El reportaje

Del Sol de la Catedral a los nuevos geosímbolos (2)

  • Con excelente carpintería tallada y policromada, tras la portada y mediante un cancel se accede al templo por unas puertas con variada simbología y alegorías

Del Sol de la Catedral a los nuevos geosímbolos (2)

Del Sol de la Catedral a los nuevos geosímbolos (2) / Rosa Mª Navarro

El símbolo puede considerarse como "un intento de definición de toda realidad abstracta, sentimiento o idea, invisible a los sentidos, bajo la forma de imágenes u objetos" (Olivier Beigbeder, 1971). Desde la incipiente formación de las sociedades humanas el sol y la luna han tenido gran predicamento en el simbolismo plástico, ambos resistieron a su depuración en el mundo grecorromano, y debido a su carácter profético fueron adoptados por la iconografía cristiana.

En la Edad Media pervive la tradición simbólica: la escultura tiene muy presente al sol y la luna, al respecto existen partidarios de llevar el estudio de la simbología hasta la época románica, al considerar que a partir de esta sólo puede hablarse de resistencia, con el paso del tiempo el arte dejará de ser un hecho colectivo para ser obra individual buscando la belleza plástica. A partir del Renacimiento la alegoría muestra su fortaleza frente a la simbología, aparecerá la problemática de la supervivencia de las representaciones del sol y de la luna, por otra parte, persiste el viejo dilema de colocarlos en el exterior o el interior de los edificios, sin decantarse radicalmente la Iglesia mostró cierta preferencia por las imágenes pintadas interiores, sobre las esculpidas exteriores, no obstante se dan excepciones.

El sol con su variada simbología/alegoría estará presente en el territorio almeriense con excelentes y significativas muestras: Catedral-fortaleza (exterior), Iglesia parroquial de Gérgal (interior) y Santuario de El Saliente/Albox (interior). En Gérgal la nave central de la Iglesia parroquial de Santa María, que con el castillo forma un significativo espacio iconográfico, se cubre con mudéjar, en uno de cuyos paños aparece la representación antropomorfa del sol, cara humana de la que brotan rayos solares, la combinación de madera, suave relieve y pintura configuran una imagen de gran expresividad y plasticidad. En Albox, 30 mayo 1770, los hermanos Joaquín, Alfonso y Francisco Sánchez Campoy se obligaban, ante el escribano Juan Antonio Ramé Sánchez, a realizar "...la puerta principal de la Iglesia...un cancel de dos hojas" y numerosas puertas para las dependencias y ventanas del Santuario de El Saliente y "una puerta para el parador, que sale al campo, su alto tres varas y de ancho dos y tercia, de una hoja y con clavazón, en cuarenta y cuatro reales" (García Campra, E. y Gil Albarracín, A., 1993).

Luna, Nuestra Señora del Saliente Luna, Nuestra Señora del Saliente

Luna, Nuestra Señora del Saliente / Rosa Mª Navarro

En el Santuario, con excelente carpintería tallada y policromada, tras la portada y mediante un cancel se accede al templo por unas puertas con variada simbología y alegorías entre las que destacan el sol y la luna, respecto a ésta es significativa su unión con el agua. El sol es antropomorfo-radiante, y en el semicírculo interior de la media luna aparece una cara humana, en ambos casos la combinación de madera, suave relieve y pintura originan una imagen de gran plasticidad y expresividad, constituyendo buena muestra de la extraordinaria carpintería de El Saliente.

El valor del agua

En artículos anteriores nos hemos ocupado del agua en los más variados aspectos, por lo que remitimos a  los mismos. Debido a su escasez pronto adquiere un gran valor en las sociedades agrarias tradicionales de los espacios semiáridos del Sureste de la Península Ibérica como es el caso de Pliego, profundizando en esta circunstancia resulta interesante establecer comparaciones entre el precio del agua y el de la tierra, recurriendo a alguno de los métodos de la historia cuantitativa, a pesar de no atravesar por su mejor momento, para que el lector pueda plantear y plantearse interrogantes y cuestiones muy significativos no sólo a nivel local, pues van de la microhistoria a macrorrealidades sociales.

En trabajos de este tipo es fundamental, aparte de otros archivos, el municipal, desaparecido en Pliego la poca documentación existente en algunos privados puede proporcionar datos representativos sobre el valor del agua y, lo que es igualmente importante compararlo con el de la tierra, pues en determinadas sociedades agrarias (Pliego no es una excepción) junto a la "sed de agua" se daba lo denominado por algunos historiadores "sed de tierra". En un informe de Sancho de Torres, superintendente de las rentas de Murcia, 19 de octubre de 1650, se afirma: "Es muy ordinario en Mula y su Tierra y este reino de Murcia la incertidumbre de cosechas de los campos, por las pocas lluvias de que participan, de que se sigue que faltándoles las cosechas de granos quedan con mucho empeño, porque la huerta en tales años no basta para costearla, respecto del poco riego que tiene" (Archivo Histórico Municipal de Mula, Libro 3 de Veredas). A la vista de este escrito no puede extrañar que ya en siglos anteriores, a raíz de la conquista cristiana del territorio murciano en el cual con los musulmanes el agua estaba unida a la tierra, aparecieran actuaciones para desvincularla, encontrándonos casos como el del manantial de Los Caños en Pliego con el agua absolutamente separada de la tierra. En este proceso, junto con determinadas oligarquías, pudo encontrarse la Orden de Santiago, buena conocedora de su territorio gracias a las relaciones hechas por sus visitadores, uno de ellos Francisco de León escribía en 1468 que Pliego, en la encomienda de Aledo, es un lugar de veinticinco vecinos (de unos 100 a 125 habitantes) musulmanes y "tiene una fortaleza de tapias buenas aterradas de cal.

Tiene un buen aljibe de muy buena agua en lo bajo, y un arroyo de agua que pasa por de dentro de la casa

Tiene un buen aljibe de muy buena agua en lo bajo, y un arroyo de agua que pasa por de dentro de la casa, el cual va a otro cubo que está en la barrera en que muele el molino, y la barrera es de cuatro tapias en alto con sus almenas. Tiene un cortijo a la puerta de la barrera de la misma tapia y pretilado y almenado, y esta barrera toma toda la parte de hacia el lugar, que hasta el campo no hay ninguna barrera. Junto con esta fortaleza, hacia la parte del campo, está una torre de catorce tapias en alto, y es maciza hasta las seis, y tiene sobrados, tres de aposentamiento" (Archivo Histórico Nacional, Madrid, Ordenes Militares, Libro 1.233C). Hechos como la desvinculación del agua de la tierra llevan a plantear la cuestión siempre candente, en nuestro caso con el telón de fondo del agua: ¿cómo domina la clase dominante?, en la sociedad estamental y en la de clases.

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