Feria Taurina | El desembarco de los astados en la plaza

Una mañana en los corrales de la Plaza de Toros de Almería

Acompañados de los cabestros, los nueve toros (6 ‘titulares’ y 3 sobreros) son reconocidos visualmente por los veterinarios antes de ser enchiquerados individualmente. Acompañados de los cabestros, los nueve toros (6 ‘titulares’ y 3 sobreros) son reconocidos visualmente por los veterinarios antes de ser enchiquerados individualmente.

Acompañados de los cabestros, los nueve toros (6 ‘titulares’ y 3 sobreros) son reconocidos visualmente por los veterinarios antes de ser enchiquerados individualmente. / JL Bretones

Escrito por

José Luis Laynez

Son las 9 de la mañana de un día cualquiera de Feria en el que se celebra un festejo taurino. En la plaza de toros ya hay bullicio. El amigo Canet ha puesto en funcionamiento a la familia y todos se prestan a realizar la, para ellos, rutinaria labor de enchiqueramiento de los toros del día siguiente. Sí, porque el ganado debe llegar a la plaza con 48 horas de antelación.

Son los seis toros ‘titulares’ y dos o tres sobreros los que se van a desembarcar. En el patio de cuadrillas, personas (muy pocas) de la presidencia, de la plaza, de la ganadería, veterinarios y poco más. No es un acto público sino todo lo contrario: de máxima intimidad y silencio. Los toros, acostumbrados a la libertad de la dehesa, han estando viajando toda la noche encerrados en un camión y llegan enormemente excitados y con ganas de pelea.

Se abre la puerta trasera del camión, que enlaza perfectamente con la de la plaza que da a los chiqueros y los astados comienzan a salir de uno en uno. De entrada se encuentran con un pasillo estrechísimo por el que apenas caben sus defensas. Cualquier ruido que los distraiga y les haga mover la testuz puede suponer que se rompa un cuerno y ello lo invalidaría para la lidia. Silencio absoluto, pues.

Los caballos, sobre el albero de la plaza. Los caballos, sobre el albero de la plaza.

Los caballos, sobre el albero de la plaza. / JL Bretones

En mitad del pasillo, el toro queda atrapado entre dos paneles y se procede a pesarlo. Lo vemos en la foto de las claves, (pág. siguiente) pero con un caballo (también hay que pesarlos y reconocerlos) ya que no puede fotografiarse ese momento de los toros. El simple chasquido de la foto podría enfadarlo, cabecearía y se lastimaría un pitón en esas estrecheces. Al acabar el proceso, el toro sale a un patio interior (foto superior pág. siguiente) desde el que es increpado por personal de la plaza para que acceda al corral donde le esperan varios cabestros mientras los portones por los que ha pasado se van cerrando. Unos 5 ó 6 minutos dura todo el proceso. Aproximadamente en una hora están todos los toros en el primer corral. Algunos llegan tan nerviosos que embisten a sus hermanos y el mayoral tiene que regarlos con la manguera para tranquilizarlos.

Un largo y angosto pasillo conduce al toro desde el camión hasta los corrales. Un largo y angosto pasillo conduce al toro desde el camión hasta los corrales.

Un largo y angosto pasillo conduce al toro desde el camión hasta los corrales. / JL Bretones

Con puntualidad taurina las 12 es la hora del sorteo, todo un ritual en los toros. En presencia del presidente, acude el peón de confianza de cada torero, se hacen tres lotes para que ninguno tenga que ‘bailar con los más feos’, se hacen tres bolitas de papel, se introducen en un sombrero y cada subalterno saca el que será el lote que corresponderá a su maestro. Tras ello, los toros se enchiqueran en corrales individuales, listos para que den las 7 de la tarde, suenen clarines y timbales y comience su último paseíllo.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios