Crece la ansiedad sexual por la presión de “cumplir”: las consultas no paran de aumentar

La presión sexual y el miedo a “fallar” están empujando a más personas a buscar ayuda especializada

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Dos personas se besan en la calle.
Dos personas se besan en la calle. / DDA

Convertir la intimidad en una prueba que hay que superar se ha convertido en una realidad para muchas personas. Cada vez más hombres —y también mujeres— consultan por síntomas de ansiedad en el sexo: miedo a no cumplir, presión por rendir y sensación de estar “actuando” más que disfrutando. Detrás, especialistas señalan un patrón: expectativas rígidas, presión social, pornografía como referente y falta de educación sexual emocional.

“El sexo está muy relacionado con la salud mental, emocional y física de cada persona. Cuando una de las partes no está preparada o no se encuentra en su mejor estado, su desempeño puede verse afectado”, explica Mónica Chang, experta en salud sexual de iroha. “Comprender esto ayuda a reducir la posibilidad de que surjan problemas.”

Hablar del rendimiento sexual es hablar de la idea de que una relación íntima debe obedecer a un guion: que los genitales sean la principal fuente de placer, que sin coito no hay encuentro sexual, que siempre debe haber orgasmo —normalmente mediante penetración— y que todo debe fluir sin pausas ni dudas. Esta visión rígida, profundamente extendida, contrasta con la realidad del deseo humano, mucho más variable, flexible y emocional.

Según explican desde la plataforma especializada Diversual, esta presión desemboca en ansiedad sexual y es una de las principales causas de dificultades como problemas de erección, eyaculación o falta de orgasmo. “Todo comienza el día que algo no sucede como se había imaginado. Y cómo se reacciona ante ello puede marcar la diferencia entre algo anecdótico o que se convierta en un problema sexual”, señalan. El miedo anticipatorio, la percepción de peligro y la tendencia a evitar el sexo son patrones frecuentes.

La presión también afecta a mujeres

Aunque tradicionalmente se ha asociado la presión sexual a los hombres, Chang recuerda que en varios contextos culturales, incluida parte de Asia, las mujeres también cargan expectativas externas:“En algunos países asiáticos el grado de reactividad de la mujer durante la actividad sexual se toma como indicador de su habilidad en el sexo. Si permanece quieta o con poca reacción puede considerarse poco hábil o que la pareja no es compatible. Eso genera presión para mostrarse más reactiva, aunque no sea natural”.

Aquí, el rendimiento no es solo físico: es emocional y expresivo. Se espera que la mujer “muestre” placer, incluso si no lo está sintiendo, lo que añade otra capa de ansiedad.

Evitar el sexo agrava el problema

La ansiedad sexual suele expresarse como anticipación y miedo a que algo vaya mal. Si el temor se mantiene, muchas personas comienzan a evitar encuentros íntimos para no enfrentarse a la posibilidad de fallar. Ese patrón, explican desde Diversual, puede terminar apagando completamente el deseo y afectando la relación.

La palabra clave es evitar: cuanto más se evita, más crece la ansiedad y más presión acumulada se siente cuando el sexo vuelve a aparecer en el horizonte.

Cómo romper la presión de “cumplir”

Romper este ciclo requiere cuestionar los “debería” del sexo. Bajar el volumen a la idea de performance —que todo debe salir perfecto, sin interrupciones ni dudas— permite que el cuerpo y la mente recuperen su espontaneidad. “A través de una comunicación clara podemos aumentar el placer, y mediante el refuerzo positivo podemos mejorar nuestro desempeño”, recuerda Chang.

Tanto ella como especialistas de Diversual coinciden en la importancia de la educación sexual: entender que perder una erección no significa estar “roto”, que la pornografía es un espectáculo guionizado y que lo más erótico está en el cerebro, no en el tamaño, la potencia o la duración.

Volver después de una mala experiencia

Tras un episodio frustrante o bloqueante, la recuperación debe ser suave y gradual. “La sanación es mental, emocional e incluso física. Lo fundamental es cómo te sientes y si realmente estás listo. Lo último que deberías hacer es apresurarte”, señala Chang.Una estrategia es volver al contacto propio desde la calma: “Puedes empezar con caricias suaves e intencionadas y, cuando te sientas bien, pasar a usar artículos de placer delicados, como iroha koharu.”

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