Villancico viene de villano

Crónicas desde la ciudad

Sin renegar de sus orígenes, el Villancico -bucólico y campestre- ha evolucionado hasta fórmulas más complejas y universales. Sinfónicas, Bandas y Coros los incluyen en su programación navideña

Villancico viene de villano
Antonio Sevillano / / Historiador

24 de diciembre 2011 - 01:00

LOS filólogos no aciertan a explicar porqué en determinadas circunstancias una palabra se aleja de su raíz etimológica hasta transformarse en otra totalmente distinta y a veces negativa. Nadie se ofende si decimos "hombre público"; en cambio, si saludamos a la vecina de escalera con un "buenos días, mujer pública", o nos afea el cumplido o nos arrea un bofetón. Con razón?, pues depende, como diría Rajoy. Valga el apunte semántico a cuenta de "villano", hoy sinónimo de ruín o innoble cuando en su primera acepción latina designaba al habitante de villas o aldeas. Por tanto, el villancico nos viene heredado de labriegos y pastores y no de gente granuja.

De origen plebeyo pasó a ser "banda sonora" de la Navidad al igual que (en Andalucía) la saeta lo es de Semana Santa. El pueblo llano siguió cantándolos con letras religiosas o profanas y sin limitarse a la Natividad de Jesús. Es más, en etapas de cierta permisividad dogmática regresaron al punto de partida laico, introduciendo versos y estribillos en entremeses teatrales y tonadillas escénicas, aunque el clero no considerase conveniente banalizar los asuntos sacros con "producciones deleznables y alejadas del buen gusto". Ante la imposibilidad de extendernos, basten estos breves apuntes sobre una festividad universal cíclica de la que se hace muy cuesta arriba no repetir lo escrito en diciembres pasados. De cualquier manera, sí debemos distinguir sus tres grandes grupos temáticos: el barroco, el eclesiástico y el popular (frecuentemente incorporado a su respectivo folclor regional). Datados en los siglos XIV y XV, los Villancicos españoles hunden sus raíces en la música visigótica (los del área de Toledo) o bien en los zejeles de moda en tiempos de los Omeya cordobeses, extendido Al Andalus por trovadores y ciegos romanceros. En Inglaterra se conocen por Christmas Carols y en Francia, Noëles. En esta ocasión he tenido la fortuna de hacerme del inventario de "Villancicos y Oratorios de la Biblioteca Nacional. Siglos XVIII-XIX" y de los textos correspondientes a Almería; archivados y/o digitalizados en la Hemeroteca de la Diputación Provincial.

MÚSICA DE CAPILLA

Los aproximadamente 5000 catalogados en el fondo musical de la Biblioteca Nacional se clasifican por Comunidades Autónomas y localidades donde se alzan catedrales o poderosas Órdenes monásticas. De Almería se conservan dos, fechados en la primera mitad del siglo XVIII. Naturalmente de inspiración religiosa, cantados en el templo en meses distintos y firmados por el mismo autor: el presbítero y Maestro de Capilla, Antonio Ladrón de Guevara. Hay que aclarar que solo se editaba el libreto, sin musicar. Las partituras, si las hubiese, deberían hallarse en el archivo catedralicio (archivo por cierto al que, desde su anterior responsable, tengo negado el acceso).

El primero de ellos corresponde al año 1740 y vio la luz en la Imprenta Real de Granada: "Villancicos que se han de cantar en los solemnes Maitines del Sagrado Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, puestos en música por Don Antonio Ladrón de Guevara quien los dedica al Ilustrísimo Señor Deán y Cabildo dicha Iglesia Catedral". No está dedicado al obispo, como era de rigor, posiblemente por que éste, Diego Felipe de Perea Magdaleno -del que muy poco se sabe respecto a su actividad pastoral pese a regir la Diócesis más de seis años- había sido preconizado arzobispo de Burgos y se disponía a marchar. Se componía de ocho villancicos con sus arias, coplas y estribillos correspondientes: recitado, voz sola, dúos y coro a cuatro y ocho voces de Seises. Y en cuanto a instrumentos empleados: el órgano, violines, arpa, clarines, bajón, oboe y flautas. Con bucólicas estrofas que bien pudieran ser actuales:

Las zagalas de Belén / con un pastor van en tropa / a cantar al Niño Dios / un Villancico a la moda. Yo traigo uno cantado / como Zarzuela, / que ha de hacer mucho ruido / si no se enreda.

O bien:

Desde el cielo has bajado a la tierra, / y aunque eres Lirio del Valle, / cierto es, / te has vuelto purpúreo clavel

Sin embargo, es el sexto el que llama nuestra atención ya que la introducción recoge nombres propios y apuntes del vestuario de los infantes:

Aquel Seisecillo nuevo, / Dominguillo el de Canjáyar, / que soldadito de Orpheo / sentó en esta Iglesia plaza.

Por una capa, no buena, / como una hopa, no mala; / y tanto al llevarla suda / que apenas puede llevarla

Aunque en desuso, nos dice el Diccionario que hopa era una especie de túnica o sotana cerrada; pero ninguna información tenemos del tal Dominguillo y de un Juanillo, probablemente también de Canjáyar, que se cita más adelante. En cualquier caso, dos voces más a incorporar a la tradición musical almeriense y la confirmación de que la catedral de la Encarnación ya disponía de Colegio de Seise propio, a las órdenes de un Maestro de Capilla largo tiempo residente en la ciudad.

El segundo (con una copia conservada en la Biblioteca de Diputación e igualmente de extenso y barroquizante enunciado) trata de una celebración bien distinta a la navideña, ahora en primavera. Puestos en música por el mismo Antonio Ladrón de Guevara: "Letras de los Villancicos que se han de cantar en las solemnísimas Fiestas que, en la Sta. Iglesia Catedral de la Ciudad de Almería, se celebran desde el día 4 de Mayo hasta el 15 de dicho mes del año de 1743, a la colocación de la Nueva y Hermosísima Imagen del Sr. S. Indalecio, primer Obispo de dicha Ciudad, y su especialísimo Patrón, en la suntuosa Capilla que en dicha Sta. Iglesia ha erigido, a esfuerzo de su celosísimo Prelado, el Ilmo. y Rvdmo. Sr. D. Fr. Gaspar de Molina y Rocha, Dignísimo Obispo de esta Ciudad, del Consejo de su Majestad, etc." Como es sabido, la magnífica talla del patrón de Almería (especialísimo patrón, enfatizan, sin aludir ni de pasada a la Virgen del Mar), desaparecida durante la guerra incivil, salió de las manos y taller del insigne imaginero murciano de origen italiano Francisco Salzillo (1707-1783), por esas fechas en plena madurez artística. Al fraile-obispo, Molina y Roche, ya le dedicaron otros Villancicos cuando era prior del convento matriz Agustino de Cádiz.

EPÍLOGO

Tras verificar la larga tradición y gusto eclesial por el lirismo grandilocuente de estas antiguas cantatas de alabanza, no deja de sorprender la lectura de los "Estatutos de la Santa y Apostólica Iglesia Catedral de Almería", redactados en 1914. En su artículo 113 determina, literal: En la Misa solemne no se permitirá cantar nada más que lo que corresponde a ella; queda por tanto prohibido el canto de arias, villancicos o cualquier otra cosa en lengua vulgar. Sus razones tendrían, aunque choca muy mucho lo de "lengua vulgar". Hombre, si hubiese sido el clásico "Troncho y coles, azúcar y canela, que no hay quien le meta mano a la tía Micaela…", pues todavía. Concluyo la penúltima Crónica de 2011 felicitando al amigo Eduardo del Pino por el éxito en la presentación días atrás de su primer libro. Salud y suerte, que falta nos van ha hacer.

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