Aquella Semana Santa: “Entierro y Soledad”
Un patrimonio perdido
En la iglesia de San Pedro, existían tres a destacar: la Virgen de los Dolores, la imagen de San Juan Evangelista y el sepulcro de Ntro. Señor con la figura de Cristo yacente
Este último artículo de “Aquella Semana Santa”, va destinado a dos tradicionales cofradías que existían en Almería anterior a la Guerra Civil, Las popularmente llamadas “El Entierro” y “La Soledad”.
En la iglesia de San Pedro, existían tres imágenes a destacar: la Virgen de los Dolores, la imagen de San Juan Evangelista y el sepulcro de Ntro. Señor con la figura de Cristo yacente. Estas tres imágenes salían en procesión en la tarde del Viernes Santo. Hay noticias de que la Cofradía del Santo Entierro se constituyó en 1923.
La escultura de Cristo yacente, inspiraba mucha devoción por su rostro y talla de mística imaginería, y reposaba sobre un artístico trono que estrenó en 1926 realizado en talleres de Navas Parejo de Granada. La obra constaba de dos cuerpos formados por andas de estilo renacentista y un trono que soportaba el sepulcro de Cristo, sus lados laterales eran de calada labor, de finura en el labrado en madera y en la traza del dibujo. Los dos cuerpos eran dorados con combinaciones de bruñidos, mate y estofados y cubrían los bajos cuatro paños bordados en seda y oro. Sobre las andas del trono iba el sepulcro de delicada traza y fina labor.
El Cristo yacente era muy venerado en la iglesia:
“En el sepulcro estás y al contemplarte
de abnegación sublime das ejemplo;
no quedará un cristo sin llorarte,
al admirar tu rostro en ese templo…”
La urna del Santo Sepulcro, trono y la imagen del Cristo yacente se destruyeron en la Guerra, y después se realizó un conjunto artístico al reorganizarse la Cofradía. La imagen de San Juan Evangelista que también figuraba en la procesión del Santo Sepulcro, igualmente se destruyó en la Guerra, citándola Martínez de Castro como obra atribuida a Martínez Montañés.
La imagen que sobresalía en la procesión era la imagen de la Virgen de los Dolores, que destacaba en su suntuoso y artístico trono de caoba y plata que estrenó en 1931. La imagen por lo que se puede apreciar en las fotos antiguas, era de rostro bello y triste y de mirada fija y lánguida, cejas levemente curvadas, manos unidas y sobre su cabeza una suntuosa y artística corona.
A la imagen de los Dolores le eran dedicados bellos poemas:
“Antes con ferviente anhelo
llegue señora a tu lado
buscando dulce consuelo
bajo tu manto azulado
manto de color cielo.
Hoy, que en penosa
agonía rindes al dolor tributo
vengo a hacerte compañía…”.
De la destrucción de la imagen y el trono sólo se salvaron una parte de los apliques de plata del trono de la Virgen. Después de la Guerra Civil se construyó un nuevo trono para la Virgen de los Dolores y nueva imagen.
La iglesia de Santiago, que fue declarada monumento Artístico Nacional en 1931, s incendiada y saqueada en la Guerra Civil, poseía entre sus joyas artísticas, una imagen de la Dolorosa que estaba atribuida por algunos a Mora y por otros a Salzillo. Fray Gabriel Olivares al dar su opinión sobre el autor de dicha imagen se inclinaba por José de Mora o por alguno de su escuela, mientras que Picatoste y Martínez O´Connor la citan como obra de Salcillo.
La imagen de la Dolorosa reflejaba en su cara un bello rostro dolorido, un dolor hondo y amargo exteriorizado con lágrimas. A través de su cara amarilla y llorosa, de sus tristes ojos y boca de amargura, quedaban plasmados los dolores de la Virgen tras sepultar el cadáver de su Hijo.
La Virgen en un total recogimiento interior con las manos torneadas, rostro ovalado abatido por un dolor callado reflejado en sus ojos, con cabeza levemente inclinada hacia un lado, cejas en leve curvatura y mirada baja, dejaba vislumbrar una bella obra artística y sin lugar a dudas una de las mejores que encerraba la iglesia.
Para poder atribuir la obra a Mora o Sazillo tendríamos que comparar las Dolorosas de ambos. Las Dolorosas de Mora son “Vírgenes que callan su dolor con lágrimas transparentes que casi ocultan su dolorosa y triste mirada en sombras de pestañas de cabello natural”. La única exteriorización de las Vírgenes de Mora son las lágrimas, que resbalan por los ojos con párpados entornados y mirada baja, subiendo angulosamente las cejas. El tipo de las Dolorosas de Salzillo se mantiene en todas las representaciones del artista “rostro admirable hacia lo alto, brazos abiertos y manos suplicantes”.
Sobre las atribuciones de la “Dolorosa” a Mora o Salzillo, hay que subrayar que la obra sigue el modelo de las Dolorosas de Mora más que las de Salzillo, aunque también pueden existir excepciones en relación a los modelos, o incluso que la obra haya sido ejecutada por alguno de los discípulos de los citados artistas. Dicha imagen constituía un bello paso procesional en la noche del Viernes Santo, que popularmente era llamado “La Soledad”. El paso con la citada Virgen, representaba la Soledad de una madre ante la pérdida del Hijo querido y revestía gran emoción y fervor ante quienes lo presenciaban.
La Cofradía de la Soledad se estableció en la Parroquia de Santiago en 1773. Primeramente, desfilaba la Virgen sola en el paso, pero más adelante al reorganizarse la Cofradía iría acompañada de la figura de San Juan Evangelista.
Con la llegada de la Guerra Civil dicho paso desapareció al destruirse sus imágenes con la quema de la iglesia, desapareciendo con ello una tradición almeriense presidida por la imagen de Los Dolores y una de las cofradías de mayor raigambre. La Campana de la Vela del muro del mismo nombre en la Alcazaba, tiene nombre propio “Ntra Sra de los Dolores”, en Honor a la Cofradía más antigua existente en Almería: Nuestra Señora de los Dolores de Santiago.
Los señores de Barbarin, regalaron a la primitiva imagen de Los Dolores un manto bordado en oro y los Marqueses de Torre Alta la corona de oro, que fueron las únicas joyas de la Virgen que se salvaron tras la quema de la imagen. D. Pedro Segado fue quien salvó del incendio el manto y Dña. Gracia Acosta quien guardó la corona, pudiendo lucir ambas joyas la nueva imagen al reorganizarse la Cofradía. Igualmente se salvó de la quema el artístico vestido de la primitiva imagen de San Juan Evangelista.
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