Por montera
Mariló Montero
Vox y Quasimodo
Tras varias horas en el colegio cada día, y cuando madrugar y los deberes de matemáticas o lengua se consolidan como rutina, hacer alguna actividad extraescolar puede suponer un castigo o un premio. Marcar la diferencia no podría ser más sencillo: debe ser algo que le guste al niño que la va a realizar. Lo aconsejable, según los expertos, es no tener más de dos a la semana, una de refuerzo y otra por placer. Incluso es bueno tener alguna tarde a la semana libre. Sin embargo, cuando el pequeño no ha llegado ni siquiera a segundo de primaria, ¿qué opciones quedan?
Gustavo Cruz juega al tenis, tiene cuatro años y las ideas muy claras, según cuenta su madre Ana Uclés. "En casa nadie comentó nada ni tenemos afición, pero un día nos dijo que quería hacerlo", explica. Su padre sugirió llevarle a fútbol, una actividad extraescolar clásica, pero fue el pequeño el que se manifestó: si tenía que apuntarse a algo, sería al deporte de Nadal. "A él le encanta. Además, trabaja mucho la coordinación y el profesor es encantador".
Otras actividades físicas que despuntan este año como favoritas son el waterpolo, la natación y el aeroyoga como novedad. En un columpio, los pequeños se balancean y les permite realizar distintas poses. "De forma lúdica, los niños desarrollan amplitud de movimientos, la flexibilidad y coordinación", explica Nacho Berenguel, técnico deportivo de sala Fitness, actividades dirigidas y entrenador personal en el centro deportivo Ego. "Es una actividad que permite al niño desarrollarse de forma integral y sienta las bases psicomotrices que le van a permitir desarrollar cualquier otro deporte competitivo mejor preparado".
José, de seis años, no tiene miedo de subirse en el columpio y ponerse boca abajo atado en él. Con la ayuda del monitor, los niños consiguen ejercitar la fuerza y hacen abdominales como si fuese un juego. De vez en cuando aprovechan y se balancean. Se divierten y hacen ejercicio sin apenas darse cuenta del esfuerzo que supone, fomentando la flexibilidad de la que ya disponen desde pequeños.
La gimnasia rítmica y artística son otras de las últimas modalidades que se pueden hacer en la capital. Con el aro, la cinta y una elasticidad que ya quisieran los adultos, las niñas consiguen la coordinación y flexibilidad a base del trabajo duro que supone este bello ejercicio.
Otras actividades extraescolares posibles para los más pequeños, aunque esta vez menos deportivas y más académicas son los idiomas. Clásico entre los clásicos y fundamental para cualquier trabajo hoy día: el inglés.
Desde los cuatro años los niños pueden estudiar el idioma de Shakespeare. Y al igual que el ejercicio físico, que se debe enseñar como si de un juego se tratase, los niños que "no saben ni leer ni escribir todavía en español, no pueden hacerlo en inglés", explica el dueño de la academia McGinty. Así, de un modo divertido y con canciones los reyes de la casa van quedándose con el vocabulario y pueden llegar a mantener pequeñas conversaciones. Sus datos, color favorito, animales e incluso hacer ellos las cuestiones. Aprendiendo con tiempo, podrían llegar a un alto nivel del idioma con apenas quince años.
Y aunque el inglés es básico y una de las columnas vertebrales del mercado laboral, no cabe duda de que el chino se está abriendo camino a pasos agigantados. Desde el colegio La Salle, en Almería, imparten este idioma con el que buscan formar a los niños en el máximo de lenguas posibles. Allí las actividades extraescolares ya son de inglés, francés, alemán y el del gigante asiático, a los que pueden apuntarse cualquier niño de la provincia, aunque no estudie allí.
Un amplio abanico de posibilidades que abre las puertas a que los pequeños absorban cual esponjas todos los conocimientos posibles a tan corta edad.
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