El desierto que nunca fue
Por mucho cartel, panel y rótulo informativo que lo indique, el de Tabernas no es un desierto. Así lo indica lo recuerda el investigador de la Estación Experimental de Zonas Áridas del CSIC, Jaime Martínez Valderrama, explica que existen dos tipos, de origen climático y por la intervención del hombre, siendo el almeriense de un perfil claramente distinto al tener una cubierta vegetal en un buen estado y una pluviometría muy por encima de la que tienen los desiertos del resto del mundo. Por ejemplo, más de 49 años sin llover y periodos de hasta 400 se han registrado en el de Atacama en Chile. El singular aspecto del paraje de Tabernas responde a otros motivos. "Hace miles de años se produjeron movimientos tectónicos que provocaron esta elevación sobre el nivel del mar. Al reorganizarse la red hidrográfica en épocas más lluviosas, se produjo una considerable erosión remontante y las margas y yesos, recubiertos por una coraza más dura formada por calizas, posibilitó la formación de cárcavas". En definitiva, Tabernas es una geoforma, un paradigma de badland, con una escabrosa topografía que siempre dificultó su explotación quedando el terreno en desuso.
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