Almería y sus personajes I Manuel Cuesta González (gerente de la propiedad de la Plaza de Toros)
  • Su padre era militar y desde los 18 años delegó en él la representación de los actos del coso

  • Se construyó en 1888 y él es la cuarta generación de propietarios

“En vez de juguetes, los Reyes me regalaron una plaza de toros”

Tres generaciones de la familia Cuesta en su burladero del callejón de la plaza de toros: don Manuel, Manolo y Luis. Tres generaciones de la familia Cuesta en su burladero del callejón de la plaza de toros: don Manuel, Manolo y Luis.

Tres generaciones de la familia Cuesta en su burladero del callejón de la plaza de toros: don Manuel, Manolo y Luis. / JLL Bretones

Escrito por

José Luis Laynez Bretones

Una frase que siempre que habla de ‘su’ plaza repite don Manuel Cuesta: ‘la plaza de toros de Almería es una anciana bonita que hay que saber cuidarla’. Bien que la cuidan y miman las cuatro generaciones familiares que han constituido la propiedad.

–Es de edad avanzada la plaza de toros de Almería: 123 años.

–Pues sí, se construyó en 1888 por una sociedad en la que participaba mi bisabuelo, de apellido González Canet; luego pasó a mi abuelo, González Egea; de él, a mi madre, González Montoya; y a continuación, a los tres hermanos: José Antonio, Francisco y yo. Y ya hay preparada una quinta generación, mi hijo Manolo Cuesta Rapallo; e incluso la sexta, mi nieto Luis.

–Para usted será algo normal tener una plaza de toros pero se ve como algo extraño...

–¡Ja, ja, ja! Desde los 18 años he sido su representate en los actos en que se requería la presencia de la propiedad. Mi padre era militar, fue ocho años alcalde de Almería y delegaba en mí siempre la representación de la plaza. Bastante tenía él con lo suyo. Mucho hizo por Almería en aquellos años en los que no había dinero en las arcas municipales; lo más importante, sin duda, dotarla de alcantarillado y enterrar los viejos pozos negros que eran un nido de cucarachas y ratas.

"En los años 70 y 80 quisieron comprarme la plaza pero mientras yo viva, el coso será de la familia Cuesta”

–Volvamos a la plaza. Es una pena lo poco que se abre.

–Mire, este es el primer año en su historia que no se ha abierto ni un solo día. No hace tanto se daban novilladas de promoción, recitales musicales de Feria, cine de verano, veladas de boxeo, partidos de baloncesto... Ahora se dan 4 ó 5 corridas de toros en Feria y algunas celebraciones. Su rentabilidad es nula.

–¿Y no se ha planteado nunca venderla?

–Ofertas no me han faltado, sobre todo en los años 70 y 80, los del boom constructor en Almería. En esos diez mil metros cuadrados tan céntricos se habrían construido bloques de pisos, como sucedió en Córdoba, San Sebastián o Vélez Rubio. Es un monumento patrimonio de la ciudad y nunca permitiré que se especule con ella.

"Paula le brindó un toro a mi madre y me dijo: "Si es que iba muy guapa la señora"; y ella tenía ya 80 años...”

–Tendrá recuerdos entrañables sucedidos en ella.

–Pues el más bonito fue un día en que mi madre vino al burladero del callejón a ver torear a Rafael de Paula. El maestro le brindó un toro y, cuando terminó el festejo y fui a agradecérselo, me dijo muy serio: ‘si es que iba muy guapa la señora’. La ‘señora guapa’ tenía ya 80 años...

–Cuando entre usted a ‘su’ plaza pensará aquello de ‘hogar, dulce hogar’...

–Es cierto que en algunos rincones de la plaza me siento como en mi casa: toda la zona del patio de caballos, tan concurrida los días de festejos; el cortijo que allí hay, donde vive el conserje encargado de su conservación; la vieja higuera; la dependencia familiar que hay en un lateral... Llevo desde que tengo uso de razón familiarizado con todo ello.

Ante la puerta de toriles y bajo la fecha en que se acabó la plaza. Ante la puerta de toriles y bajo la fecha en que se acabó la plaza.

Ante la puerta de toriles y bajo la fecha en que se acabó la plaza.

–En sus 123 años de vida habrá cambiado bastante.

–Pues mire, todo lo que la han cambiado lo estoy restaurándo ahora para que vuelva a ser tal y como se acabó en 1888. Tras la guerra civil, quedó destrozada y poco a poco recuperamos los detalles originales. Por ejemplo, las barandillas y los búcaros, hemos añadido la cabeza de toro que había en el antiguo matadero, renovamos el sistema de desembarco de los toros, el sistema de riego... En fin, es un no parar de trabajar y de gastar.

–D. Manuel, ¿merienda usted en el descanso?

–¡Hombre, claro; si no, la corrida perdería parte de su encanto!

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