La agresividad tierna: cuando el cariño se mezcla con la fuerza

Cuida tu salud mental

Cómo relacionamos la agresividad, el cariño, los vínculos y el autocontrol cuando sentimos un deseo y una energía frenética hacia la otra persona

Autismo: una forma distinta de sentir, pensar y vivir

El amor en pareja puede llevarnos a emociones muy intensas
El amor en pareja puede llevarnos a emociones muy intensas / D.A.
Raúl Carrera Fernández
- Psicólogo en Antas

26 de octubre 2025 - 07:42

Seguro que en algún momento habéis escuchado: “¡Si es que me comería a este niño!” o “¡Dan ganas de apretarlo!”. Cuando se tienen unas ganas increíbles de apretar, abrazar o morder a alguien (tu pareja, un bebé, una persona a la que hace mucho tiempo que no ves...) y empiezas a hacerlo de una forma controlada, estás llevando a cabo lo que llamamos agresividad tierna, agresividad afectiva o agresión cariñosa. Aunque utilizamos la palabra agresión, no hay nada de agresivo en esta manera de demostrar nuestro cariño. Sin embargo, es cierto que, si no aprendemos a controlarnos, podemos llegar a hacer daño a la otra persona. Y esto es lo que pasa en algunas ocasiones.

En las parejas, esta agresión tierna se da cuando se muerden los mofletes o la barbilla, se abraza muy fuerte o, por ejemplo, se pellizca alguna parte del cuerpo. Esta agresión tierna aparece indistintamente en hombres o mujeres, en adultos o en niños.

Vamos a entender por qué tenemos esta ternura y para qué nos sirve.

La agresión tierna es una forma de impulso que aparece en contextos de cariño, de vínculo o de juego, pero no con la intención de dañar, sino como una forma de descargar energía y expresar una emoción intensa. Para que aparezca esta ternura, necesitamos de tres sistemas de nuestro cerebro.

El primer sistema es el sistema límbico, un sistema muy antiguo que nos permite dar una respuesta emocional primaria, participando principalmente la amígdala. La amígdala se activa moderadamente que hace que aparezca una parte agresiva y energética, pero hay otra estructura llamada corteza prefrontal que controla a la amígdala, evitando que ese impulso se convierta en violencia.

El siguiente sistema es el dopaminérgico, que se activa tanto en momentos de atracción como en la agresividad lúdica. Al activarse este sistema, cuando se muerde a la otra persona o se da ese abrazo tan fuerte, nuestro cerebro libera dopamina y endorfinas, dos sustancias que refuerzan nuestra conducta y nos producen placer.

El último sistema es el de apego, al liberarse una sustancia que regula nuestros vínculos: la oxitocina. La oxitocina, al igual que la corteza prefrontal, regula nuestra conducta agresiva y aumenta el vínculo con la persona con la que estamos mostrando esta agresividad tierna. Por eso, al abrazar fuerte a alguien o jugar con algo de fuerza, se combinan la excitación y la ternura.

Ahora que conocemos por qué tenemos esta agresividad tierna, vamos a entender para qué sirve este tipo de conductas.

La agresividad tierna permite fomentar vínculos con alguien a quien tenemos mucho cariño o con quien queremos mostrar afecto. A nivel social, también sirve para que el grupo vea que estamos mostrando cariño y afecto hacia los nuevos miembros, fomentando la cohesión grupal y permitiendo que los padres se sientan tranquilos.

Es también una forma de regular nuestra energía y nuestros deseos cuando estamos con nuestra pareja. En algunos contextos, la agresión tierna puede servir para regular ese apetito de intimidad y no ir a mayores.

En algunos juegos de niños, la agresión tierna también sirve para fomentar la cohesión y el vínculo a través del contacto, sin llegar a ser disruptivo o malintencionado hacia el otro compañero. Permite vincularse con la otra persona sabiendo que se puede descargar esa energía de forma controlada.

En el caso de bebés y niños, esta agresividad tierna aparece cuando el afecto es tan intenso que su sistema nervioso no puede procesarlo solo con ternura, y por ello necesita añadirle un componente motor, como apretar, morder o gritar.

La agresión tierna es, en resumen, una forma de autorregulación emocional que nos permite mostrar y expresar lo que estamos sintiendo, dejando entrever que lo que sentimos es muy intenso, pero controlándonos para no llegar a hacer daño a la otra persona. Así que ya sabes: la próxima vez que le des un abrazo muy fuerte a tu pareja o un pequeño mordisco en la mejilla, recuérdale que le estás diciendo que le quieres todavía más de lo que estás mostrando. Porque, si te dejaras llevar solo por la emoción, ¡te la comerías entera!

También te puede interesar

stats