Turre, un rincón de descanso para cabras, cerdos y avestruces

Luis 'el de los Caballos' gestiona una granja familiar en la que conviven durante el año multitud de especies animales

1. Luis junto a algunas de sus cabras con la vara en la mano 2. En sus corrales conviven más de doscientas cabras. 3. Tampoco faltan las avestruces para dar un toque de variedad 4. Decenas de chotos pastan en su explotación 5. Una mirada que lo dice todo.
Ricardo Alba / Turre

26 de abril 2011 - 01:00

Trabajaba en Telefónica, se cayó de un poste, se desgranó un tobillo, se tuvo que cambiar de trabajo, se hizo cargo de la granja familiar. Luís Miguel Rodríguez, Luis, 'el de los caballos', trabaja de noche a noche, o sea, comienza cuando aún no es de día y termina cuando ya está lo oscuro "por eso me gustan que los días duren más, acabo antes, con luz". Si a Luis, 'el de los caballos' se le pregunta cuándo descansa o si toma vacaciones, la respuesta, acompañada de una sonrisa, es que "en esto tienes que trabajar los trescientos sesenta y cinco días. Y no puedes ponerte malo. Si te encuentras mal, pastilla y hala. Te levantas temprano, te acuestas tarde, cuantos más largos son los días más horas tienes que echar, la ganadería está muy mal, no se pueden aguantar los precios, los cereales están caros". ¿Y qué no está caro en estos tiempos, Luis?

En las afueras de Turre, Luis, 'el de los caballos', tiene más de doscientas cabras que todos los días pasan por la sala de ordeñe, "las que están criando las paseo dos veces, por la mañana y por la tarde". Una a una les pone la pezonera, la leche va directamente al termo, cada dos días la recogen los de la cooperativa. Aparte las cabras, la explotación ganadera de Luis también tiene cochinos para engorde. Ochocientos cerdos lustrosos en una granja totalmente automatizada. Los gorrinos son felices mientras están allí.

A resultas de la caída del poste, aquél que estaba detrás de Torrecárdenas, Luis iba y venía todos los fines de semana de Sevilla en ambulancia. Venía el hombre hecho carbonato a Turre recién operado de la fractura de tobillo "el que me traía en la ambulancia los fines de semana me hablaba de las avestruces para entretenerme. Me llamó la atención, él me indicó donde podría comprar y me traje unos pollos". Se las trajo recién nacidas de una granja de Íllora, provincia de Granada. "La mayor tiene ahora diez años. Me traje seis ejemplares. Tuve problemillas porque entraron y me las mataron, al poco tiempo se murió una, luego me entraron, mataron dos. Han entrado dos veces y en las dos veces me han hecho destrozos. Entonces me quedé con una hembra, el año pasado me traje un macho. Cuando entraron estaban ya empollando. El año pasado puso los huevos blandos y este año también, dicen que es falta de calcificación. Estoy con coger y quitarlas". Las dos avestruces, ajenas a los padecimientos e intenciones de su dueño, deambulan tranquilamente por el amplio corral. Cuenta Luis que "la avestruz africana es mejor y más grande que la australiana, son más dóciles".

En la zona solamente hay dos explotaciones de avestruces, Huércal-Overa y Turre "les tuve que hacer un código porque yo no sabía que hacía falta hacer ese código. Yo me las traje chiquitillas y pregunté si hacía falta algo y me dijeron que no hacía falta nada. Las tuve dentro, cuando se hicieron grandes las eché fuera, vino la Guardia Civil y tuve que pagar la denuncia, entonces les hice un código de explotación". Luís tiene tres hijas, ninguna de ellas quiere dedicarse a la ganadería familiar, buscan otros perspectivas en sus vidas y Luis 'el de los caballos' lo ve bien. Frente a la explotación ganadera, un sembradío: "tenemos algo de huerta, habas, cebollas, para el consumo familiar". Llega la hora del ordeñe. Luís entreabre un portón. Dentro, los chotos corretean y uno, el más curioso, se acerca a los visitantes.

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