salud | la pequeña maría y su historia con final feliz

“Los médicos han hecho magia con mi hija, ya no tiene ese ‘algo’ en la cabeza”

La pequeña María junto a su padre Alfonso y su madre, también María.

La pequeña María junto a su padre Alfonso y su madre, también María. / DDA (Almería)

Era el día. Y por ello, como cualquiera cría de su edad, la pequeña María estaba ilusionada. El 17 de agosto comenzaban de forma oficial las vacaciones familiares. Sus padres, María y Alfonso, vecinos de Huércal-Overa, se iban a la playa. Y había alegría. No es para menos. Son días de abandonar la rutina, lo de siempre, para dar rienda suelta a un periodo diferente.

Pero María, de apenas 6 años, llevaba pachucha algo más de un mes. Había comenzado a sufrir vómitos y, a veces, le acompañaban dolores de cabeza. De ahí que casi constantemente, durante varias semanas, acudieran a las dependencias de urgencias del Hospital de La Inmaculada, en Huércal-Overa y, en consecuencia, a pediatras públicos y privados.

‘La vida es bella’ y así reza en una camiseta hecha para la ocasión. ‘La vida es bella’ y así reza en una camiseta hecha para la ocasión.

‘La vida es bella’ y así reza en una camiseta hecha para la ocasión. / DDA (Almería)

Las conclusiones, en un inicio, no eran certeras. Les dijeron que podía ser un virus... quizás alguna bacteria. Y esa mañana del 17 agosto, ese día en que comenzaban las vacaciones, María volvió a sentirse mal. Los vómitos le hicieron pasar una mañana infernal. Así que la pequeña, siempre junto a sus padres, volvió al hospital. “Fue entonces cuando relacionamos los vómitos con los dolores de cabeza que se le venían produciendo últimamente”, explica Alfonso Uribe, el padre.

“Le hicieron un TAC para ver si eran migrañas. Pero lo que se descubrió ahí fue que tenía ‘algo’ (así han querido llamarlo los padres durante todo este tiempo) en la cabeza. Enviaron a la pequeña de forma urgente al Hospital de Torrecárdenas en ambulancia y allí descubrieron que la dolencia, ese algo, le estaba oprimiendo el conducto de líquido encefálico. “Por la mañana se lo detectaron y a mediodía la estaban operando”, añade Uribe. “Fue todo muy rápido. Realmente vivimos una tormenta de información. No te lo esperas”, explica Alfonso, que no encuentra palabras para describir sus sentimientos y los de toda la familia en aquellos momentos: “Es indescriptible, el cuerpo se destroza. Sientes impotencia... una tormenta de sensaciones. No sabes qué puedes hacer, te vuelves a destrozas... Ves a tu hija de 6 años llorar y eres consciente de que no puedes hacer nada...”.

La camiseta de Alfonso y la de María (los padres) señalan que María ha luchado y ha ganado. La camiseta de Alfonso y la de María (los padres) señalan que María ha luchado y ha ganado.

La camiseta de Alfonso y la de María (los padres) señalan que María ha luchado y ha ganado. / DDA (Almería)

La primera operación se lleva a cabo al entender los profesionales sanitarios que podría existir riesgo de que la pequeña sufriera un infarto cerebral, y así se reduciría la presión que provocaba la dolencia. Y esta intervención, la primera, fue exitosa.

“A los cuatro días, cuando ya estaba estabilizada, se le realizó la operación con la que se lo extrajeron. Fueron dos operaciones complicadas pero con final feliz”, narra Alfonso.

Paso a paso, María, agarrada a una fuerza envidiable de la que sus padres sacan pecho, fue ganando la batalla. La esperanza era cada vez más palpable.

El 22 de agosto volvió a nacer. Seguimos una semana más en la UCI. Y a partir de entonces la evolución fue positiva. Así hasta el pasado 15 de septiembre, cuando salimos del hospital”, añade el padre.

Pero lo sufrido fue indecible. Aun así, a pesar del riesgo, Alfonso asegura que siempre fue optimista. “Lo fui desde el primer momento. No ha habido ni un segundo en el que hayamos tenido que mirar hacia atrás. Todo ha sido hacia adelante. También ha ayudado la fuerza de mi hija y el de todas las personas que nos rodearon. Hemos tenido la suerte de que ha salido todo como deseábamos. Han sido seis o siete horas de operaciones muy duras para nosotros, pero en realidad los médicos han hecho magia con mi hija y no podemos estar más agradecidos. Es difícil asimilarlo pero se consigue”, detalla Alfonso.

La sonrisa de María

María vuelve a poco a poco a la normalidad. Su sonrisa perenne delata una niñez dichosa. “Hay una frase de Agatha Christie que he conocido en estos días: ‘Una de las cosas más afortunadas que te pueden suceder en la vida es tener una infancia feliz’”, narra Alfonso, quien junto con María, la madre, hace día tras día un trabajo enorme.

Un profesor particular acudirá a su hogar para que su proceso educativo no sufra fatiga. “Es una niña y puede sufrir algún golpe jugando, así que aún es pronto para que acuda al colegio”, apostilla Alfonso.

María, rodeada de naturaleza, ante de tener la cabeza vendada. María, rodeada de naturaleza, ante de tener la cabeza vendada.

María, rodeada de naturaleza, ante de tener la cabeza vendada. / DDA (Almería)

Durante un tiempo, a María le acompañará un vendaje de comprensión que, lógicamente, le molesta. Pero nada comparado con lo anterior: “Ha tenido cinco vías en los brazos, en el cuello... y ha sido fuerte. Es cierto que ha llorado como cualquier niña de seis años. Ha estado mucho tiempo en un lugar que no es suyo, rodeada de médicos y con dolores... pero ella habla cada vez más su proceso. Dice que la han curado y que ya no va a tener ese dolorcito de cabeza”.

Y es que María siempre ha estado al tanto de que todo lo que estaba experimentando era con un fin, mejorar: “Nosotros siempre le hemos explicado todo de forma que lo entendiera. Debía saber que la estaban atendiendo y que en ningún momento pretendían hacerle daño. Queríamos que María fuera consciente de lo que estaba pasando pero de la mejor forma posible”, manifiesta su padre.

En la última visita de María a Torrecárdenas, lugar al que tuvo que acudir para que le realizaran el cambio de vendaje, la pequeña quiso visitar la quinta planta (oncología), esa en la que pasó más de un mes para superar la enfermedad, pero también en la que hizo nuevos amigos, pequeños con dolencias similares y, con la misma ilusión, para agradecer a los médicos el trato recibido: “Los enfermeros, siempre que podían, creaban un espacio de juegos y eso hacía mucho más fácil pasar el tiempo en el hospital”, añade el padre. “Dentro de lo malo, el trato que nos dio el personal sanitario fue lo mejor”, agrega.

Una familia agradecida

Alfonso no tiene palabras para agradecer el apoyo de todas las personas que le han ayudado en este camino. Yolanda Gómez fue la primera: “Ella nos dio el primer empujón. Es celadora en La Inmaculada. Nos había visto en varias ocasiones salir al igual que habíamos entrado y fue ella quien pidió, de forma desinteresada, que a mi hija la atendiera un doctor especializado. Porque hasta el momento nos había atendido personal sin experiencia, y fue entonces cuando la atendió un doctor con bagaje. Y él fue quien terminó diagnosticando la enfermedad”, detalla Alfonso, que no quiere dejarse a nadie fuera: “Cuando ves que todo va saliendo bien... no te lo crees. Por eso entiendo que debo agradecer sumamente el trabajo del equipo de neurocirugía del Hospital Torrecárdenas porque se han portado de forma excepcional, pero igual que todo el personal sanitario que ha estado cerca de nosotros”.

María es una guerrera y su camiseta habla por sí sola. María es una guerrera y su camiseta habla por sí sola.

María es una guerrera y su camiseta habla por sí sola. / DDA (Almería)

Los padres de María quisieron marcar para siempre en el calendario el día en que la pequeña salió del hospital. De ahí que Alfonso quisiera inmortalizar la salida de su pequeña elaborando una camiseta que reflejara la frase que les ha acompañado durante este tiempo: “La vida es bella”. Posar con las camisetas delante de la cámara es el culmen de la recuperación. María ha luchado y María ha ganado tal y como refleja su camiseta: “Soy María y soy una guerrera”.

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