La dictadura en la tierra que acogió a miles de almerienses
Muchos gallegos de la provincia tuvieron que emigrar a Argentina. Un profesor de la Universidad Rey Juan Carlos, José Manuel Azcona, cuenta en un libro esa etapa
Fueron miles los gallegos almerienses que emigraron en el pasado siglo para encontrar en la tierra Argentina un nuevo lugar, con más brillo, bajo el sol. Para muchos, aquella nación hermana sería, es todavía hoy, su patria compartida y definitiva. Como todos los países, a sus luces, la acogida, la prosperidad económica en tiempos; se oponen etapas oscuras, dramáticas, crueles. De ellas se ocupa con rigor, honestidad y ecuanimidad la obra Violencia política y terrorismo de Estado en Argentina, bajo el subtítulo de Del totalitarismo de José Uriburu (1930) ala dictadura militar (1976-1983). Una visión bilateral (Biblioteca Nueva, 2010). La firma José Manuel Azcona, profesor titular de Historia Contemporánea de la Universidad Rey Juan Carlos.
El trabajo forma parte de la colección de Historia dirigida por Juan Pablo Fusi y cuenta con un prólogo de quien fue Defensor del Pueblo de España en los últimos diez años, Enrique Múgica Herzog. El prologuista destaca una serie de virtudes de este trabajo que sin duda se ven corroboradas cuando se lee la obra, cuya prosa es ágil en el marco de una estructura oportuna que responde a años de investigación tanto sobre el terreno -encuestas y estadísticas, entrevistas en profundidad, recuperación de testimonios orales coetáneos de torturados y desaparecidos…-, como en hemerotecas. Es la diversidad de fuentes, algunas de elaboración propia, uno de los grandes valores de este libro documentado que bucea en los orígenes ideológicos del dogma totalitario en el país austral. Unos orígenes en los que está, entre otros factores, el nacionalismo extremo y excluyente, un tema sobre el que Azcona sabe mucho, pues no en vano es autor de un título de referencia sobre el nacionalismo vasco, escrito al alimón con Fernando García de Cortázar.
Es esa ideología nacionalista la que en el caso de Argentina denuncia la inmigración europea y sus consecuencias, según ella, nocivas y destructivas para "el ser nacional". Los emigrantes de Europa a Argentina fueron en 1960-1970 casi el 20% del total de la inmigración del país, mientras que en los primeros años del siglo XX, la cifra prácticamente alcanzó el 90%.
El éxito electoral de Juan Domingo Perón llevaría a que su primera etapa de gobierno durara desde 1946 hasta 1955 (fue presidente de la nación tres veces y pasaría 18 años de exilio dorado en España gracias a Franco). Los primeros periodos fueron de extraordinario crecimiento de la economía nacional y contaron con el apoyo de la iglesia católica a su "justicialismo", una iglesia que luego se distanciaría de Perón al no perdonarle haberla relegado a un papel secundario en la tutela ideológica del país.
Y no se puede hablar de él sin mencionarla a ella: la mitificada, la adorada, Eva, Evita, Perón. Para el investigador, el peronismo, "era una filosofía social-cristiana, fundada en preceptos católicos y aristotélicos de justicia. El justicialismo pagaba o protegía a cada uno según sus necesidades y se oponía abiertamente al poder que no se ganaban por sí mismos con esfuerzo y capacidad. Desde la perspectiva política posee hitos similares a los modelos fascistas anteriores a la Segunda Guerra Mundial".
Como advierte Azcona, para los adversarios de Perón, la Nueva Argentina implicaba "la división de la nación, con una economía en bancarrota y un país viciado por la dictadura. Se culpaba a la justicia social de ser la causante de la prisión y el exilio de numerosos ciudadanos, algunos de los cuales afirmaban haber sido torturados. El peronismo era denunciado como una ideología caracterizada por el fraude, el adoctrinamiento, la propaganda falsa y la persecución".
Entre los años 1966-1976 las disputas entre peronistas y militares llegan a ser considerables y ve la luz "el terrorismo peronista mezclado con marxismo (Montoneros) y el de la Triple A, organización (conservadora, Alianza Anticomunista Argentina) impulsada por el ministro de Bienestar Social". Menudo sarcasmo la cartera del fundador de quienes asesinaron a más de 900 personas entre 1973 y 1976.
Esta obra denuncia la "casi unánime indulgencia hacia los grupos terroristas" por parte de quienes se acercan al estudio de la historia contemporánea de Argentina. Hasta hace tres lustros, con el caso de ETA, "a los que ya se define como banda terrorista, casi con unanimidad metodológica".
La estructura de la represión de la última dictadura militar (1976-1983) buscó "eliminar físicamente a toda oposición, con la creación de un corpus ideológico propio o un fascismo vernáculo, sustentado sobre la cruz y la espada".
Desde el mismo día del golpe de Estado (24 de marzo de 1976) por parte del general Jorge Rafael Videla comenzaría la llamada guerra sucia: el terrorismo en las entrañas del poder político. El mismo Videla afirmaría sobre los torturados y asesinados, con sadismo y crueldad sin límites: "No tienen entidad, no están vivos ni muertos… están desaparecidos". Para José Manuel Azcona, "la desaparición de personas fue un programa de acción, planificado con anticipación, estableciéndose los métodos por los cuales llevarlo a la práctica: arrojando a los desaparecidos al Río de la Plata desde aviones o helicópteros militares y en fosas comunes; fusilamientos y ocultamiento de cadáveres. Para controlar a la sociedad civil, la censura obró a la perfección".
El investigador se ocupa también de la Guerra de las Malvinas (1982), ganada por Reino Unido, y que supone la decadencia de la junta militar desde 1976; las organizaciones de terrorismo guerrillero de los otros países de América Latina, entre los 50 y los 80 del pasado siglo; la Escuela Francesa y el terrorismo de Estado en Argentina, los orígenes de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, incluye una bibliografía comentada y una bibliografía general, y en definitiva presenta un trabajo de análisis historiográfico a la altura de los mejores sobre unos hechos dramáticos, dolorosos, que todavía escuecen y tienen vigencia. Clamaba Ortega contra la publicación de libros superfluos. Éste sin duda no lo es. Antes al contrario, la obra del historiador José Manuel Azcona, no ésta sólo, sino el conjunto de su vasta producción académica, constituye un ejemplo del historiador que ofrece datos y no opiniones gratuitas, documentos y no preferencias ideológicas personales: Historia. Nada más y nada menos
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