Alerta roja en 22 municipios de Almería: les prometen ayudas para no desaparecer

La estrategia 2025-2030 destina recursos a vivienda, empleo, transporte y conectividad digital para frenar la pérdida de población

Nueva fórmula contra la despoblación en Almería: un 'Airbnb' con los municipios "prioritarios" para poder vivir

Municipios con distintas prioridades en función de su despoblación. / DDA

Almería concentra 76 municipios en riesgo de despoblación y tendrá un plan de rescate a medida. La Junta de Andalucía ha radiografiado el mapa demográfico de la provincia y ha puesto nombre y apellidos a los pueblos que están perdiendo población de forma alarmante. En total, 22 municipios se consideran en situación crítica (prioridad alta), 32 en riesgo medio y otros 22 en riesgo incipiente. La I Estrategia Andaluza frente al Desafío Demográfico 2025-2030 movilizará ayudas, incentivos fiscales e inversiones en servicios públicos para revertir esta sangría y garantizar el relevo generacional en el interior de la provincia.

Un vecino de Rágol lee un libro sentado en una las típicas calles empinadas propias de esta localidad de la Alpujarra Almeriense. / Javier Alonso

La estrategia, aprobada el 21 de julio de 2025, parte de una idea clara: el crecimiento de Andalucía es real, pero desigual. La población aumenta en la costa, en las capitales y en las zonas de agricultura intensiva, mientras las comarcas de interior, de montaña y con baja densidad sufren una pérdida silenciosa de habitantes. En provincias como Almería, esta dualidad es evidente: la capital y el Poniente siguen sumando vecinos, pero la Alpujarra, el Nacimiento, Los Vélez y el Alto Almanzora se vacían año tras año.

Para combatir este fenómeno, la Junta ha diseñado un sistema de clasificación de municipios por nivel de prioridad demográfica. Ya no se trata solo de contar cuántos habitantes tiene cada pueblo, sino de medir su vulnerabilidad real con un modelo técnico basado en nueve indicadores. El resultado es una radiografía mucho más precisa que servirá para repartir ayudas de manera diferenciada y actuar donde el riesgo es mayor.

Los nueve indicadores que definen el riesgo

El modelo toma en cuenta la densidad de población (riesgo si es inferior a 20 hab/km²), el crecimiento poblacional y vegetativo (negativos en los últimos 20 años), el índice de envejecimiento (más del 200 % de mayores frente a menores), la dependencia demográfica (superior al 50 %), la tasa migratoria (negativa), la edad media (más de 50 años), el ratio de masculinidad (más de 105 hombres por cada 100 mujeres) y la tasa de paro (por encima del 20,3 %). Cumplir más de siete de estos criterios sitúa a un municipio en prioridad alta, de cuatro a seis en prioridad media y de dos a tres en prioridad baja.

22 municipios en prioridad alta

En Almería, 22 pueblos cumplen entre siete y nueve indicadores y entran en la categoría de máxima alerta. Son Albanchez, Alboloduy, Alcóntar, Alcudia de Monteagud, Bacares, Beires, Benitagla, Benizalón, Bentarique, Canjáyar, Castro de Filabres, Cóbdar, Líjar, María, Ohanes, Oria, Padules, Paterna del Río, Rágol, Sierro, Las Tres Villas y Velefique. En la práctica, son los municipios donde la despoblación es ya una amenaza existencial y donde la Junta volcará el grueso de las inversiones.

32 municipios en prioridad media

Otros 32 municipios presentan un riesgo significativo, al cumplir entre cuatro y seis indicadores: Abla, Abrucena, Alcolea, Alicún, Almócita, Alsodux, Arboleas, Bayárcal, Bayarque, Bédar, Chirivel, Félix, Fiñana, Fondón, Lubrín, Nacimiento, Olula de Castro, Partaloa, Santa Cruz de Marchena, Senés, Serón, Somontín, Sorbas, Suflí, Taberno, Tahal, Terque, Turrillas, Uleila del Campo, Urrácal, Vélez-Blanco y Zurgena. Para ellos, el objetivo es actuar a tiempo para evitar que pasen a la categoría de riesgo extremo en el futuro.

22 municipios en prioridad baja

Un vecino de Rágol, uno de los municipios catalogados con prioridad alta, pasa junto a una empresa de la zona. / Javier Alonso

La tercera categoría agrupa a 22 municipios con riesgo incipiente, que cumplen entre dos y tres indicadores: Alhabia, Armuña de Almanzora, Cantoria, Chercos, Enix, Gádor, Los Gallardos, Gérgal, Íllar, Instinción, Laroya, Láujar de Andarax, Lucainena de las Torres, Lúcar, Macael, Mojácar, La Mojonera, Pechina, Rioja, Santa Fe de Mondújar, Tabernas y Vélez-Rubio. Aunque sus problemas son menos graves, se plantean medidas preventivas para frenar la tendencia.

Ayudas e incentivos con “factor corrector”

La gran novedad del plan es el “factor corrector” que permitirá priorizar estos municipios en el reparto de ayudas. Programas de vivienda rural, incentivos fiscales para nuevos emprendedores, planes de empleo y digitalización, mejoras en el transporte público y refuerzo de servicios sanitarios y educativos se aplicarán de forma más intensa en los pueblos de prioridad alta y media.

El peso de la altitud y el aislamiento

El estudio confirma que la altitud es un factor clave. Bacares (1.206 m), Bayárcal (1.258 m) o María (1.194 m) están entre los municipios más altos de la provincia y concentran problemas como el difícil acceso a servicios, el encarecimiento de infraestructuras y la falta de relevo generacional. La Junta propone mejorar carreteras, garantizar conexión a internet de alta velocidad y acercar servicios básicos para reducir el aislamiento.

Políticas para atraer y retener población

Además de inversiones en infraestructuras, la estrategia prevé guarderías rurales, planes de teletrabajo, vivienda asequible, telemedicina y programas de emprendimiento para jóvenes y mujeres. La idea es que estas zonas no solo frenen la pérdida de población, sino que vuelvan a ser atractivas para asentarse.

Más allá de las cifras

Aunque Almería es la provincia andaluza que más crece en población total —ya supera los 777.000 habitantes—, esta cifra oculta que decenas de municipios del interior siguen vaciándose. Sin acción, la brecha entre la costa y la montaña seguirá ampliándose en la próxima década.

Una oportunidad de transformación rural

La Junta ve esta estrategia como una oportunidad para rediseñar el modelo de desarrollo rural. “No se trata solo de frenar la despoblación, sino de transformar estos territorios en espacios de futuro”, apunta el documento. Para ello, las actuaciones serán transversales, con 32 líneas de trabajo que incluyen desde la mejora de la natalidad hasta el impulso del turismo rural, la digitalización y la formación profesional ligada a la economía local.

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