Recuerdos del Sahara (III). El Aaiún del permiso por vacaciones

Almería

Tras las vacaciones, el teniente regresa para la última parte de la estancia en el Sahara

Recuerdos del Sahara (II). Destino en el destacamento del Cabo Bojador o de D. Enrique el Navegante

Mi estancia en El Aaiún
Mi estancia en El Aaiún / D.A.
Ángel Agis Marín

26 de enero 2025 - 08:00

Al finalizar mis vacaciones, los 60 días reglamentarios, regresé a El Aaiún y al hospital, a reanudar las tareas de mi empleo. Empezábamos la jornada, yo y mi compañero Faustino González Ortega, desayunando café con leche y churros en el cafetín de Mohamed. Después nos incorporábamos al equipo quirúrgico del capitán médico Agustín Esteban Hernández. Unos días cirugía en quirófano y otros visita médica a salas de hospitalizados y consultas externas.

Un día, pasando visita en la sala de nativos, el Dr. Esteban se detuvo delante de una niña que estaba sentada en el suelo de la sala y echó un vistazo a la tablilla de diagnóstico por hospitalización previa: poliomielitis. Se detuvo y empezó a observarla, ya que no podía ponerse de pie. Después del reconocimiento, me dice: “Agis, esta niña no ha tenido poliomielitis”.

Lo que había ocurrido es que algún curandero nativo le había cauterizado las plantas de los pies, haciéndole que, al no poder asentarlos, se fueran atrofiando los miembros inferiores y se trasladara de un lugar a otro reptando como una serpiente. Me dice entonces el capitán médico Esteban: “Empieza con rehabilitación, fisioterapia, masajes y movilización de los miembros inferiores”.

Atendiendo a los pequeños
Atendiendo a los pequeños / D.A.

Y así comencé con la tarea, con mucha dificultad para lograr la movilidad, por la atrofia funcional y por las quejas de la niña, que tendría 8 o 10 años y se llamaba Megbula Men Ali. Con mucha paciencia fui descontracturando sus articulaciones y, poco a poco, íbamos ganando movilidad. Después de unos quince días más o menos, la niña se irguió y pudo ponerse de pie, apoyándose en un palo a modo de bastón. Así pasaron los días. Una mañana fui a verla y no la encontré, me dijo una de las monjas que atendían las salas que el padre de la niña había venido la tarde anterior y se la había llevado a su poblado, que estaba situado un poco al sur de la Playa de El Aaiún. Este hecho nos satisfizo mucho, tanto al Dr. Esteban como a mí, por contribuir a su recuperación y mejoría.

Recuerdo cuando al atardecer salía del cuartel del III Tercio de la Legión D. Juan de Austria, una sección con cornetas y tambores, con su paso habitual, por la calle principal de El Aaiún. Se dirigía al edificio del Gobierno General del Sáhara, donde ondeaba la enseña nacional para arriarla al toque del Himno Nacional. Una vez efectuado el acto, la sección regresaba a su acuartelamiento.

Como datos del hospital, conocí a su director, que era capitán médico y que dependía del Gobierno General del Sáhara. Su esposa era pediatra y puericultora, y atendía a niñas y niños nativos y civiles en las salas y en consulta externa. El Gobernador General del Sáhara en los años 60 y 61 era el General D. Mariano Alonso Alonso; el Jefe de las Fuerzas Armadas, el General Goñi; y el Jefe del III Tercio D. Juan de Austria de la 3º Legión, el Coronel Coloma. Recuerdo también al subteniente Lorente, al que yo enviaba los carretes de fotos para revelarlos.

En El Aaiún había un cine al que íbamos cuando estábamos libres de servicio, que se llamaba “Las Dunas”.

Cine Las Dunas El Aaiun
Cine Las Dunas El Aaiun / D.A.

Lo que tuvimos que soportar por lo menos dos veces en el tiempo de mi estancia en el Sáhara fue el siroco, un viento arenoso, sofocante, con temperatura de casi 50ºC.

El servicio en el hospital se terminaba con las consultas externas y, ya tarde de noche, nos íbamos a cenar al comedor del Tercio, y después a nuestro alojamiento en el Grupo de Sanidad. Recuerdo la retreta legionaria, después el canto “El novio de la muerte” y, por último, el corneta tocando silencio. Se dormía El Aaiún, quedando todo en el silencio de la noche del desierto. Momentos emocionantes e inolvidables.

Como final de mi estancia en El Aaiún, quedó la despedida con los jefes y compañeros con los que habíamos compartido momentos y trabajado durante el tiempo de nuestra permanencia en el Sáhara Español. En un avión volamos a las Palmas de Gran Canaria, y en otro vuelo a Madrid. Desde allí viajé por tren a mi querida Almería, de vuelta con mi querida familia y amigos. Para mí fue de gran alegría y emoción cuando, al pasar el tren por la barriada de los Molinos, se vio a lo lejos el Sagrado Corazón de Jesús en el Monte de San Cristóbal. Y a mi llegada, con todos aquellos que me aguardaban, me moría por darles besos y abrazos a todos, ¡qué gran felicidad disfrutamos en los momentos en que nos volvimos a encontrar!

stats