Por montera
Mariló Montero
Vox y Quasimodo
Almería y sus personajes I Gregorio Mollejo Rodríguez (exfutbolista de la Agrupación Deportiva Almería)
“Jeromo controla el balón abre a la derecha a Rojas, profundiza por su banda, centra, entra Gregorio y gooool gooool de Gregorio”. Un centenar de veces pudimos oí una narración similar a ésta en Radio Juventud en la voz del inolvidable José Miguel Fernández. Eran los gloriosos años de la mítica Agrupación Deportiva Almería.
–En la que tú estuviste cuatro años y viviste cuatro ascensos.
–Pues sí, a mí me trajo Melero del Granada B cuando la A.D. estaba en Tercera y jugaba en el viejo Estadio de la Falange, de tierra; y una grave lesión me obligó a irme a principios de la temporada de Primera. Fueron años inlovidables, Almería me lo dio todo y la prueba es que, tras retirarme, me quedé aquí a vivir.
–Porque tú eres madrileño...
–Sí, nací en Madrid hace 74 años. Me gustaba el fútbol desde niño, jugué en el Orcasitas, pero no me dediqué a él hasta que acabé la mili. En 1973 me llevarón a aquel terrible Granada de Ñito, Aguirre Suárez, Fernández, Montero Castillo... Pero claro, con ellos en Primera yo no podía jugar. Entonces me fichó la recién creada A.D. Almería, que aún estaba en Tercera.
–Aunque por poco tiempo...
–El primer año nos entrenaba Enrique Alés, estupendo míster y persona. Fue el año del famoso caso Tarrasa cuando la FEF de Pablo Porta nos descalificó por alineación indebida de Hierro, que había jugado todos los partidos de Liga sin problemas. Aquello fue traumático.
–Pero se inauguró el Franco Navarro con capacidad para 15. 000 personas.
–Se pasó de 3.000 a 15.000 personas animándonos y aquello fue decisivo. En tres temporadas subimos 2ªB, 2ª y 1ª. El 90% del mérito de aquellos ascensos fue de la afición que llenaba el campo cada domingo y nos daba alas. Recuerdo partidos ante el Ceuta, el Castilla, el Betis... que a falta de diez minutos perdíamos y acabábamos remontando por sus gritos de aliento. Jamás perdimos aquí desde Tercera al segundo año de Primera.
–Y tú, siempre de goleador.
–Mira, yo era muy limitado técnicamente pero me peleaba con los defensas y estaba siempre ahí. Yo provocaba los penaltis pero los tiraba Jeromo, que no falló ni uno en los años que estuvo aquí. No me dejaban ni sacar de banda. “Tú, al punto de penalty”, me decían; y allí que me iba yo.
–Casi un centenar de goles en cuatro temporadas.
–Sí, veintitantos por año. ¿El de mejor recuerdo? Los dos que le marqué al Castilla en el Bernabéu. Era mi sueño jugar allí y me fui con dos goles en la buchaca.
–Se decía que marcabas los difíciles y fallabas los fáciles...
–Porque siempre iba pasado de revoluciones. Veía el balón, echaba a correr tras él y a veces me pasaba de frenada y se me liaba entre las piernas. Yo no era de escuela donde te enseñan; lo mío era correr y pelear por cada balón que llegaba al área rival.
–Pero llegó Maguregui...
–Un hombre mítico en Almería pero que tenía un estilo de juego simplón: balones ‘a la olla’ y que los bajara Rolón de cabeza. Ahí no encajaba yo que era más de juego raso y trenzado. Además, me lesioné de gravedad en Getafe el año del ascenso y ya no pude debutar en Primera. Cuando me recuperé, me cambiaron por Murúa al Levante y ya no volví a la A.D. Almería.
–¿Tus mejores compañeros?
–El mejor, Juan Rojas, que fue padrino de mi hijo. Paniagua, Piñero, Jeromo, Mantecón y todos los almerienses en general. Éramos una familia y en eso se basó nuestro éxito.
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