La casa de socorro de Ciudad Jardín

Pequeñas historias almerienses

El dispensario municipal se aprobó el 10 de junio de 1954 y atendió a la población del levante de la capital hasta el 18 de febrero de 1985

La casa de socorro de Ciudad Jardín. / Diario De Almería
José Manuel Bretones

02 de abril 2023 - 06:00

La barriada almeriense de Ciudad Jardín contó durante un cuarto de siglo con una casa de socorro. Se trataba de un modesto centro de urgencias municipal que desde 1960 hasta 1984 atendió a la población con necesidades médicas leves, accidentes de tráfico o percances domésticos.

El acuerdo para construir una casa de socorro en Ciudad Jardín se adoptó por unanimidad en el Pleno del Ayuntamiento de Almería celebrado el 10 de junio de 1954 bajo la presidencia del alcalde, Emilio Pérez Manzuco (1910-1977). La propuesta la efectuó la denominada “Comisión de Beneficencia” y en el expediente se justificaba su apertura en la necesidad de cubrir asistencialmente a la población residente en el levante de la capital, así como a los usuarios de las playas.

Para ampliar la dotación de personal existente en ese momento, el Pleno aceptó crear siete plazas de camilleros, dos de practicantes y cuatro de médicos de guardia, todos ellos destinados a las dos casas de socorro municipales. Justo en esa fecha se jubilaron los doctores Antonio Abellán Gómez (1882-1957), Francisco Compán Miranda (1883-1960) y Francisco Casado Osorio (+1968) y era necesario cubrir las vacantes.

Para montar el dispensario médico se eligió uno de los inmuebles de servicio público que el arquitecto municipal Guillermo Langle diseñó y construyó cuando ideó la barriada. Estaba ubicado en la Plaza de España, muy cerca de la iglesia parroquial de San Antonio de Padua, lindando con la calle Andalucía y delante del mercado de abastos, hoy desaparecido. El edificio contaba de dos alturas y sobresalían trece arcos en las fachadas principal y laterales, en consonancia arquitectónica con las 245 viviendas unifamiliares construidas alrededor. Daba cobertura también a un servicio farmacéutico y otro de Correos.

La casa de socorro comenzó a funcionar modestamente, aunque contaba con línea telefónica (el 3152 era su número). Excepto los vecinos de la barriada y de Villagarcía, pocos ciudadanos conocían su existencia. A finales de los años cincuenta, la costumbre era acudir a la casa de socorro de Alcalde Muñoz, al Hospital Provincial o a la Cruz Roja. En Ciudad Jardín solían atenderse pequeñas lesiones caseras, caídas en la vía pública o accidentes de tráfico y playeros.

Niño mordido por un perro

Eran aquellos sucesos que la prensa de la época recogía con detalle y profesionalidad con titulares como “Niño mordido por un perro”, “caída casual”, “cayó de una caballería”, “leve salvo complicaciones”, “riña conyugal”, “atropellado por una bicicleta” y algunos otros, hoy impublicables. En 1959, y en los años sesenta, si a un niño le salía sangre por la nariz e iba a la casa de socorro, al día siguiente salía su nombre en el periódico. Durante la década de los sesenta y principio de los setenta, la afluencia de pacientes seguía siendo escasa, como mucho de nueve al día. Uno de ellos fue el pescador minusválido José Núñez Garroncha (1905-1966), atropellado a pocos metros del dispensario donde ingresó muy grave y falleció minutos después.

El edil responsable de su uso siempre decía que la casa de socorro estaba “infrautilizada” y culpaba a los ciudadanos de no acudir allí y sí al Hospital Provincial. Además, los años y el uso comunitario degradaron tanto las instalaciones que, en la comisión provincial de Sanidad del verano de 1975, el jefe provincial, José Fernández de Aguilar Torres, aseguró que los resultados de la inspección “no son nada satisfactorios en el aspecto infraestructural, necesitando una urgente reparación”. El concejal Carlos Palanca Vidal no dudó en atender positivamente el requerimiento.

El Ayuntamiento tardó meses en ofrecer una respuesta y en septiembre de 1976 acordó destinar una partida de casi tres millones de pesetas del presupuesto del “paro obrero” para las reformas. Las obras se adjudicaron de forma directa a Adela Quesada Martínez y se prolongaron 18 meses. Mientras tanto, los médicos y practicantes de guardia seguían atendiendo a heridos y enfermos de la mejor forma posible en un habitáculo provisional de la calle La Curva, como el niño de 12 años de la calle Alsodux, Juan Antonio Carmona Díaz. Éste fue rescatado por los Bomberos porque quedó con la cabeza atrapada en una caseta de baño de la calle Melilla cuando iba a recuperar una cámara de bicicleta que tiraron al interior.

Los trabajos de remodelación mejoraron la atención y el acceso de los pacientes. Ahora, los heridos, contusionados o indispuestos eran tratados en la planta baja; no como antes, que debían subir unas escaleras empinadas y estrechas. Se diseñaron dos salas de urgencia, despacho médico, zona de espera, un depósito de cadáveres, servicios higiénicos, sala de recuperación y dormitorio para el personal de guardia. Hay que tener en cuenta que las instalaciones eran públicas, pero la prestación sanitaria de pago; el Ayuntamiento luego facturaba los servicios al usuario. Por ejemplo, inyectarse un medicamento costaba 50 pesetas.

Inauguración en 1977

Concluida la reforma, se produjo la inauguración oficial de las instalaciones. El 30 de diciembre de 1977, a las seis de la tarde, el alcalde, una nutridísima representación de la Corporación y numerosos médicos vestidos con sus batas blancas procedieron a al estreno oficial de la casa de socorro. El doctor responsable del servicio, Antonio Herrera Padilla (1910-2002), llevó la voz cantante y recorrió las nuevas dependencias encabezando la comitiva. Además, explicó el sistema de trabajo de los médicos y practicantes, consistente ahora en turnos diurnos de tres horas y nocturnos de doce. La idea era que desde Ciudad Jardín se paliara en parte el extraordinario déficit en atención sanitaria de la Administración. No pudo conseguirse el objetivo. Los ciudadanos ignoraban las dependencias, en ocasiones por desconocimiento y en otras por preferir ser atendidos en la Bola Azul. Aun así, la farmacia situada en ese momento a las espaldas –en la Plaza Colón- y dirigida por María Luz Tapioles Donoso sí contaba con numerosos usuarios.

Por ello, se abrió un largo debate sobre la necesidad de señalizar las instalaciones médicas para un mayor conocimiento de su existencia. Instalar una flecha metálica en la esquina de la actual avenida de Cabo de Gata con la calle América, marcando la dirección de la casa de socorro, costó largos meses de reivindicación ciudadana. Nada extraño en Almería. Un año después de la inauguración, los operarios municipales procedieron a colocarla.

Entre 1980 y 14 de octubre de 1982, la Seguridad Social trasladó allí su servicio de rehabilitación, donde se mantuvo hasta que el nuevo Hospital Torrecárdenas estuvo operativo. No obstante, la casa de socorro seguía prestando su servicio de urgencias a heridos y magullados. En ocasiones, sucesos peculiares como el caso del camionero Facundo Feliz Morcillo, de 50 años, que fue atendido en agosto de 1983 por diversas heridas y contusiones en el tronco y mano derecha producidos por una mujer feriante que le mordió en el transcurso de una pelea.

Una fecha clave en la historia final de la casa de socorro fue el 5 de marzo de 1984. Ese día, el Pleno municipal aprobó la cesión del inmueble a la Junta de Andalucía para que construyera un centro de salud. Los servicios de urgencias se integraron en otros sanatorios y en un local de las 500 Viviendas y el 18 de febrero de 1985 se cerró, haciéndose cargo del derruido edificio aquella “cosa” que se inventó la consejería llamada “RASSSA”, que suplió al INSALUD. El Sindicato Médico se quejó de que el traspaso se efectuó sin contar con ellos, pero lo cierto es que pronto aparecieron las máquinas excavadoras y el edificio se derrumbó para levantarse el ambulatorio que hoy existe.

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