí contaron a El Almería las experiencias que han vivido a lo largo de la costa mediterránea. Iban de camino a Aguadulce, donde pasarían la madrugada antes de partir hacia Málaga y continuar en su incansable denuncia sobre los productos elaborados genéticamente.
"El alimento es el fundamento de nuestra vida, realmente vivimos en tiempos prodigiosos. Sin embargo, el precio que pagamos por ellos es muy alto y la calidad es cada vez más baja", indican María y Markus Schlegel, mientras Paddy y Mark, sus dos caballos irlandeses, comen el pienso que llevan cargado en la parte posterior del carromato.
Durante todo el año los agricultores se ven obligados a utilizar métodos de producción cada vez más refinados. En este largo viaje informarán a los ciudadanos de los pueblos sobre la situación actual de la expansión de las plantas transformadas por técnicas genéticas. también tomarán pruebas de los suelos y se las facilitarán a los institutos científicos para que las analicen. De esta forma, podrán constituir un mapa de la técnica genética en Europa.
"Esta producción de alimentos se ha convertido en una técnica de producción industrial que abarca todos los campos de la cosecha. Sin esta industria sería inimaginable una agricultura tan extensa. Para acelerar la producción utilizan una gran cantidad de pesticidas y abonos artificiales; un veneno que contamina el agua y perjudicará gravemente nuestra salud",admiten.
Para ahorrar los costes de pesticida las primeras generaciones de plantas transformadas recibieron su propia licencia para la producción de veneno. Como consecuencia de ello, los nuevos productos, explican los alemanes, llegan hoy a nuestros platos sin etiqueta. "Las sustancias de nuestras cocinas son un experimento de las grandes empresas químicas. Están intentando transformar la naturaleza y eso puede conllevar consecuencias gravísimas para nuestra salud", aseguran.
Si la situación continúa en la misma línea las plantas artificiales de los laboratorios químicos se habrán mezclado de tal forma con las plantas naturales, admiten los Schlegel, "que en un futuro nadie sabrá con certeza si la comida que nos sirven proviene o no de los laboratorios. Si somos lo que comemos, ¿por qué queremos ser así?", se preguntan.
Después de una conversación que no llegó a la media hora, continuaron su recorrido. Markus, María, Paddy, Mark y Fiona van a cambiar el mundo.
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