Vecinos de Oliveros se oponen a la ‘ventana indiscreta’ de la noria
Almería
Reclaman al Ayuntamiento el traslado de esta atracción, anclada en la Rambla por un periodo máximo de cuatro años. Pierden la intimidad de sus casas y temen robos
Desde el pasado mes de noviembre conviven con una espía constante que les vigila cada movimiento a través de los cristales cuando se encuentran en sus casas, un lugar que ha dejado de ser ese espacio íntimo donde sentirse, además, protegido. Son los vecinos de Oliveros cuyos ventanales miran a la Rambla, donde ahora las catorce góndolas con sus ocho pasajeros son los que les observan, por lo que reclaman al Ayuntamiento capitalino el traslado de la noria.
Sus casas se caracterizan por los grandes ventanales con vistas despejadas de vecinos hacia el Puerto, la Rambla y la Alcazaba. Hasta que llegó la noria, el atractivo navideño que las primeras semanas de funcionamiento generó grandes colas para poder contemplar unas estupendas panorámicas de Almería, si bien, también el viaje incluía ver, y con detalle, la vida interior de estos hogares.
“Estábamos cenando y las sobrinas de unos amigos les llamaron para decirles que sabían donde estaba”.Desde la noria, han recibido también saludos, correspondidos por estos propietarios con ademanes de brindis, y hasta ‘peinetas’. Pero la jovialidad paciente ya no es la tanto, tras conocer los vecinos de Oliveros que no se trataba de aguantar un mes o dos esta situación, que les obliga a bajar persianas y correr cortinas para poder recuperar su intimidad, renunciando al mayor valor de sus viviendas, la luz natural. La noria, momentáneamente parada, ha echado raíces en la Rambla como atractivo turístico, mediante un contrato, que pronto será resuelto, de dos años, prorrogables por otros dos.
Esta instalación afecta a medio centenar de residentes, según explican, que han empezado a movilizarse en busca de una solución que les libre de este “dron” espía . Han mantenido recientemente una reunión con concejales del equipo de gobierno, pero la solución dada, la posibilidad de poner unos vinilos en la parte de las góndolas que miran a sus casas, no les convencen y lo que quieren es que la noria sea reubicada en otro punto de la ciudad donde “no moleste”.
No es solo una cuestión de intimidad, o incluso de pérdida de valor de sus inmuebles, sino además de seguridad. Cualquier malintencionado que se suba a la noria puede tomar nota y saber si la vivienda está o no en ese momento vacía, motivo también por el cual los afectados se plantean acciones legales.
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