¡¡Inocente, inocente!!
Sociedad
El 28 de diciembre. Esta fecha nació como un relato bíblico relacionado a una tragedia. Sin embargo, con influencias paganas, tomó tintes humorísticos y lúdicos
El dilema de dejar una propina
¿Es usted de los graciosos o de los despistados? ¿Le gusta hacer bromas o se las hacen siempre? Cada 28 de diciembre se celebra el Día de los Santos Inocentes, jornada en la que en España es tradición gastar bromas. Cualquiera puede ser víctima de burlas jocosas, siendo el único día del año en el que uno no se puede molestar por ello. Eso está claro, pero, ¿por qué ese día se celebra el 28 de diciembre y de dónde viene la tradición de hacer travesuras?
En España se asoció la costumbre de las bromas al 28 de diciembre por el doble sentido de la palabra inocente, en una fusión de creencias cristiano-paganas. Por una parte, la Iglesia conmemora ese día la matanza de todos los menores de 2 años nacidos en Belén, enviada a perpetrar por Herodes cuando, según el evangelio de San Mateo, los magos de Oriente le anunciaron que había nacido el Rey de los judíos quien, creyó, habría de arrebatarle el trono.
Ese trágico acontecimiento, sin embargo, no cuadra con el resto de fechas relacionadas con la Natividad, ya que la matanza de los niños menores de dos años de Belén debió producirse tras la visita de los Reyes Magos (6 de enero). También es cierto que la fecha del nacimiento de Jesús tampoco aparece en las sagradas escrituras. Y, es más, tampoco coincide el episodio con los tiempos de Herodes, que reinó entre los años 37 y 4 a.C, según los historiadores.
Para encontrar el origen pagano de la celebración del Día de los Inocentes hay que avanzar hasta la Edad Media. Alrededor del s.V, los monaguillos de las iglesias europeas escogían un falso "obispillo" durante las fechas navideñas para satirizar la liturgia y creencias del mundo cristiano, una práctica perseguida por la iglesia por considerarla todo un sacrilegio pero que, no obstante, sobrevivió y se extendió. Era conocida como la Fiesta del Obispillo.
Otra festividad muy similar de la época y que bien pudo influir en lo que hoy conocemos como las bromas del Día de los Inocentes, a pesar de su nombre, ya en la Edad Media, fue la conocida como Fiesta de los Locos, de origen pagano. Con el paso del tiempo, la tradición de simbolizar la matanza de los inocentes fue variando en la costumbre de hacer bromas a amigos y familiares. Durante años, también los medios de comunicación se sumaban a las travesuras, publicando noticias inverosímiles de toda índole antes de desvelar su falsedad. Esta práctica, sin embargo, está perdiendo fuerza en los últimos tiempos.
Origen del Día de los Santos Inocentes
Pese al jolgorio que caracteriza a esta fiesta en la actualidad, su historia está marcada por una acción de lo más cruel. El origen de esta tradición está en el cristianismo: en el episodio hagiográfico que narra la matanza de todos los niños nacidos en Belén, Judea, menores de dos años, que fue ordenada por Herodes I “El Grande” para deshacerse del Jesús de Nazaret.
El nombre de “Santos Inocentes” viene de que a una edad tan temprana (2 años) no podían haber cometido pecado alguno. A lo largo de la historia, la celebración fue cambiando y los monaguillos comenzaron a gastar bromas en este día. Costumbre que pasó después a las familias.
El día de las inocentadas
A lo largo de la historia son muchas las bromas que se han gasto en esta señalada fecha. Por un lado tenemos las clásicas, que nunca fallan, bromas para expertos y para principiantes… Bromas para dar y regalar, pero sobre todo, para no parar de reir.
En un mundo donde la desinformación y las noticias falsas parecen dominar, el día de los Santos Inocentes se convierte en un recordatorio de la fragilidad de la verdad. A medida que las redes sociales proliferan, la línea entre la broma y la realidad se difumina, lo que lleva a cuestionar la ética de las noticias que consumimos. La festividad, que debería ser un momento de risa y alegría, también nos invita a reflexionar sobre el impacto de la mentira en nuestra vida cotidiana y en la percepción de la realidad.
Una jornada que, aunque tiene raíces en un episodio trágico del cristianismo, ha evolucionado hacia un día de bromas y chanzas.
Esta transformación ha suscitado un debate sobre la naturaleza de la verdad y la mentira en nuestra sociedad actual. La historia original, que conmemora la matanza de los niños menores de dos años en Belén por orden del rey Herodes, se ha distorsionado con el tiempo, convirtiéndose en una ocasión para hacer inocentadas, muchas veces impulsadas por los medios de comunicación.
Periódicos: es muy común en muchos países que el 28 de diciembre los periódicos publiquen noticias falsas con algún tipo de broma. Muchos lectores llegan a creérsela cayendo en la inocentada.
Televisión: en este día, prácticamente todas las cadenas, preparan algún tipo de “trampa” en la que cae algún famoso. Casi siempre utilizan cámaras ocultas que convierten al inocente de turno en carne de cañón del 28D.
Cambio de hora: Una de las bromas de este día suele ser cambiar la hora de todos los relojes de la casa para que la posible “víctima” llegue tarde al trabajo, al colegio, o esté desorientado.
Monigotes: Colocar un monigote de papel en la espalda de la gente sin que se enteren es una de las inocentadas más recurrentes en esta fecha.
A pesar de la seriedad de los temas que surgen en torno a esta festividad, el 28 de diciembre sigue siendo un día de alegría y risas. Las bromas y las inocentadas se convierten en una forma de conectar con amigos y familiares, recordándonos que, a pesar de los desafíos, siempre hay espacio para la risa. Sin embargo, es fundamental que, al celebrar, no perdamos de vista la importancia de la verdad y la responsabilidad que tenemos como consumidores de información. En un mundo donde la mentira puede tener consecuencias devastadoras, quizás el mejor regalo que podemos hacernos es el compromiso con la verdad.
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