"Yo soy andaluz y universal"

Manuel Pimentel recordó en La Salle los ingredientes para una novela

Manuel Pimentel en los jardines de La Salle.
B. F. Q. / Almería

09 de mayo 2009 - 01:00

Abandonó su carrera política cuando era ministro de Trabajo por convicciones personales. Poco antes, descubrió la magia de las letras, que fueron tomando poco a poco el corazón de este sevillano afincado en Córdoba. Ayer formó parte del centenario de La Salle, un acto al que agradeció acudir.

-Viene a presentar su último libro: El arquitecto de Tombuctú...

-Se trata de la vida, en un principio desordenada de un poeta granadino que logra crear un estilo propio de arquitectura.

-En líneas generales, ¿cómo definiría este último trabajo?

-Es una novela histórica y en este caso es la primera que escribo. Tiene un marco que procuro que siempre sea real. Lo importante después son los sentimientos de los personajes, saber captarlos. En este caso, estamos ante alguien que brilló, que fue notario en la Chancillería de la Alhambra pero que con su vida desordenada: bebía, se drogaba con anacardo, comete herejía.

-La historia empieza...

-Cuando le expulsan, él comienza un exilio por África, llega hasta El Cairo y en La Meca conoce a un emperador que lo lleva a Tombuctú y ahí empieza una vida muy apasionante.

-Usted es sevillano, reside en Córdoba pero escribe sobre Granada, ¿qué tiene Andalucía que le enamora?

-Además, tengo origen gaditano. Soy andaluz universal. Europeo, español, andaluz y de donde sea. Pero sí hay una sensibilidad especial. Creo que la importancia de todo reside en la sensibilidad. En saber qué es lo que me aporta mi tierra. No hay duda de que posee una calidez estética, un valor por lo bonito en nuestra mentalidad. Por supuesto que, aparte de eso, la eficiencia y el trabajo cuentan mucho pero los sentimientos, la estética, el gusto por el placer y la belleza de las pequeñas cosas está muy presente. Mientras más viajo por ahí más me doy cuenta de que pertenezco a un mundo de sentimientos que se encuentra al sur de la Península Ibérica.

-Cuando fue ministro de Trabajo usted tuvo que hacer frente a muchas situaciones, entre ellas la de la demanda de empleo de las minorías...

-Para empezar las personas con discapacidad tienen un mérito inmenso. Son entes de primera magnitud socioeconómica, aliados fortísimos en el sistema de bienestar.

-Respecto al tema de la política, ¿usted cree que los dirigentes en estos momentos tienen mucho cuento?

-Como en tantas otras cosas en la vida, hay una función escénica. El público te pide que actúes y representes determinados papeles. Mi paso por la política me ha dejado un poso muy agradable y el saber que se trata de algo muy shakesperiano. Es un magma incandescente donde aprendes mucho.

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