La hora más triste de Juan Enciso
De alcalde casi omnipotente a interno en el módulo de ingresos en el centro de El Acebuche, el primer edil ejidense pasa a sus primeras horas en prisión donde puede permanecer meses
La imagen que ilustra esta página no puede ser más reveladora de la personalidad de Juan Enciso. Hace meses, Diario de Almería se acercaba hasta su despacho para una entrevista en profundidad. A la hora de las fotografías se le pidió que se asomara a la ventana. Con la mano izquierda en la barandilla de un discreto balcón, Enciso perdía la mirada en la plaza mayor de El Ejido, de su El Ejido. Desde poco después de las diez de la noche del viernes, lo único que tiene delante de su vista es una minúscula celda en el módulo de ingresos del centro penitenciario de El Acebuche. Entre una imagen y otra, una vida entera que, en lo personal y en lo político, se le ha escapado entre los dedos.
Durante estas últimas horas, se ha recordado las frases que marcan su trayectoria política, que discurre entre alguien que es capaz de llevar a un municipio de poco más de 60.000 personas a los mismísimo Rolling Stones, de organizar uno de los más importantes festivales de teatro que se pueden disfrutar en toda la geografía nacional y, al mismo tiempo, ser protagonista más por omisión que por acción de uno de los primeros y más graves incidentes con la población inmigrante surgidos en España. En esas tristes horas, los medios de comunicación nacionales se hicieron eco de una de sus sentencias más célebres: "a las seis de la mañana todos los inmigrantes hacen falta; a las seis de la tarde, sobran todos".
Más sobre el mismo asunto. Meses después de esos incidentes, una delegación de parlamentarios europeos visitaba el municipio para comprobar los progresos que se habían realizado. En la posterior rueda de prensa en un hotel de la capital, los representantes de varios países -por cierto uno de ellos de raza negra- se mostraron escandalizados por una de las reflexiones que Enciso les había hecho: "los inmigrantes tienen una tendencia natural a vivir debajo de los plásticos".
Pocos pueden poner en duda que precisamente esa ha sido una de las perdiciones del aún alcalde (hasta que no se le cese o inhabilite, aún estando en la cárcel sigue siendo el primer edil de El Ejido), una manera de ser hosca hasta el extremo que le ha llevado a mostrarse convencido de que nada iba a pasarle, al menos mientras no saliera de El Ejido.
Eso fue lo que le llevó a, en el año 2000, poner en jaque a todo un ministro, Manuel Pimentel, titular de la cartera de Trabajo quien esperaba que un alcalde tuviera la 'amabilidad' de desplazarse menos de 30 kilómetros para reunirse con él y una delegación de políticos llegados desde Madrid. Se negó en redondo. Pimentel, no se lo podía creer. Intentó que Génova le convenciera. Pimentel fue la primera gran víctima de Enciso. El lo ha sido ahora de sí mismo.
No obstante, sí ha hecho un favor a su pueblo y al resto de la provincia. Probablemente a partir de ahora, si algún alcalde tiene tentaciones de erigirse en algo más que un servidor público se lo pensará dos veces. Ejemplos no faltan de tales actitudes. Ahora saben que Anticorrupción no se lo pensará dos veces.
No hay comentarios