Almerienses ilustres (II). Francisco Villaespesa (1877-1936). Poeta uno y diverso

A Dios rogando

El 15 de octubre de 1877 nacía en Laujar de Andarax uno de los poetas más relevantes del siglo XX en España

Almerienses ilustres (I). Carmen de Burgos

Retrato que en 1947 le dedicó Jesús de Perceval a Francisco Villaespesa / Jesús de Perceval
Rafael Lázaro

14 de julio 2024 - 07:01

Parece ser que los años de olvido de Villaespesa comenzaron a desvanecerse a principios de la presente centuria reiniciándose el prestigio que ya alcanzó en su tiempo como agente del cambio poético, agitador de la vida literaria y figura clave en el triunfo del modernismo en la Península. Oigamos, si no, la opinión de sus contemporáneos que sirve tanto para el conocimiento crítico de su poesía, como para reflejar lo más íntimo de su ánimo.

Ya en 1906, Rubén Darío, hablando de los nuevos poetas españoles, después de mencionar a los Machado y Juan Ramón Jiménez, afirma de Villaespesa que “es un enamorado de todas las formas, seguidor de todas las maneras. Dice ya sus propios ensueños y canta su mundo interior de modo que, ciertamente, seduce y encanta”.

Años más tarde, en 1916, el célebre crítico y ensayista Cansinos-Asens, que reconocía al laujareño como su guía de juventud, decía de él que “era más vario que los demás poetas de su pléyade, fluyente y torrencial, sentimental y colorista, pero sin perder nunca los carismas de su consagración modernista…Francisco Villaespesa ha pulsado todas las liras y comulgado en todas las capillas estéticas”. Dejó clara cuál era su visión del modernismo y en palabras de Azorín “Villaespesa es como Zorrilla fundamental, esencial, radicalmente poeta,” por eso quizá no era del gusto de Unamuno

Una opinión más, en este caso de Antonio Machado que, en 1936, año de la muerte de nuestro poeta, decía en el diario El Sol que “Juan de Mairena habló un día a sus amigos de un joven alpujarreño llegado a Madrid a la conquista de la gloria, que se llamaba Francisco Villaespesa ¡Cuánta vida, cuánta alegría, cuánta generosidad hay en él! …Francisco Villaespesa: un joven hasta su muerte; un verdadero poeta”.

En palabras de Sánchez Trigueros, fue el primer escritor español que se planteó la literatura como una lucha donde sólo podían vencer la constancia, la firmeza, la abundancia y una dedicación completa al trabajo poético.

Su producción literaria es inmensa. Sólo de poesía publicó más de cincuenta libros dejando sin publicar muchos que lo han sido después de su muerte, entre ellos, El Cancionero de Almería que finalmente vería la luz en 1954. También practicó la literatura en prosa, mucho menos conocida que su poesía, y el teatro.

Con su libro la copa del Rey de Thule, publicado en 1900, libró la primera gran batalla del modernismo, pero fue con el Alcázar de las Perlas, estrenada en Granada en 1911 y María la Brava que representó en Almería en 1913 con María Guerrero como protagonista, donde ejemplifica magistralmente su dominio del drama poético.

Y fue precisamente en ese año que la ciudad de Almería le ofreció un rendido homenaje con la participación de toda la élite política, social y cultural de la ciudad y durante el cual el poeta Durbán recitó aquellos famosos versos de halago:

No te detengas, sigue tu camino

Canta, pues que cantar es tu destino.

Pero la frenética actividad de Villaespesa no se limitó a su creación literaria. Dedicó mucho de su tiempo, como agente literario, a ayudar e introducir a jóvenes poetas en los círculos literarios. Fue consejero de los primeros libros de Juan Ramón Jiménez ayudándole, al tiempo, a su presentación en los círculos culturales de la época. Dio también a conocer a Antonio Machado, cuya primera edición de Soledades publicó como anejo de una de sus revistas. Y es el caso que Villaespesa ejerció con pasión como editor de gran número de revista como Electra, Revista Ibérica, Revista Latina y otras que, efímeras, como eran casi todas las de la época, sirvieron para divulgar y dar a conocer a jóvenes escritores y potenciar el modernismo.

Poeta de dos mundos, gran parte de su actividad creadora se desarrolló al otro lado del Atlántico donde dejó una impronta imborrable, y en un viaje de ida y vuelta dio a conocer en España la poesía de autores hispano-americanos a través de tertulias y reuniones mantenidas en su piso madrileño donde su primera esposa Elisa, prematuramente fallecida en 1903, se consagró como musa modernista.

Aquellas desgarradoras palabras que pronunció en su lecho de muerte: ¡Mi obra, mi obra! marcaban la profunda preocupación que sintió por el futuro de su producción poética. Hoy por fin sabemos que no corre ningún peligro.   

Villaespesa amó profundamente a Almería desde la lejanía, y prueba de ello son los hermosos versos que le dedicó en 1915 en la revista Blanco y Negro:

Para pagar las flores

Con que alfombras mis pasos y enalteces mi orgullo,

¿Qué puedo yo brindarte, ciudad de mis amores

si todo cuanto tengo y cuanto valgo es tuyo?

El arte que a mi espíritu dio su sonoro brío

Para escalar las cumbres, es tuyo más que mío.

Porque bajo el zafiro de tu cielo, Almería,

Apareció el milagro de la luz de mi poesía

Cual Venus de la copa celeste de los mares.

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