Certamen Jóvenes Artistas Realistas Españoles
Dos días en el agua para salvar la vida a una ballena enferma de neumonía
Más de 50 personas entre veterinarios, voluntarios y miembros de la Asociación en Defensa de la Fauna Marina ayudan sin éxito, desde el domingo, en los cuidados del cetáceo varado en una playa de Adra
Más de 50 personas, entre voluntarios, profesionales veterinarios y miembros de la Asociación en Defensa de la Fauna Marina (Promar) han trabajado desde el domingo, sin descanso, para tratar de salvar la vida de un calderón común (ballena piloto de aleta larga) que varó en una playa de Adra y que finalmente tuvo que ser sacrificado ayer por la tarde ante los síntomas de sufrimiento que presentaba el animal. El cetáceo, de más de tres metros de longitud, fue avistado por unos bañistas que dieron la voz de alarma. "Luchó hasta el final como una campeona pero la enfermedad pudo con ella", aseguraba una de las voluntarias tras conocer la muerte.
De inmediato, un dispositivo de Promar se desplazó hasta el lugar y trataron de llevar al calderón a una zona donde pudieran tratarlo y practicarle los correspondientes análisis clínicos. Para ello fue preciso utilizar una retro que lo trasladó hasta la bocana del puerto, donde permaneció dos días al cuidado de voluntarios y veterinarios que suministraron medicación y suero para evitar la deshidratación.
Ayer mismo, un veterinario especialista en cetáceos se trasladó desde el parque de Selwo Marina, en Benalmádena (Málaga), hasta el puerto de Adra. Le practicó unos exámenes médicos y le diagnosticó neumonía, según indicó un miembro de Promar a Diario de Almería.
Rosa María Henche, de la Asociación en Defensa de la Fauna Marina, aseguró que los tres primeros días de tratamiento eran cruciales. Sin embargo, los esfuerzos para salvar al animal no han podido mantenerlo con vida para ver si hacía efecto la medicación prescrita por el especialista. Durante dos días, más de medio centenar de personas se han interesado por la salud de la ballena y han colaborado en las labores de vigilancia y cuidado. Su vida estaba pendiente de un hilo y finalmente, ante los síntomas de sufrimiento, un veterinario decidió sacrificarlo. "Ya no había solución. Se le administró un calmante y no le hizo efecto. Lo único que quedaba era evitarle el dolor y se le practicó la eutanasia", indicó Rosa María Henche.
"Aunque la esperanza es lo último que se pierde, nuestra experiencia en este tipo de varamientos nos dice que un 99% de los cetáceos que varan al final acaban falleciendo", explicó Henche a Diario de Almería, quien aseguró que "el esfuerzo que se ha hecho ha sido tan grande que incluso ha habido personas que han permanecido dos días sin dormir y sin abandonar al calderón. Ha merecido la pena porque aunque el final ha sido triste, siempre se aprenden cosas".
1 Comentario